Las aventuras de la tercera generación no se limita solo para los más grandes, ahora los más pequeños ya no lo son tanto y empezaran a ver un mundo lleno de posibilidades a los que tendrán que enfrentarse, mientras los mayores deberán emprender nuev...
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Victoire sale del baño por quinta o ¿sexta vez? La verdad ya no está segura. Una de las cosas que más odiaba de estar embarazada era que su vejiga parecía haber perdido por completo su capacidad de almacenamiento lo cual la obligaba a ir al baño cada vez más seguido. Sí, esa era una de las maravillas del embarazo que nadie te contaba. Pero bueno, obviando ese pequeño problema todo iba muy bien, tanto que todavía no se había visto con la necesidad de dejar de trabajar y no lo haría hasta entrando a los siete meses y medio, es decir, faltando dos meses.
Está regresando a su despacho cuando observa a un grupo de enfermeras pasando corriendo con una mujer en silla de ruedas lo que no es raro dado que es el área de obstetricia y la cosa se hubiera quedado en eso si no es porque reconoce a Ted corriendo detrás de todas esas mujeres. ¿Esa era Alana? Sin perder tiempo va detrás del grupo que deja con cuidado a una muy sonrojada castaña que parece tratar de aguantar sus gritos de dolor.
—¿Alana? —dice llamando la atención de los presentes, pero al parecer a una de las enfermeras le alegra verla.
—Que bueno que esté aquí medimaga, tenemos un proceso de parto —le dice la enfermera haciendo que ella tenga que apoyarse en el marco de la pared.
¿Cómo que Alana está a punto de dar a luz? Ni siquiera tenía idea de que estaba embarazada.
Ni siquiera tiene tiempo de quedarse en shock ya que Alana suelta un grito de dolor que incluso a ella le duele.
Sin pensar en nada más saca de su mandil sus guantes y una mascarilla. Con todo el profesionalismo que la característica revisa a su amiga que en efecto ha roto aguas y ha dilatado, pero no lo suficiente, todavía le queda un largo camino por recorrer.
—Tiene cuatro centímetros.
—¡¿Y eso qué significa?!
—Que esto va a tardar más de lo que esperas —le responde retirándose el material de protección. —Volveré en una media hora, hasta entonces intenta respirar y si puedes hasta caminar.
—¡¿Caminar?! ¡Me estoy partiendo en dos! —dice su amiga lloriqueando.
—Sé que duele, pero tendrás que soportarlo. No podemos darte una poción para el dolor hasta que tengas que pujar.
Ted ingresa con la misma cara que tiene Bonnie cuando ha mordido uno de los zapatos favoritos de Livvie y no puede culparlo, como está Alana ahora de seguro lo muerde.
—Cariño, puedes hacerlo, sé que puedes hacerlo —dice tomando su mano. —Ya hemos llegado hasta este punto, falta poco.
Los ojos de su amiga se llenan de lágrimas que provocan que el corazón de Victoire se enternezca, aunque claro, últimamente todo le da ternura.
—No entiendo qué demonios está pasando. ¿Podrían explicármelo?
Ambos sueltan un suspiro y Ted le da un beso en la frente a su esposa antes de hablar.