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Un auto negro se estacionó en el estacionamiento del bachillerato de Forks, las miradas de los estudiantes fueron dedicadas a aquél vehículo de último modelo, y la sorpresa fue grande al ver quién bajó de aquél vehículo.

Rose Scott que había dejado Forks hace poco más de un año había regresado, y ahora más brillante que nunca, su larga melena castaña sujetada en una coleta alta se movió suavemente a a cada paso que daba la muchacha, el sonido de los tacones de las botas negras de la joven retumbó con clase entre los que se encontraban más cerca de la joven, y el brillo de la profunda mirada de la castaña cautivó nuevamente a el rubio miel, quien observaba la escena desde el otro lado del estacionamiento.

Pero lo que más había llamado la atención de los Cullen había sido la pequeña gema escarlata que colgaba del cuello de la joven.

Para la suerte de Jasper Hale, le había tocado compartir asiento con Rose Scott en la clase de literatura.

—Hola Rose, tiempo sin verte —la castaña sonrió—.

—Lo mismo digo Jasper —y como si fueran azares del destino también se encontraba Lorelai Lewis en el asiento de enfrente—.

La clase había transcurrido perfectamente y había terminado así de bien.

—¿Te gustaría ir a la cafetería conmigo? —dijo amable el rubio— podrías sentarte conmigo y mis hermanos.

—Suena genial —dijo la castaña— pero primero iré a dejar un papel a trabajo social, deberías, adelantarte —dijo la joven sonriendo—.

—De acuerdo —dijo el rubio no tan convencido— te veo allá entonces—.

—Claro —.

Y cuando el rubio salió del aula los ojos de Lorelai se dirigieron a Rose.

—Rose, qué gusto verte de nuevo —Rose ahora era más alta que Lorelai, quien, con sus 1.60 metros de altura parecía ahora estar un poco asustada a causa de su compañera, quien con sus tacones alcanzaba al menos los 1.70—.

—Lo mismo digo, aún no olvido que casi me matas con tus amiguitas en el baño —.

—Qué cosas, ¿verdad? Eso fue hace un tiempo, el asunto está olvidado...

—No para mí —la castaña miró a su contraria— ten cuidado de cruzar tan siquiera frente a  mí, estás en mi lista negra, y no creo que quieras terminar mal —.

—¿Tú? —la pelirroja miró con sarcasmo a la castaña—.

—Nunca has visto cómo me defiendo, y recomiendo no me hagas enojar —los orbes grises de Rose se volvieron totalmente negros, cubriendo todo el ojo con el oscuro e intimidante color; una sonrisa que pareció después una mueca, adornó los labios de Rose— si dices una palabra podrías aparecer después en el sistema digestivo de un cerdo —jugó con la mente de Lorelai—.

—De acuerdo —la castaña pestañeó volviendo a mostrar sus orbe grises—.

—Genial, fue un gusto volverte a ver Lorelai —dijo la castaña para luego irse— hasta luego —canturreó para luego salir lentamente de aquella aula—.

Y en la cafetería, Rose se sentaría con los Cullen, quienes amistosos recibieron a la castaña.

—Es un gusto volverte a ver Rose —dijo Rosalie con una sonrisa—.

—Lo mismo digo —respondió la castaña con bastante energía —.

Y entre pláticas triviales una pregunta curiosa de Edward Cullen surgió hacia la joven.

—¿Por qué desapareciste? —la castaña pensó un momento su respuesta—.

—Bueno, humm... Me tomé un respiro junto a mis hermanos, pero regresamos, la vida es más calmada aquí —inquirió la castaña—.

—¿Y qué hiciste durante tu "respiro"? —preguntó curiosa Alice Cullen—.

—Un poco de esto y aquello, mi hermano terminó la universidad en Seattle, Elizabeth entró a la universidad y yo seguí en el bachillerato. —explicó amable—.

—Qué bien —dijo Alice muy sonriente—.

—Por cierto —divagó unos segundos Rose— ¿quién es ella? estoy segura de no haberla visto antes —señaló con la mirada a Isabella Swan—.

—Es Isabella Swan, la hija del jefe de la policía, llegó aquí hace unos meses —dijo Edward mirándola—.

—¿Te gusta? —dijo Rose con una sonrisa—.

—¿Uh? —Edward Cullen a penas pronunció una palabra— ¿Por qué lo dices? —.

—Conozco esa mirada, viniendo de ti me lo esperaría, eres el único que parece ser la criatura más solitaria y más acompañada a la vez —bromeó la castaña— no es cierto, sólo lo intuí por tu mirada y el sentimiento que me inspiras —.

—De acuerdo, acertaste —dijo Edward Cullen—.

—Entonces, ¿eres cercano a ella? —la castaña estaba curiosa— mi segundo nombre es cupido, podría darte un empujón —bromeó la chica—.

—Sí, algo así —la castaña sonrió—.

—Y ella sabe que son... —la mirada del rubio miel se interpuso en la frase de la castaña—.

—¿Qué sabes tú? —dijo Emmett—.

—Muchas cosas, crecí en la reservación, con los Quileutes, así que están seguros conmigo—sonrió la castaña—.

—Oh Dios... —dijo Emmett— no sabía que un pequeño monstruito como tú podía almacenar tantas cosas —.

—Te permitiré llamarte así sólo porque mi especie es extraña, así que está perfecto —.

—Eres algo rara —dijo Alice— ¡Genial! A Carlisle le gustará saber más sobre tu especie —dijo sonriente—.

—Supongo que así es —la castaña le dió un sorbo a su bebida—.

—Es bueno tenerte de vuelta —sinceró Rosalie—.

—Debo admitir Rosalie —la castaña hizo una pequeña pausa— que gracias a ti estoy aquí, y de verdad, gracias por eso —una cálida sonrisa salió de los labios de Rose—.

Y es que, muchos alumnos veían en ella a una nueva chica vacía, interesada en demostrar su poder económico; aunque muchos desconocían también lo que la había hecho cambiar.

Rose sentía curiosidad por los Cullen, pero más que eso, sentía la calidez que le ofrecían a ella; la hacían sentir bien y extrañamente cómoda.
Como si hubiese encontrado lo que había estado buscando.
En especial Jasper, el chico que no había borrado de su mente ni de su corazón en ningún momento; Rose estaba segura de lo que quería, y estaba segura de sus sentimientos por él.

Ahora sabía que parecía posible estar con él, y sabía que era posible ser correspondida sin ningún miedo de por medio.
Quería estar con él, y hasta el final de los tiempos, aunque eso significará un reto para ella; y aunque ciegamente Jasper no conociera su corazón.

'Til The End Of Time - Jasper Hale. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora