Sólo Vuelo Contigo - Aiteda.

3-

•el siguiente capítulo es sexual •
Aitana
Me separé rápido de el.

-No me lo puedo creer.

Cepeda miraba hacia abajo con algo de culpabilidad.

-olvidate de mi, Cepeda, ¿te queda claro?

Cepeda negó mirando al suelo.

-no quiero hacerlo, Aitana.

Niego mientras mis ojos se cristaliza.

-me has echo daño, mucho, y no te lo voy a perdonar nunca, ¿me has oído Cepeda? Nunca.

Cepeda cogió mi nuca y volvió a besarme.

Intente separarme y no pude evitar acordarme de la primera vez que nos besamos, bueno, me beso, en aquel baño prohibido y mi forcejeo constante.

Esta vez era igual, pero no en un baño, si no en medio de una discoteca, con montones de personas entre nosotros, y muchas que nos miraba con lujuria, a ambos.

Algunos hombres hablaban de mi físico como si de una muñeca tratase, dicendo groserías sobre mi pecho y culo.

Algunas mujeres gritaban a Cepeda alguna grosería sobre su miembro y alguna se atrevió y le dio un azote en el culo.

Más de una mientra le soltaba el sermón haciendo que me costará contener la risa.

Sus brazos me apretaban a su cuerpo mientras me seguía besando.

Deje de intentar escapar de sus brazos para unirme a ellos.

Sus labios no se separaban de los míos, y intentaba cubrir todo parte donde cualquiera de los hombres que pasaban por ahí pudieran tocar, jugar, azotar, o incluso mirar.

Tapo mis pechos con el vestido, poniéndolo como debía de estar y puso sus grandes manos en mis glúteos.

Sus manos eran muy grandes, lo que hacía que ocupará todo mi culo.

Su lengua recorría mi boca con nostalgia.

La lujuria se podía ver en sus ojos y en su miembro a ser sinceros.

Su miembro apuntaba a mi parte, pidiendo la atención de ella.

Maldecia y miraba de mal forma a todo el que se acercará a mi, a nosotros, o me mirará, aunque fuera de lejos o de reojo.

Siguió besandome, pero esta vez por la mandíbula, bajando muy poco a poco hacía hacia el cuello.

Yo me aferraba a su nuca y disfrutaba del, seguramente, última vez con el.

Me miró a la cara.

Su mirada era pura lujuria.

Levantó levemente mi vestido mirándome a los ojos, y apartó el tanga.

Me miró directo a los ojos.

Y se acercó a mi oreja.

-no tengo persevativo.

Negué.

-llevo tomando pastillas poco después de dejarlo.

Cepeda asintió algo confuso y se dispuso a entrar dentro mío.

Cerré los ojos, dispuesta a disfrutar de su vaivén.

Cuando sentí que dejaba de presionar mi trasero, y separaba cualquier contacto del mío.

-señor, esta prohibido la posesión de una persona en este lugar, le pedimos que se vista y se vaya.

Luis me miro y luego miro al guardia de aquel lugar.