Las vacaciones terminaron, sus padres se fueron pero los recuerdos tan alegres de los días. Sirius se había interesado más en su sobrina, como era, que le gustaba. Aún cuando en apariencia se parecía a su hermana. En actitud era muy diferentes. Realmente eran familia. Algo que a Harry Potter no le gustaba. Sonaría egoísta ,queriendo la atención de su padrino a cualquier momento. Ciertamente deseaba que Alaria volviera con sus padres muggles, y no entrara en la vida de Sirius. Pues desde esa navidad, no le prestaba mucha atención. tanto que lo había dejado con Snape mientras el ayudaba a Alaria a alimentar al hipogrifo. Black era el mejor tío para Alaria. Volviendo a Hogwarts todo había Sido completamente normal. Sus amigos, el estudio. Las sesiones con Snape en Legemerancia y Oclumancia que no coincidieran con las de Harry Potter. Hasta que llegó el profeta anunciando una fuga en masa, todos ellos mortífagos. Alaria se acercó a Draco lentamente.
—Rubio desteñido— se acercó susurrando. El la miro con mala cara—. ¿Ella no es la hermana de tu madre?
El la miró. Mientras asentía. Realmente no se sentía orgulloso de ello.
—Esta loca— se encogió de hombros. Para seguir comiendo. Alaria miró fijamente a aquella mujer. Si parecía algo loca. Se encogió de hombros. ¿Quien era para juzgar? Abajo de ella estaba otro nombre, Alarik Castle. Un hombre de cabellos negros y mirada profunda. No había un letrero que dijera por qué estaba en Azkaban. Estaba pacífico. Cómo si fuera normal.
Después de dió cuenta de que el ministerio culpaba a su Tío Sirius Black. El único hombre capaz de burlar la seguridad de Azkaban. Se molestó. Pero la mirada de Dumbledore le advirtió. Gruño maldiciendo no haber cerrado su mente. Snape también la miró con desaprobación. Seguramente la siguiente clase sería peor. Las clases continuaron. Y en los siguientes días había una cosa que importaba más. Los once mortífagos que escaparon de Azkaban. Y su posible ayudante. Sirius Black. Lo que recaía en ella. Ella era su sobrina. Su pariente más cercana.
Alaria caminaba con elegancia y tranquilidad haciéndose de los oídos sordos sobre la habladurías de su tío. Y de ella misma. Hasta que se topo con un grupo Gryffindor. Todas mirándola mal. Alaria era paciente, pero odiaba mucho que esa paciencia se le acaba. Pues explotaba. Así era.
—Ella seguramente ayudo a su tío— susurro una de ellas—. Seguro tiene la marca.
La serpiente se detuvo. Causando millones de paros cardíacos a esas leonas. Se giró sobre si para mirarlas con frialdad. Una mirada digna del señor tenebroso. Camino hasta ellas con una sonrisa.
—He oído su conversación— ellas temblaron—. Me sorprende que unas mocosas de la casa de los valientes estén temblando ahora— se acercó un paso más—. Si son tan valientes para pertenecer a Gryffindor, díganme todo a la cara— ellas se mantuvieron en silencio—. Dónde se atrevan a abrir su boca para hablar sobre temas que desconocen, quedarán calvas para siempre.
Alaria se dió la vuelta. La alumna cabecilla de ese grupo se levantó e inconsciente grito.
—¡Eres una zorra!— Alaria sonrió divertida.
Se dió la vuelta una vez más. Estaba furiosa si. Pero ese insulto ya lo había utilizado la mitad de la población femenina en todo Hogwarts. Levantó su varita. Las chicas que estaban con ella se asustaron aún más. Y la chica también ,pero como había dicho. Era una Gryffindor.
—¡Ava...!— la joven que la enfrente comenzó a llorar. Alaria se acercó a ella. No había hecho ninguna maldición imperdonable. No lo haría por una adolescente estúpida. Tomó su cara—. Más que un león eres una gatita, asustada y débil— apretó su mentón y se acercó a su oreja—. Vuelve a meterte conmigo y mi familia, verás lo que una Black puede hacer...
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•°Obscurial°•
Fanfiction"Si no me controló podría destruir todo, y no quiero destruir lo único que tengo. Lo siento por ser una carga" Esta obra está ambientada desde el quinto libro en adelante. Todos lo derechos de autor son reservados para J.K Rowling, a excepción de Al...