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Rose Scott.

Tuve ese sueño otra vez, ese sueño en el que podía sentirlo junto a mí, donde podía sentir su cariño y donde podía sentir el poder de su amor en mí.

Probablemente tengo sólo dieciocho años, pero estaba segura de que me había enamorado totalmente de él.

De alguna manera había terminado aferrándome a él, había actuado como una especie de anestesia a la que me había vuelto dependiente.
Pero  probablemente también había terminado por creer que era lo único que necesitaba para poder vivir felizmente.

No negaba el hecho de que era mi único y verdadero amor, porque nunca había sentido nada de esa manera, pero tampoco quería sentirlo, había estado sufriendo por aquella falta, aquél vacío que provocó tras su partida, un vacío que tanto me lastimaba, que me mataba y me hacía caer de una forma dolorosa.

Y es que, todos me aconsejaban dejarlo ir, pero me negaba a la idea de perderlo, de no tenerlo a mi lado y de tener que vivir sin su amor.

Probablemente habría sido genial tenerlo conmigo en la víspera de Navidad, pero era inevitable el hecho de pensar en las cosas que pudiésemos haber hecho juntos durante este tiempo.

—¿Puedes ayudarme a traer el postre, Rose? —Owen me llamó, asentí entonces—.

—Claro... —en la cocina miré el paisaje blanco que ofrecía Forks tras la grandes nevadas en época de invierno, y su partida se sentía igual de pesada, incluso más—.

Llevé el pastel que Owen había preparado hacia la mesa, donde mi padre y Elizabeth ya estaban sentados.

—Vamos a comer, entonces —la navidad era una de las épocas que más nos encantaba, podíamos reunirnos felizmente, aunque la familia de hubiese vuelto pequeña.

Owen y yo nos sentamos, en la mesa.

—Probablemente nos hagan falta algunas personas —dijo mi padre— pero creo que no será impedimento para disfrutar este momento, porque su recuerdo perdura aún en nuestros corazones —.

—Es la cuarta navidad sin mamá —dijo Elizabeth—.

—Estaremos bien... —mi padre me miró— no pongamos nuestras caras largas ahora, lloraremos después, pero no ahora... —y ese momento se volvió emotivo—.

—Extraño a mamá —solté de repente—.

—Todos la extrañamos, Rose... —mi padre me miró— pero tenemos que vivir con ello... El dolor es gradual, y sólo debemos pensar en qué está mejor ahora... Los recuerdos felices son los que vamos a guardar siempre... —.

—Creo que estos últimos años han sido los más difíciles para todos —Elizabeth dijo mientras cortaba un trozo de carne— pero creo que nuestra pequeña familia ha logrado superar todo eso... —.

—Vivamos el presente entonces... —Owen nos miró— vamos a vivirlo, sucederá lo que tenga que pasar, pero estamos juntos, nos tenemos a nosotros, eso es lo importante... Tal vez mamá ya no esté, y Alice y Jasper se hayan ido, pero sé, y tengo fe en que todo estará bien mañana... —.

—¿Vas a llorar? —Elizabeth aligeró el momento—.

—Creo que todos vamos a llorar —bromeó mi padre—.

—Tienes razón, todos vamos a llorar —Elizabeth rió echándose un trozo de carne a la boca—.

—Gracias por estar aquí... Y nunca dejar de apoyarme —sinceré— probablemente les debo muchas cosas, pero agradezco que puedan comprenderme siempre...

—Eso es lo que hace la familia, Rose... —mi padre me miró— siempre vamos a estar para ti.

—Bueno, ¿No se suponía que esto era una fiesta? —Owen rió para luego poner algún disco de Aerosmith en el pequeño estéreo que estaba en la sala, a todo volumen.

—Entonces, a comer —mi padre nos dedicó una cálida sonrisa—.

—Provecho —dijo Elizabeth—.

—Provecho —.










(...)







Narrador omnisciente.

Rose miró por la ventana de su antigua habitación la blanca nieve que cubría los árboles.

—Lo extrañas demasiado, ¿Cierto? —su padre entró a su habitación, y se posó a su lado—.

—Como no te imaginas... —.

—Puedo comprenderte un poco, entiendo ese vacío... Es el mismo que dejó tu madre cuando murió —.

—Papá... ¿Tengo que dejarlo ir? —.

—Deberías, si te hace daño entonces déjalo ir... Esa primera muerte, como le llamas, es la más dolorosa, pero no es imposible de superar... —.

—No puedo pensar en nada más... Es difícil... —el hombre la abrazó entonces—.

—Cariño... Sé que duele... Sé que parece difícil, pero no es imposible... Todo estará bien, cariño... Todo estará bien... —el hombre acarició la cabellera de su hija, Rose se sintió segura, y se sintió como cuando era una niña, se sintió protegida por el abrazo de su padre, y realmente sintió que todo estaría mejor.

—Gracias papá —.

—No Rose... No me agradezcas nada... Eso es lo que hace la familia... —.

Aquél abrazo le devolvió un pedazo de esperanza a Rose, uno muy grande.

Y sintió que aunque extrañara a Jasper con toda su alma, también tendría que aprender a vivir sin él.

El dolor era gradual, y eso le esperanzaba a Rose más que alguna otra cosa, le hacía esperar que algún día todo estaría mejor, tal vez no mañana, pero sí algún día; y que al final, ese dolor momentáneo valdría la pena.

Necesitaba esa esperanza.

'Til The End Of Time - Jasper Hale. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora