•°Debilitada°•

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Alarik entro a la habitación donde Alaria se reunía con un par de mortífagos. Ella guardo silencio causando que las personas que estaban con ella hicieran lo mismo. Brindo una sonrisa y estos desparecieron.

—¿Que estabas haciendo?— pregunta Alarik chocando sus pulgares.

Alaria relamío sus labios.

—Nada— esbozó una sonrisa con un toque de maldad pero nuevamente perdió esa sonrisa convirtiéndola en un gesto serio —. ¿Estás bien?— frunce el ceño—. Te ves pálido... Papá.

—Ah yo...

Alaria hizo una mueca, giró sobre su talones tomando su capa.

—Debo irme.

—¿A dónde vas?

Ella no respondió mientras acomodaba su capa con rapidez a medida que su marca ardía infernalmente. Su palidez había vuelto. Comenzó a caminar rápidamente hasta llegar a la oficina donde Voldemort se encontraba.

—Es hora, Merope— siseó con ojos filosos—. Debemos ir por el niño.

—Mi señor... — ella hablo con neutralidad.

El no respondió y rápidamente salió. Alaria mordió su labio fuertemente obligando a obedecer al sin nariz. Alarik que había seguido a su hija sin saber que era lo que iba a pasar.

—No lo recuerdas— dijo Narcisa asustada—. Hoy Potter iba a ser movido.

—¿Era hoy?

—Si, Alarik.

Tanto como Riddle y Black volaban sin prisas. La menor con mucha más libertad ya que su capacidad para volar era por su propio obscurial.

La azabache sentía una presión en su pecho, era la primera vez que se mostraría ante la orden del Fénix como una miembro de los mortífagos. Le aterraba ver a Remus y Dora.

Sabía que los había decepcionado.

Le dolió la primera vez que los vio en la torre de astronomía. Y ahora lo hacía aún más.

Pero era lo que su madre hizo antes de morir, ella había sacrificado todo y tenía que seguir con lo que su madre dejo a medias.

Poco a poco los sonidos de la batalla y hechizos de un lado a otro. Tanto Voldemort con su ahijada se detuvieron, tomando en cuenta de que había seis Potter en la escena con un respectivo guardian.

—¿Dónde está el verdadero Potter?— gruñó molesta sacando su varita.

—¿No es obvio, Merope?— pregunta con burla hacia la estupidez de su ahijada—. Con el más fuerte.

Los ojos de Alaria captaron el momento exacto en el que Severus Snape desviaba una maldición que iba a tocar a un Potter cortándole solamente la oreja.

Al estar en medio del caos, se deslizó por el aire ayudando a ese Potter por qué iba a caerse de la escoba.

—Ten cuidado, cuatro ojos— se alejó disimuladamente dejando confundido a George Weasley.

—¡Mi señora Merope!— la voz chillona de Bellatrix llena de exitacion y alegría llegó a sus oídos—. ¡Venga a ver cómo mato a estos traidores!

Nymphadora Tonks abrió los ojos. Era realmente ella. Su prima. Incluso si la habían visto en la batalla de astronomía no quiso creerlo.

Su cabello estaba más largo que la última vez que la vio, sus ojos parecía más hundidos y la palidez de su rostro era más notable, se veía más delgada. Casi enfermiza.

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