10. About Souls And Regrets

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PRIMER ACTO | capítulo diez

Sobre Almas y Remordimientos


Para cuando Malia llegó a la Estación de policía, Kira nos había puesto a Lydia y a mí dentro de la oficina de mi padre. De esa forma, ella podría intentar frenar el sangrado de ambas. Aunque no parecía funcionar en Lydia, dado que ella no tenía la ventaja de poder autocurarse como yo lo hacía. La situación por la que la Banshee estaba atravesando nos preocupaba tanto a Kira como a mí.

Me sorprendió como la muchacha Kitsune se ocupó de nosotras, como se contuvo para no empezar a llorar al vernos tan... vulnerables, como se las arregló para movernos de un lado a otro sin ayuda de nadie y la forma en la que lograba darnos un poco de esperanza con tan sólo unas palabras. Kira de alguna forma había logrado empujar sus miedos a lo mas profundo de su mente para darle paso a una muchacha decidida a no aplastarse por nadie, casi se podía decir que ella ya no era el eslabón débil de la manada sino que su puesto había sido ocupado por Lydia y por mí.

Y aunque Kira era una muy buena amiga y me agradaba pasar tiempo con ella, no me gustaba sentirme inferior a nadie. 

Después de que Tracy me hiriera, pude mantenerme despierta un par de minutos pero cuando la sangre comenzó a coagular, el esfuerzo que intentaba hacer para curarme más rápido me terminó agotando por completo y simplemente caí en los brazos de Morfeo. Mi inconsciencia duró unos pocos minutos, según Kira. Sin embargo, me sorprendió que al despertar el dolor volviera a hacerse presente. Me preocupaba demasiado que se tratara del sufrimiento que Lydia estaba atravesando por culpa de Tracy y no la lesión que sus garras me habían causado. Dado que su alma y la mía estaban aferradas y yo podía sentir lo que Lydia cada vez que se lastimaba, no era buena señal que el dolor que yo experimentaba en mi cuerpo se produjera en el mismo lugar donde la Banshee había sido herida.

Una vez más, había fallado en proteger a Lydia. No sentía nada más que pena por mí misma; no me gustaba sentirme inferior a nadie pero yo no lograba hacer nada para que otras personas dejaran de sentirse superiores a mí.

—Cuidado. —escuché a mi padre susurrarle a la mujer coyote en cuanto ella colocó uno de sus pies en el lugar. Kira despegó su mirada del torso ensangrentado de Lydia, encontrándose con el rostro de Malia. Ésta, se acercó a nosotras en un movimiento automático para intentar ayudar a la chica de rasgos asiáticos.

—Malia. —Lydia la llamó desde el suelo con su voz quebrándose al instante. 

Pude sentir el esfuerzo que la Banshee intentaba hacer para comunicarse con Malia, por lo que el pecho me dolió como nunca antes, arrebatándome un quejido. No me sentía para nada bien puesto que estaba perdiendo demasiada sangre y los mareos que me provocaba el sangrado me daba ganas de vomitar, esto se incrementó cuando mi protegida intentó colocar una de sus manos en el lugar de su herida. Pues el movimiento repentino había ocasionado que la sangre en sus venas se transportara con más rapidez.

—¿Maya? ¿Lydia? —preguntó la mujer coyote con un ápice de preocupación, lo que me llamó la atención porque ella no acostumbraba a preocuparse por alguien que no fuera ella misma. Y no la culpaba. Malia había pasado ocho años de su vida, sobreviviendo al bosque y a todos los animales que lo habitaban. La única norma que debía seguir fue la que la llevó a desarrollar esa fachada de chica mala; "nadie importa más que tú misma". 

Yo apenas podía confrontar la situación de mi madre y la repentina obligación de ocultarme de mi familia; pero ella tuvo que vivir con la sensación de haber asesinado a su hermana y madre mientras que debía preocuparse por no morir de hambre, devorada por cualquier otro animal habitante del bosque o ser cazada por su propio padre.

Sin duda, Malia era la chica más fuerte que conocía.

—No es tan malo como parece. —intenté aligerar el ambiente, mientras sonreía en el suelo, rodeada de mi propia sangre y la de Lydia. No me era difícil mantenerme despierta o bromear sobre la situación pero si me resultaba agotador el apartar el dolor que sentía al rededor de todo mi cuerpo. Aunque intentara esconderlo, mis gestos me delataban.

—Malia. —Lydia la llamó, captando su atención. —Escucha. —le dijo. Su voz sonaba ida y temblaba demasiado, necesitaba que alguien se ocupara de ella lo más rápido posible o sino tendríamos que lamentar otra perdida. —Tracy... piensa que está dormida. Cree que está soñando, es un terror nocturno. —Lydia logró explicarle a la mujer coyote haciendo demasiado esfuerzo para mi gusto, y al escuchar como un quejido se escapaba de su boca al contraer el pecho para recobrar un poco de aire, no pude evitar sentirme extremadamente culpable por el estado en el que se encontraba la muchacha de pelo rojizo. 

No pude evitar pensar que ninguna de las dos estaríamos en esta posición si no hubiera sido por mi imprudencia. Sin tan solo hubiera hecho mi trabajo como era debido; nada de esto habría pasado y mi protegida no estaría en el suelo desangrándose. Todo era mi culpa y ahora Malia debía encargarse de la adolescente, empeñándose en derrotar sus instintos salvajes para salvar a Tracy y no acabar con la vida de la muchacha en el intento. 

Malia intentó hablar con nosotras para buscar respuestas pero se lo impedí, pues no había mucho tiempo y la madre de Lydia corría peligro. 

—No está soñando. —la corté, antes de pudiera decir algo. —Tracy no está dormida, haz que lo entienda.

—Malia. —esta vez mi padre la llamó. La expresión en el rostro de la muchacha era indescriptible, era una mezcla de varias emociones, sin embargo, el miedo era lo que se podía apreciar con suma claridad. Malia tenia miedo a fallar, miedo a defraudarnos, miedo a lo que podría escuchar. —Sótano. Ellas están en el sótano.

—¿Ellas?

—Tracy y mi madre. —el susurro de Lydia retumbó en mi cabeza por varios minutos, incluso cuando Malia se dirigió al sótano. La forma en la que lo había dicho, me había roto el alma. Ella había perdido toda esperanza de salir victoriosa en esta batalla y todo era por culpa de mi incompetencia. 

Mi mirada estaba perdida en la nada, podía observar a mi padre diciendo mi nombre pero yo no oía nada. Estaba demasiado sumergida en mis pensamientos como para prestarle atención a lo que sucedía a mi al rededor. 

Cuando por fin pude desconectarme de mí misma, Scott y los demás incluyendo Theo, se habían adentrado al lugar. 

Theo se acercó a mí con rapidez desabrochándose el cinturón con la intención de colocar el mismo al rededor de mi pecho cubierto de mi propia sangre, sin embargo lo detuve antes de que pudiera hacer algo.

—No. —susurré con mi voz entre cortada. Sostuve la mano que Theo estaba utilizando para alzar mi cuerpo y colocar el cinturón al rededor de mi pecho, y la aparté. Me observó confundido. —Lydia lo necesita más que yo. 

—Pero si no lo hago, morirás. —respondió sujetándome con más fuerza. 

—Créeme. —susurré, intentando no sucumbir al dolor que comenzaba a fortalecerse en la zona izquierda de mi abdomen donde Lydia estaba herida. Sujeté el brazo de Theo con toda la fuerza que me quedaba para acercarme a su rostro. —Lo haré si no la salvas a ella primero. 

Theo asintió no muy convencido, separándome de su anatomía y dirigiéndose a Lydia para hacerle un torniquete en el lugar de la lesión. 

Una vez en el suelo, observé a mi hermano con ojos bien abiertos, mirándome hecho una estatua y sintiéndose impotente. 

✓ | 𝐅𝐈𝐆𝐇𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐃𝐄𝐂𝐄𝐏𝐓𝐈𝐎𝐍, teen wolf²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora