•°Departamento de misterios°•

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Hope miró a Alaria. Algo no estaba cuadrando. Y ella misma se estaba dando cuenta. Ya había pasado por muchas puertas y no había una que tuviera un color tan llamativo y un súper letrero que dijera, “Departamento de misterios” la azabache detuvo un poco a Harry.

—¿Cómo sabías que Sirius estaba aquí?— pregunto finalmente.

—¡Lo ví,en la mente de Voldemort!— susurro justo cuando entraban a una habitación.

Alaria se maldijo a si misma. Era una serpiente y actuó como los tontos Gryffindors.

— Vámonos, Harry— pidió jalando su mano—. Sirius no está aquí— el la miró agitado.

—¡Lo ví!

—En la mente de un mago oscuro— le recordó—. No es fiable, vámonos, si es necesario ire a ver a Sirius a nuestra casa— dijo apresurada.

—Hazle caso ,Potter— escupió Hope—. Ya hubiéramos visto a el hombre.

—¡Está aquí! ¡Lo sé!— Nova miró a su amigo—¿No lo oyen? —preguntó Harry, pues los susurros y los murmullos cada vez eran más intensos. Hope y Black prestaron atención. Claro que las oian. Pero si se lo decían era darle más cuerda.

—Yo lo oigo —dijo Luna con un hilo de voz, también había bajado y contemplaba el velo—. ¡Ahí dentro hay gente!

—¿Qué significa «ahí dentro»? —inquirió Hermione, que bajó de un salto desde el último banco de las gradas. Parecía mucho más enfadada de lo que requería la ocasión—. No puede haber nadie «ahí dentro», eso sólo es un arco, no hay sitio para que haya nadie. ¡Basta, Harry, vámonos! —Lo agarró por el brazo y tiró de él, pero Harry se resistió—. ¡Hemos venido a buscar a Sirius, Harry! —le recordó con voz chillona, cargada de tensión.

—No está aquí, Harry , vámonos— también insistió la joven Black.

—Sirius —repitió Harry sin dejar de contemplar, hipnotizado, el sinuoso velo negro—. Sí… —De pronto el cerebro volvió a funcionarle con normalidad, Siirius, capturado, atado y torturado, y él estaba contemplando aquel arco… Retrocedió alejándose de la tarima y apartó los ojos del velo—. ¡Vámonos! —dijo.

—Precisamente eso era lo que intentaba...¡Bueno, da lo mismo, vámonos! —exclamó Hermione, y rodeó la tarima. Los demás la siguieron. Al llegar al otro lado, vio que Ginny y Neville también contemplaban el velo, aparentemente alucinados. Sin decir nada, Hermione asió a Ginny por el brazo, y Ron agarró a Neville; los arrastraron hacia el primer banco de piedra y subieron hasta lo alto de las gradas.

—¿Qué crees que puede ser ese arco? —le preguntó Harry a Hermione cuando llegaron todos a la oscura sala circular.

—No lo sé, pero, sea lo que sea, es peligroso—contestó Hermione enérgicamente, y volvió a trazar una equis luminosa sobre la puerta.

Una vez más, la pared giró y volvió a quedarse quieta. Harry se acercó a otra puerta al azar y empujó. La puerta no se abrió.

—¿Qué pasa? —inquirió Hermione.

—Está… cerrada… —contestó Harry, y apoyó todo su peso sobre la puerta, pero ésta no cedió ni un milímetro.

—Entonces debe de ser ésta, ¿no? —concluyó Ron, emocionado, e intentó ayudara Harry a abrirla—. ¡Tiene que serlo!

—¡Apartense! —les ordenó Harry. Apuntó con la varita hacia donde habría estado la cerradura de haber sido aquélla una puerta normal y dijo—: ¡Alohomora! —Pero no sucedió nada—. ¡La navaja de Sirius! —exclamó después, y la sacó del interior de su túnica y la deslizó por el resquicio que había entre la puerta y la pared.

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