✓ | 𝐅𝐈𝐆𝐇𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐃𝐄𝐂𝐄𝐏𝐓𝐈𝐎𝐍, teen wolf²

14. Ordinary Teenager

PRIMER ACTO | capítulo catorce

Una adolescente normal

Acomodé mi chaqueta de cuero sobre mis hombros y enganché mi brazo con el de Liam al tiempo que él revisaba su teléfono y nos dirigíamos por la parte trasera de la discoteca.

Los chicos me habían pasado a buscar en el auto de Mason hacía un par de minutos, el lugar en donde la fiesta se llevaba a cabo quedaba a un par de cuadras de mi casa, por lo que no nos tomó mucho tiempo llegar allí. Desde el momento en el que había puesto mi trasero en el asiento de atrás del auto, Liam no había despegado sus ojos de su celular lo que me enloquecía. Yo quería pasar tiempo con él pero lo único que mi novio quería hacer era chequear una y otra vez su celular, sin embargo, al parecer no solo a mi me molestaba sino que Mason también se sentía un tanto incómodo con las acciones de su mejor amigo dado que siempre le miraba de reojo y suspiraba al ver que no despegaba la cabeza de su celular.

Luego de aquel altercado con Theo y el muchacho perdido en la calle, me había visto forzada a realizarme una mascarilla de quince minutos con el objetivo de calmar mis nervios por completo, lo último que quería era sufrir de estrés a mis dieciséis años. Ése era el trabajo de Stiles, no el mío, yo tenía que seguir mi papel de hermana cool y para lograrlo debía evitar que aquel muchacho estúpido pero escalofriante me arruinara la vida.

Había elegido mi outfit en un par de minutos y ciertamente estaba bastante contenta con el resultado, la falda tubo corta con lentejuelas doradas que Cher me había prestado se pegaba a mis caderas de una manera magnifica, la musculosa crepé con el escote bastante prominente, que era cortesía de mi guardarropa, estaba metida en la falda, por encima de mis hombros una chaqueta de cuero me cubría del frío y unos tacones negros hacían de mis piernas algo envidiable. Mi cuello estaba decorado con un Choker, mis manos con un par de anillos pertenecientes a mi tía y madre, y por último una pulsera dorada en mi muñeca derecha. Ambos muchachos me elogiaron al salir de la puerta principal de mi casa, Liam ganándose un beso en los labios y Mason un gran abrazo.

—¿Podrías guardar tu teléfono por cinco minutos? —el moreno le rogó molesto y poniendo su brazo en el estómago de Liam, frenándolo. —Scott puede aullar si te necesita.

Un gemido se escapó de mi garganta al escuchar aquella broma de hombre lobo, provocando que mi boca se abriera ante la sorpresa y que una sonrisa amenazara con aparecer. Liam me observó con cara de pocos amigos.

—Sólo siento que debería estar haciendo algo. —dijo finalmente guardando su celular en el bolsillo trasero de su pantalón y tomando mi mano, entrelazando nuestros dedos.

Ahí estaban aquellas mariposas.

—Lo estás. —le aseguró. —Eres mi compañero. Y considerando la condición de mi vida amorosa, necesito un compañero, un copiloto y un aeromozo guapo.

—Definitivamente no soy tu aeromozo guapo.

—No, no lo eres. —respondí segura de mí misma. —Porque resulta que esta noche trabajas para mí. —sonreí ante mis palabras y observé divertida la forma en la que las mejillas de Liam se sonrojaban. Le dí un beso en una de ellas sorprendiéndolo con mis movimientos.

La cara de Mason era todo un poema para ese entonces.

—Bueno, hay opciones limitadas, pero al menos aquí puedes emborracharte. —lo siguió animando mientras más nos acercábamos a la puerta trasera del lugar.

Mason había dicho que una conocida de él nos iba a dejar entrar dado que aún éramos menores de edad pero para que ella accediera a hacerlo, tendríamos que aparecer en la parte trasera del club nocturno. De esa forma sus superiores no se enojarían con ella y nadie se daría cuenta de que nos habíamos colado sin hacer fila, sin pagar ni mostrar nuestras identificaciones.