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[¡ÚLTIMOS CAPÍTULOS!]

PRIMER ACTO | capítulo treinta y cuatro

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Cinco días. 

Pasaron cinco días y Liam ya parecía haberse recuperado de nuestra ruptura. ¿Cómo? Besándose con Hayden en cada rincón de la escuela, rompiéndome el corazón en cada ocasión. 

Sabía que en el momento en el que nosotros termináramos nuestra relación él querría seguir su vida con ella, y eso no me molestaba, pero, vamos, ¿tan rápido se olvidó de mi y de las cosas por las que pasamos antes de llegar a ese punto? No me lo podía creer. Y lo peor de todo ni siquiera era verlos todos los días caminando de la mano por los pasillos, o verlos besarse en el estacionamiento de los autobuses, siempre en el mismo horario. Lo que más me desgarraba el alma era no poder demostrarlo. Tenía que fingir toda la mañana y parte de la tarde, que descubrirlos juntos no me dolía, solamente para consolidar el poco orgullo que me quedaba. Lo único que me permitía hacer era buscar refugio en los brazos de mis amigos.

Y en ese preciso momento, tampoco podía. 

Si lo hacía, si efectivamente corría en busca de la protección de mi hermano, Scott, Lydia, o incluso Malia, temía confesar que en los últimos días, me había comenzado a sentir absolutamente extraña. 

Desde la noche en que descubrimos que mis heridas habían sanado antes de lo previsto, mi cuerpo ya no se sentía el mismo. 

Tenía hambre todo el tiempo, el cansancio ya no parecía formar parte de mi rutina habitual, estaba alerta hasta para ir al baño, y cualquier cosa que pasara, podría hacerme enfadar. Al principio sospeché que era culpa de mi ciclo menstrual, después de todo, eran los mismos síntomas que tenía cada vez que me llegaba la regla. Sin embargo, descarté la posibilidad en cuanto recordé que eso ya había sucedido en ese mes. 

Maquiné miles de respuestas e hipótesis con respecto a mi comportamiento, pero ninguna parecía tener sentido. No fue hasta que intenté localizar a Lydia por medio de mis habilidades de Ahereen y fallé, que comencé a verdaderamente preocuparme por mi estado. Pensé que todo volvería a la normalidad en cuestión de un par de días, pero ya habían pasado cinco, y nada parecía cambiar. En todo caso, todo empeoraba. 

Las únicas que sabían sobre mi situación eran Cher y Ariana. Y gracias a Dios que lo hacían, porque no podría con todo lo que estaba pasando en mi vida en ese momento. Simplemente explotaría si no tuviera con quien confesarme, pero, de nuevo, me irritaba no poder decírselo a mi familia o a la manda.

—¿Te sientes mejor, Maya? —preguntó la pelirroja cuando guardé un par de libros de mi casillero,  luego de habernos despedido de Cher. 

Ariana y yo teníamos período libre, en cambio, mi castaña amiga tenía clases con Theo y Scott, así que tuvimos que decirle adiós hasta la próxima hora. 

Me mordí el interior de la mejilla antes de responderle.

—He tenido mejores días.

—¿Aún te sientes rara? —cuestionó preocupada, con la voz casi quebrada. —¿No estarás enferma? —volvió a preguntar, colocando su mano sobre mi frente para sentirme la temperatura.

Rápidamente la aparté.

—No lo creo. No estoy muy familiarizada con enfermarme... y tú tampoco, ¿Banshee, Ahereen, recuerdas?

—Oh, cierto. —reaccionó, sonrojándose. —¿Entonces qué es lo que te está pasando? —preguntó retóricamente, comenzando a caminar fuera del establecimiento y dirigiéndonos a una de las pocas mesas vacías que había en el patio trasero. 

✓ | 𝐅𝐈𝐆𝐇𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐃𝐄𝐂𝐄𝐏𝐓𝐈𝐎𝐍, teen wolf²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora