'Til The End Of Time - Jasper Hale. [EN EDICIÓN]

28

Rose despertó por la luz del sol que atravesaba su ventana y sus cortinas.
No había encontrado a Jasper, supuso que se había ido de caza.

La puerta de la muchacha sonó.

—Rose, es hora de levantarse, hoy comienza tu entrenamiento —la voz del ángel de la muerte molestó un poco a la castaña, quien gruñó molesta—.

—Es domingo —Rose cerró la puerta con seguro gracias a la telequinesis que había desarrollado—.

—No me importa —una almohada le golpeó la cabeza a Rose— puedo teletransportarme —Thot sonrió orgulloso de sí mismo— levántate floja.

—Estoy cansada —Rose se cubrió con sus cobijas hasta la cabeza—.

—Cómo no vas a estar cansada, si estuviste fornicando como conejo con Jasper anoche —el ángel de la muerte chasqueó los dedos apareciendo una taza de café en sus manos— yo fui el primero en llegar, ¿Cómo sacas tanta energía? —el ángel de la muerte se sentó en la cama de la chica— si sigues así, Owen te echará de la casa.

—Como sea, me iré a vivir con Jasper, es más, me voy a ir a vivir a Dubai y tú y Owen van a lamentar haberme corrido —.

—Como digas —el ángel de la muerte chasqueó sus dedos desapareciendo su taza de café— en fin... Tienes que ser cuidadosa si no quieres tener un mini Jasper o una Mini Rosalinda —.

—Cállate —.

—No... —Thot le quitó las cobijas de encima— no puede ser... ¿Me estás jodiendo? —.

—No, pero no le digas a nadie o te mataré —.

—Ya estoy muerto —el muchacho rodó los ojos sonriendo— vamos a entrenar, me diste un gran susto —.

—Sabes que no soy tan tonta... Creo —la joven se levantó sonriente— vamos, estoy ansiosa porque me enseñes a flotar.

(...)

Los vampiros y el hermano de Rose miraron a la castaña y al ángel de la muerte pelear de una manera bastante extrema.

Una espada iluminada por una nube azul adornaba la mano de la sirena, mientras que el ángel de la muerte esquivaba los cortes con su escudo.

Rose aterrizó sobre sus propias manos haciendo alguna acrobacia para esquivar los golpes de Thot.

Rose había hecho algún corte en la piel de Thot, pero ningún líquido parecido a la sangre salió.
La herida se cerró en seguida, y los ojos de ambos brillaron.

Esta vez estaban tirando a matar.

En las palmas de las manos del muchacho, algo de fuego apareció, mientras que en las palmas de Rose, una niebla azul zafiro las rodeó.

Unos extraños movimientos hicieron brillar los extraños símbolos en el brazo de la sirena, y un campo de fuerza que solo fue visible para Owen.

—¿Eso es todo, Thot? —la voz de Rose era muy diferente, autoritaria, más grave, con resentimiento.

—Soy un ángel de la muerte, cariño. —el muchacho levantó sus palmas, levantando consigo un par de rocas—.

Los vampiros lucieron preocupados; Owen lucía tranquilo, lucía despreocupado.

Las piedras se dirigieron a Rose, quien hizo desaparecer su campo de fuerza, Jasper estaba más que ansioso, ese podría ser el fin de la sirena.

Pero las rocas se golpearon, y Rose no estaba, habían desaparecido en un abrir y cerrar de ojos.

Apreció detrás del ángel de la muerte, queriendo tomar su cabeza, pero este tomó sus muñecas, inmovilizándola.
La miró entonces.

—Si no tuvieras a ese rubio de novio te habría besado ya. —bromeó viendo como el rubio miel gruñía de enojo—.

Thot soltó a la sirena, quien cayó al suelo, sus ojos volvieron a su color gris tradicional, pero Rose parecía agitada, su corazón latía muy rápido, y unos moretones aparecieron en su piel nieve.

Jasper la tomó entre sus brazos.

—¿Estás bien? —Rose tocó su nuca, mirando sangre cubrir su mano—.

—De esta no te salvas, Thot, más te vale correr si aprecias tu existencia —la sirena se levantó del suelo, chasqueando los dedos y apareciendo una espada en su mano— corre.

(...)

La castaña de ojos grises miró al ángel de la muerte en busca de una respuesta.

—Rose, sólo estoy jugando, realmente no estoy enamorado de ti —el muchacho de cabellos negros miró a la sirena— en realidad... Hay algo que debo confesarte —.

Los vampiros, en el último piso de la residencia, sin querer podían escuchar aquella conversación.

—Rose, tú eres mi hermana, Dott, murió... Hace unos siglos... —el ángel de la muerte miró al vacío con gran nostalgia.

”Ella era la menor, era muy hermosa, piel nieve, cabellos castaños y mejillas rosadas, de ojos grises. Ella había sido elegida por un miembro de la nobleza para casarse con un heredero de una gran fortuna, fue vendida por unas cuantas monedas de oro... —el muchacho apretó sus manos, intentando contener el llanto— tenía apenas dieciséis años... Fue vendida a un hombre, tal vez apuesto, rubio miel, de ojos azules, alto; lo suficientemente adinerado como para dar una vida de reina a quien conquistara su corazón.

”Ella había sido vista por el hombre alguna vez, cuando yo trabajaba en el palacio, apenas asistía a Luis XVI... Probablemente tenía una vida que cualquier persona en esa época envidiaría, pero sólo era un montón de gente vacía.
Mi hermana se casó con ese hombre, pero a los pocos meses murió a manos del mismo, en algún ataque de ira había clavado una espada en su vientre... Rose, ¿Entiendes tu arma espiritual? —.

—Thot, Jasper no es así, jamás me haría daño... —.

—Conocí a Caillic después de morir, los ángeles de la muerte nos convertimos en esto porque nosotros mismos decidimos dejar de existir... Ella me ayudó en mi transcurso para llegar a lo que soy ahora, y trabajé con ella por mucho tiempo.

—¿Ella se fue de Francia? —.

—Francia carecía de muchos ríos, o al menos de servicios de agua, sólo estaba en busca de salvar su especie... Cuando naciste tú, me pude comunicar con su espíritu... Rose, eres la heredera... —.

Rose se posó al lado del muchacho.

—Lo entiendo, y si soy tu hermana, entonces me da gusto poder conocerte ahora, Thot, gracias por cuidar de mí en mi infancia... Pero estoy siendo feliz...

—Hay muchas historias que deberás escuchar a su tiempo... —el ángel de la muerte le dió un abrazo a la muchacha— Rose, por favor... No sigas mis pasos, no puedo ir ni al cielo ni al infierno, estoy estancado... Aprecia y ama la vida... —el muchacho miró a la chica y besó su frente— siempre voy a cuidarte... —una lágrima cayó por la fría mejilla del pelinegro— eres mi hermanita, Rose...