•°La disculpa°•

410 71 8
                                    

El cielo parecía advertir lo que estaba apuntó de pasar, nubes negras que ocultaban el cielo y la luna por completo. El castillo estaba tranquilo, pero el cielo con lo del cielo era algo perturbador. Pues ahora solo estaban las antorchas iluminando todo la profesora McGonagall tenía un cierto presentimiento amargo en su boca. Apresuró a las niñas que aún caminaban por los pasillos para que volvieran a sus habitaciones, pues se habían saltado la cena. Remus Lupin , Nymphadora Tonks y Bill Weasley hacían rondines a petición de Dumbledore. Hermione Granger tomó la mano de Ron Weasley mientras miraban el galeón del E.D por si lo necesitaban. Se giraron en conjunto para ir por el mapa del merodeador. Todo estaba siendo controlado por todos los maestros del colegio.

Draco abrió los ojos, no había visto a sus amigos en todo el día. Después de desmayarse por su falta de nutrientes y insomnio. Su cuerpo quería pasar factura. Siempre que venían sus amigos a verle, solo fingía dormir. Sus pies tocaron el frío suelo ,la espalda encorvada mientras el nudo de su estómago se hacía muy pronunciado. Cerró los ojos intentando cesar su reciente ataque de ansiedad. Se vistió con un movimiento de varita. Sus zapatos chocaron con el suelo iniciando su trayectoria. Caminar con rapidez y cautela para evitar a los recientes rondines que el viejo había pedido para vigilar todo. Llegó al tercer piso. Paso tres veces antes de que la puerta se abriera y dejada ver montones y montones de cosas al alzar, incluso los espacios parecían calles sucias. Deslizó su cuerpo hasta el gran armario. Sus dedos se enredaron en la manta jalando con fuerza creando una nube de polvo. Levantó su varita recitando el hechizo. Como un cantico.

Las puertas se abrieron de par en par. Una oleada de neblina muy espesa. El primer tacón chocó con el suelo, para después bajar el otro, su cabello salto en su espalda y hombros. Ojos fríos queriendo irse de ahí sin hacer nada de lo que estaban planeando. Avanzó para dejar que los demás Mortífagos que venían detrás salieran del armario. Sus brazos se aferraron al cuello de su amigo mientras hundía su cara en el hueco de su cuello.

-Te extrañé, Dragoncito- susurro para no mostrar debilidad ante los demás

El acepto su afecto.

-Yo también, Ara- siseo.

Ella sonrió mientras se separaban. Acomodó sus vestimentas.

-¿Dónde está el?- quiso saber Alecto con emoción.

-En el bar de Rosmerta- menciono con frialdad -. Volverá, solo debemos invocar la marca tenebrosa en la torre de astronomía.

-Bien, entonces vamos- ordenó Alaria.

El los detuvo, busco entre las cosas, encontrando el brazo reseco y horrible.

-Hay vigilancia, solo es para dejarnos libre el camino- menciono con nerviosismo.

Salió dejándolos unos minutos solos. Volvió, pero está vez no estaba solo. Katherine Volkova estaba ahí. Alaria rodó los ojos. Pidió que lo siguieran sin separarse. Todos obedecieron. En el pasillo había una nube oscura. Supo entonces que era polvo peruano de oscuridad instantánea. Salieron de ella rápidamente gracias a la mano de la gloria de Draco. Parecía una estampida caminando para llegar y presenciar la muerte del mago más poderoso. El único que se interponía entre Voldemort y la conquista del mundo mágico y no mágico. La luz volvió a sus ojos, comenzando a dirigirse a la torre de astronomía.

-Aun traes tu uniforme de Ravenclaw- despreció uno de los Mortífagos.

Katherine sonrió.

-Eso demuestra que soy mucho más inteligente que ustedes ... serpientes- Alaria rodó los ojos evitando que la matarán.

Por más que quisiera. Necesitaban a todos los magos de sangre pura. Y ella lo era muy a su pesar. Hubo un hechizo que pasó muy cerca de ella. Moviendo su cabello. Giró sobre sus pies con rapidez deteniendo el otro hechizo que venía en su contra. Revelando su rostro por primera vez desde que la se unió a los Mortífagos. Tenía una blusa verde esmeralda unos pantalones ajustados negros al igual que sus tacones, y su túnica. Sus ojos chocaron contra los de Remus. Podía ver la decepción en ellos. No aguantaba. Quería gritarle que era un plan. Que ella no era mala. No del todo. Pero le era imposible, se quedó sin voz. Apretó los labios creando una sola línea.

•°Obscurial°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora