•°Harry v.s Alaria°•

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Con el nuevo profesor, Severus Snape ascendió a lo que siempre quiso, defensa contra las artes oscuras. Alaria estaba muy feliz. El amargado profesor era algo divertido si rascabas bien su superficie. Las clases habían comenzado tan rápido como pudieron. Despejando a la chics. Con millones de deberes resueltos en clase, para no tener que estar de nerd como Hermione Granger. Alaria se había levantado ,se peino con un movimiento de varita. Extrañaba la compañía de Hope. Pero era mejor estar sola. Para comenzar a practicar sus maleficios. Miró su brazo derecho, la marca reposaba ahí. Al contrario que todos los mortífagos que era en la izquierda. Aún estaba roja, y dolía al tacto. Lo peor era cuando el te hablaba. Ardía a tal punto que no sabía si podía soportarlo. Salió de su sala común en dirección al gran comedor. Movió sus caderas. Sinceramente para su gusto, había crecido un poco más. Aún era muy delgada, pero ya era su complexión normal. Con sus buenas calificaciones había logrado tener autorización para todas las asignaturas que pidió en EXTASIS. Tomó la mano de Theo para sorprenderlo. El salto de su lugar. Alaria se poso frente a el.

—¿Vas a tomar todos tus asignaturas?— el hizo una mueca asintiendo—. ¿Qué harás después de la escuela?

—Creo que seré Medimago— sonrió ilusionado. Alaria sonrió tontamente.

—Yo no sé que seré— suspiró, realmente existía la posibilidad de que no llegue a ser nada—. Pero vamos, nos toca DCAO.

Theo sintió un jalón ,camindo junto a ella llegando a la fila. En ese momento se abrió la puerta del aula y Snape salió al pasillo. Como siempre, dos cortinas de grasiento cabello negra enmarcaban el amarillento rostro del profesor. De inmediato se produjo silencio en la cola.

—Adentro —ordenó.

Alaria miró alrededor mientras entraba con sus compañeros en el aula. La estancia ya se hallaba impregnada de la personalidad de Snape: pese a que había velas encendidas, tenía un aspecto más sombrío que de costumbre porque las cortinas estaban corridas. De las paredes colgaban unos cuadros nuevos, la mayoría de los cuales representaban sujetos que sufrían y exhibían tremendas heridas o partes del cuerpo extrañamente deformadas. Los alumnos se sentaron en silencio, contemplando aquellos misteriosos y truculentos cuadros. Sinceramemte Alaria se sentía cómoda en ese ambiente.

—No les he dicho que saquen sus libros —dijo Snape al tiempo que cerraba la puerta y se colocaba detrás de su mesa, de cara a los alumnos; Hermione dejó caer rápidamente su ejemplar de Enfrentarse a lo indefinible en la mochila y la metió debajo de la silla, Alaria la miró mal—. Quiero hablar con ustedes y quiero que me presten la mayor atención—Recorrió con sus negros ojos las caras de los alumnos. Alaria alzó sus dedos saludando—Si no me equivoco, hasta ahora han tenido cinco profesores de esta asignatura.

“Solo Lupin y tú son competentes” pensó Alaria con una sonrisa ladeada.

—Naturalmente, todos esos maestros habrán tenido sus propios métodos y sus propias prioridades. Teniendo en cuenta la confusión que eso les habrá creado, me sorprende que tantos de ustedes hayan aprobado el TIMO de esta asignatura. Y aún me sorprendería más que aprobarán el ÉXTASIS, que es mucho más difícil—Empezó a pasearse por el aula y bajó el tono de voz; los alumnos estiraban el cuello para no perderlo de vista—. Las artes oscuras son numerosas, variadas, cambiantes e ilimitadas. Combatirlas es como luchar contra un monstruo de muchas cabezas al que cada vez que se le corta una, le nace otra aún más fiera e inteligente que la anterior. Están combatiendo algo versátil, mudable e indestructible.

Theo se sentía completamente maravillado. Y es que todo Slytherin estaba orgulloso de su ex jefe de casa.

—Por lo tanto —continuó el profesor, subiendo un poco la voz—.Sus defensas deben ser tan flexibles e ingeniosas como las artes que pretendéis anular. Estos cuadros —añadió, señalándolos mientras pasaba por delante de ellos—. Ofrecen una acertada representación de los poderes de los magos tenebrosos. En éste, por ejemplo, pueden observar la maldición cruciatus —era una bruja que gritaba de dolor—. En este otro, un hombre recibe el beso de un dementor —era un mago con la mirada extraviada, acurrucado en el suelo y pegado a una pared—. Y aquí vemos el resultado del ataque de un inferius —era una masa ensangrentada, tirada en el suelo.

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