Collar

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Los ojos de Alaria estaban concentrados en la mujer que se encontraba suspendida en el aire. Con la espalda recta golpeaba con suavidad la mesa para evitar hacer un sonido molesto para el hombre serpiente que tenía a su lado. Tenía el asiento a su lado derecho. Todos los mortífagos más fieles estaban con el. Entre ellos siempre destacaría su joven ahijada. Y más poderosa arma para tomar el mundo mágico. Alarik había evitado sentarse en el lado izquierdo de Voldemort, quedándose junto a la joven Black. La puerta se abrió en rapidez.

El estudio estaba lleno de gente silenciosa, sentada a lo largo de una mesa ornamentada. El mobiliario usual de la habitación había sido empujado descuidadamente contra las paredes. La iluminación provenía de un rugiente fuego bajo una hermosa chimenea de mármol trasmontada por una ventana dorada. Snape y Yaxley se demoraron un momento en el umbral. Cuando sus ojos se acostumbraron a la falta de luz, fueron atraídos hacia adelante por los extraños rasgos de la escena de una figura humana aparentemente inconsciente que colgaba bocabajo sobre la mesa, revolviéndose lentamente como suspendida por una cuerda invisible, y reflejada en el espejo y en la desnuda y pulida superficie de la mesa de abajo. Ninguna de las personas
sentadas bajo esta singular visión estaba mirándola excepto por claramente Draco y Alaria, la última no parecía sentir pena por la mujer

-Yaxley, Snape-dijo una voz alta y clara desde la cabecera de la mesa-. Llegan convenientemente tarde.

El que hablaba estaba sentado directamente ante el fuego, así que fue difícil, al principio, para los recién llegados divisar algo más que su silueta. Cuando se acercaron, sin embargo, su cara brilló a través de las sombras, sin pelo, con aspecto de serpiente, con rajas por nariz y brillantes ojos rojos cuyas pupilas eran verticales. Estaba tan pálido que parecía emitir un brillo perlado.

Junto a el su ahijada, el cabello liso, rostro pálido que parecía ser lo único blanco en todo el lugar. Llevaba un poco de maquillaje para ocultar el cansancio de su rostro. En su mano se podía ver aquel brazalete de serpiente que parecía deslizarse por el brazo en un bucle sin fin.

-Buenas noches- dijo Alaria con cortesía sacando de su ensoñación a el hombre que mató a Albus Dumbledore.

-Severus, aquí-dijo Voldemort, señalando el asiento a su inmediata izquierda-. Yaxley... junto a Dolohov.

Los dos hombres ocuparon sus lugares asignados. La mayoría de los ojos alrededor de la mesa siguieron a Snape. Alarik tomó la palabra un poco hastiada de la cena del hombre que más odiaba.

-¿Y?

-Mi Señor, La Orden del Fénix tiene intención de trasladar a Harry Potter de su actual lugar seguro el próximo sábado, al anochecer.

El interés alrededor de la mesa se agudizó
palpablemente. Algunos se tensaron, otros se inquietaron, todos miraban fijamente a Snape y Voldemort. Alaria soltó un sonido de fastidio sin ser reprendida por la serpiente humana. Pues estaba tan concentrado en el asesinato del niño que frustraba sus planes

-Sábado... al anochecer-repitió Voldemort. Sus ojos rojos se fijaron en los negros de Snape con tanta intensidad que algunos de los observadores apartaron la mirada, aparentemente temerosos de que ellos mismos resultaran quemados por la ferocidad de la mirada. Snape, sin embargo, devolvió la mirada tranquilamente a la cara de Voldemort y, después de un momento o dos, la boca sin labios de Voldemort se curvó en algo parecido a una sonrisa-. Bien. Muy bien. Y esta información proviene de...

-... de la fuente que hemos discutido-dijo Snape.

-Mi Señor.

Yaxley se había inclinado hacia adelante para mirar mesa abajo hacia Voldemort y Snape. Todas las caras se giraron hacia él.

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