✓ | 𝐅𝐈𝐆𝐇𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐃𝐄𝐂𝐄𝐏𝐓𝐈𝐎𝐍, teen wolf²

36. Truth Hurts

[¡ÚLTIMOS TRES CAPÍTULOS ANTES DEL EPÍLOGO!]

PRIMER ACTO | capítulo treinta y seis

La Verdad Duele

Los quince minutos que mi padre y Theo pasaron juntos en los vestidores, para mi fueron eternos. Me moría de los nervios y no sabía muy bien qué hacer. De hecho, le pedí a las chicas que se fueran a buscar a Lydia y que me enviasen un mensaje cuando ya estuvieran con ella. No quería que se encontrasen presentes cuando hablase con Theo. Era algo que tenía que solucionar con él, sola. 

Me mordí las uñas mientras sentía mi corazón palpitar con fuerza, pero cuando estuve a punto de perder la cordura, los vi salir a ambos.

Mi primer instinto fue correr hacia mi padre, abrazarlo y preguntarle acerca de la conversación que él había tenido con mi tía todos esos años atrás. Quería descubrir aquel gran secreto que me escondían, pero temí que una vez me acercase a él, no quisiera hablarme. No sabía por qué, pero tenía la sospecha de que a mi padre no le gustaría enterarse de que su hija de dieciséis años se había besado con un chico de la edad de su hermano. Así que recurrí a mi segundo instinto. 

Theo.

—Hey. —lo llamé, saludándolo con la mano y pidiéndole que se acercara a mi. Por otra parte, mi padre no pareció verme y, en cambio, se juntó con sus compañeros de equipo, aún calmando a la multitud mientras otro equipo seguía revisando el cuerpo y sus alrededores. 

La escena aún seguía siendo aterradora. 

—¿De qué quería hablar mi padre contigo? —cuestioné con rapidez, lo nervios aún invadiéndome. Él me miró y sonrió, pero tenía los ojos ligeramente enrojecidos. —¿Estás bien? —volví a cuestionarlo, inconscientemente tocándole el brazo en vez del hombro, pues él era significativamente más alto que yo, tratando de reconfortarlo. 

Él pareció notar mi gesto y volvió a sonreír egocéntricamente, como siempre. No me di cuenta de lo que había hecho sino hasta que sentí el calor de la mano de Theo apretando la mía. 

—Oh. —exclamé avergonzada, separando mi mano de su cuerpo y guardándomela en el bolsillo trasero de mi pantalón. 

—Estoy bien, ¿y tú? —preguntó con media sonrisa. 

No pude evitar notar que su cabello estaba más sedoso de lo normal. Me dieron ganas de acariciarlo, pero me frené en cuanto vi que mi mano hacía un intento por alcanzarlo.

Las personas a nuestro alrededor seguían curioseando lo que había sucedido allí mismo, mientras que nosotros estábamos encerrados en nuestra pequeña burbuja. Nada de lo que pasaba allí afuera nos importaba, sólo interesados en lo que el otro tenía para decir. 

—Bien, bien. —respondí, incómoda, sin saber cómo abordar el tema del que quería hablar. 

—Tu padre quería saber algo sobre uno de sus casos con las Quimeras y él no quería distraerte de tus deberes escolares, así que recurrió a mi. —explicó, mirándome divertido y revolviéndose el cabello. No se me pasó por alto ver como las mangas de su remera apretaban sus bíceps.  

Ante sus palabras, suspiré aliviada y volví a respirar con normalidad. 

—Menos mal... por un momento pensé que quería hablar contigo sobre mí. —respondí suelta, arrepintiéndome en ese preciso momento. 

Quise taparme la boca, pero solo tuve fuerzas para arrastrar mi vista de sus ojos al suelo. 

—¿De ti? ¿Por qué?