9. Protecting Is More Than Just A Word

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PRIMER ACTO | capítulo nueve

Proteger Es Más Que Una Palabra


Natalie Martin tenía una cita. Mi padre. 

Al principio no supe como reaccionar, si estar contenta por mi padre y su nuevo intento de relacionarse con otras mujeres o preocuparme por el peligro que él corría al estar cerca de Natalie en eso momentos. Tracy estaba cerca de la estación de policía, intentando acercarse a la señora Martin para herirla o hasta incluso más. Y estaba cien porciento segura de que a la mujer lobo no le importaría lastimar a un par de personas antes de llegar a su objetivo principal.

Al enterarnos de los siguientes pasos que Tracy daría, las tres salimos disparadas de la casa para advertirle a la madre de Lydia lo que pasaría. Su hija no dudó en pisar el acelerador, una vez que todas estábamos dentro de su auto, para dirigirse hacia la Estación de Policía.

—Mamá, se acerca. —Lydia habló, haciendo una entrada triunfal en el lugar. Kira y yo llegamos tan solo unos segundos detrás de ella, encontrándonos con mi padre hablando con uno de sus agentes a un lado de las puertas de entrada y a Natalie en medio de la comisaría. Observando a su hija confundida. —Tracy viene por ti.

—¿Qué? —la señora Martin no entendía nada, se le notaba en el rostro. Su frente estaba arrugada, expresando su confusión mientras que el temblor en su voz nos decía que tenía miedo. Miedo a lo que podría llegar a pasar. —¿Qué quieres decir con "por mí"?

La vos de la cita de mi padre se vio interrumpida por un gruñido que provenía del techo. Todos observamos hacia arriba, sabiendo que Tracy era la causante de ello. 

La castaña se encontraba en el techo, sujetándose a éste con sus garras. Ella nos mostraba sus afilados colmillos y gruñía con enojo, algo en ella me desconcertó por completo pues Tracy poseía garras de lobo pero la cola que se movía de izquierda a derecha en la parte baja de su espalda, me daba a entender otra cosa. 

Nunca, en mis cortos nueve años de experiencia sobrenatural, había visto una cosa igual. Es decir, los lobos tienen cola y es posible que un hombre lobo se convierta por completo, pero éstos no tienen escamas en su cola. Era completamente diferente a lo que uno estaba acostumbrado a ver en Beacon Hills, estaba completamente segura que ni Deaton había visto algo como esto hasta ahora.

Una pelea se desató en cuanto Tracy decidió tocar el piso con sus pies. 

Mi padre intentó luchar contra ella pero por más esfuerzo que él hiciera, Tracy siempre tendría su fuerza sobrenatural de su lado. Ella logró zafarse de mi padre con rapidez lastimándolo en el brazo y dejándolo paralizado, fue en ese momento en el que decidí atacar. No iba a dejar que ella se saliera con la suya, no sin luchar primero.

—¡Maya, cuidado! —intentó advertirme mi padre, quien yacía en el suelo observando todo sin poder hacer mucho. Me tomé un segundo para observar a Tracy pues nunca me había enfrentado con algo como eso, no sabía como iba a resultar pero esperaba que nadie mas saliera herido. 

Sin apartar mi mirada de los ojos amarillos de aquel espécimen, suspiré oprimiendo el botón que abría mi arco desplegable. Haré lo mejor por mantener a todos a salvo.

Saqué una de mis flechas de mi carcaj y disparé hacia Tracy, sin importarme que la punta de mi arma pudiera tocar su rostro. Sin embargo, no fue así. Sus reflejos fueron mas rápidos que los míos por lo que llegó a capturar la flecha antes de que se incrustara en su cráneo, me lanzó una mirada de odio mientras sus ojos cambiaban de color y partía la saeta a la mitad. No me dio tiempo para respirar puesto que se abalanzó hacia mí con toda su fuerza, gruñendo. Logró desestabilizarme y tirarme al suelo, nos golpeábamos en el suelo tratando de liderar una batalla no tan justa.

Esquivé muchos de sus arañazos y logré clavarle dos de mis flechas en su pierna derecha, no obstante, en un segundo de debilidad por mi parte, logró arañarme el pecho. Me desgarró la remera que tenía puesta enterrando sus garras lo más profundo que pudo.

Me quejé en cuanto sus garras me tocaron y no pude evitar arquear mi espalda ante aquel ataque, ya que un de sus uñas se había atascado con un trozo de mi piel.

—¡Maya! —escuché a mi padre gritar mi nombre con desesperación.

Sentí como la sangre comenzaba a brotar de mi cuerpo sin freno, cuando Kira comenzó a batallar con Tracy en mi lugar y Lydia se mantenía pegada a la pared a unos centímetros de la pelea.

El estómago me ardía como si me hubieran arrojado ácido y los gruñidos por mi parte no tardaron en llegar. Era tanto el dolor que sentía en ese momento, que no pude impedir que varias lagrimas se escaparan de mis ojos mientras intentaba no pensar en la sangre brotando de los rasguños causados por Tracy. Con las pocas fuerzas que me quedaban, intenté para el sangrado presionando la herida con mis manos pero de todas formas no podía tapar la lesión del todo ya que cubría casi la mitad de mi pecho. 

Justo en el momento en el que iba a intentar hacer mayor presión, sentí como mi cuerpo se paralizaba y mi cerebro no podía mandarle una señal a ninguna de mis extremidades para que se movieran.

 —Mamá, corre. ¡Corre! —oí a Lydia gritarle a su madre desesperadamente. Cuando Natalie se dio la vuelta para alejarse del lugar, Tracy sumergió la punta de su cola en uno de los costados del torso de Lydia. Dejándola caer al suelo, aferrando una de sus manos en su herida.

Inmediatamente otro dolor intolerable se presentó en mi cuerpo en el mismo lugar donde Lydia estaba lastimada, ahora ambas heridas se unían en una sola pero que dolía cinco veces más de lo que ya sentía. Mi cuerpo comenzaba a cansarse.

—¡Lydia! —gritó su madre frenando su huida. —¡Lydia!

No pude observar con certeza lo que sucedía a mi alrededor, estaba demasiado aturdida en ese momento como para interesarme en la lucha de Kira. Sentía dolor por todo mi torso pero me sentía impotente porque no podía hacer nada para calmarlo.

La cola de Tracy cayó a un lado mío, al mismo tiempo que una luz amarilla iluminaba toda la estación de policía; un aura diferente a la que solía proteger a Kira ahora se encargaba de rodearla por completo. Tracy aprovechó el segundo en el que la chica asiática se distrajo para escabullirse hacia donde la señora Martin se encontraba.

Fue entonces, cuando la desesperación realmente me poseyó. Pues un espasmo me recorrió el pecho y provocó que la sangre comenzara a derramarse por el suelo con más rapidez, comenzaba a preocuparme que la herida no intentara sanar después de que pasaran varios minutos desde que Tracy me había lastimado. Me forcé a mi misma para curarme y a cambio, la sangre comenzó a coagular. Sin embargo, sabía que no me quedaba mucho tiempo de consciencia. 

✓ | 𝐅𝐈𝐆𝐇𝐓𝐈𝐍𝐆 𝐃𝐄𝐂𝐄𝐏𝐓𝐈𝐎𝐍, teen wolf²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora