•°Escape de emergencia°

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Alaria chasqueaba su lengua, como banquillo para descansar sus pies se encontraba el radio, había logrado escuchar la trasmisión del Potterwacht.

No fue muy difícil a decir verdad.

Claro que no había muchas cosas buenas de ella. De hecho todas las muertes que se mencionan se relacionan directamente con ella.

Estaba agradecida de haber escondido a la familia Tonks. Escucho a Lupin en la radio junto a Nymphadora era agradable saber que seguían fuera del radar.

Bajo a la sala de la mansión, debía comenzar a moverse. Es la segunda vez que Voldemort visistana a Grindelwald, la primera por idea de Alarik, pero este le desprecio tanto que no pudo quedarse ahí.

Ahora que sabía más acerca de la varita gracias a ella, y que fue Grindelwald quien la tuvo por última vez lo motivo a ir para verlo nuevamente. Incluso si era despreciado debía saber su ubicación.

Black podía estar muy satisfecha, le gustaba la expresión del hombre cuando estaba molesto e indignado.

—¿Qué es esto?

La espantosamente conocida y arrastrada voz de
Lucius Malfoy llegó a los oidos de Alaria. Estaba dispuesta a ignorarlos hasta que escucho a su tía Cissy hablar.

—Dicen que tienen a Potter—dijo la fría voz de
Narcissa—. Draco, ven aquí... Rik, llama a Merope.

Harry no se atrevió a mirar directamente a Draco,
sino que lo miró de soslayo: una figura ligeramente más alta que él levantándose de un sillón, su cara un pálido y puntiagudo borrón bajo el cabello rubio blanquecino.

Greyback obligó a los prisioneros a girarse de nuevo para colocar a Harry directamente bajo la lámpara de araña.

—¿Bien, chico? —raspó el hombre lobo.

Harry estaba de cara a un espejo sobre la chimenea, un enorme objeto dorado en un marco intrincado y con volutas. A través de las ranuras de sus ojos vio su propio reflejo por primera vez desde que dejaron Grimmauld Place.

Su cara estaba enorme, brillante y rosa, todas sus
facciones distorsionadas por la maldición de Hermione. El cabello negro le llegaba a los hombros y había una sombra oscura en su mandíbula. Si no supiese que estaba allí parado, se habría preguntado quién llevaba sus gafas. Decidió no hablar, porque su voz seguramente lo delataría; aún así evitó mantener contacto visual con Draco cuando este se acercó.

—¿Bien, Draco?—dijo Lucius Malfoy. Sonaba ávido—. ¿Lo es? ¿Es Harry Potter?

Rik salió de la sala completamente molesto por la estupidez de Potter. La azabache ya estaba ahí, mirando todo desde la sombras.

—Esto pasaría, Potter es el único que dice el nombre de Valdomero con tanta regularidad, tendria que caer en la trampa tarde o temprano— suspiró la joven.

—Yo esperaba más tarde que temprano.

—No puedo… no puedo estar seguro—dijo Draco.

Estaba manteniendo las distancias con Greyback, y parecía tan asustado de mirar a Harry como Harry lo estaba de mirarlo.

—¡Pero míralo detenidamente, míralo! ¡Acércate más!

Lucius Malfoy estaba tan entusiasmado.

—Draco, si somos los que le entregamos a Potter al
Señor Tenebroso, todo será perdon…

—Ahora, no nos olvidemos de quién lo atrapo en
realidad. Eso espero, señor Malfoy—dijo Greyback
amenazador.

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