En medio de la plácida noche, él se desplazaba hacía el interior de ese frondoso bosque cubierto de una niebla irreal que no le permitía ver más allá de su propia naríz, dando leves pasos aguantando su respiración para evitar inhalar esa niebla embriagante. Moviéndose entre los cuerpos inertes de pobres víctimas caídas bajo la densa neblina, sus ojos de cielo apenas podían distinguir un simple árbol y solo podía guiarse por una suave pero tenebrosa melodía.
La humedad se pegaba a su ropa oscura mientras se adentraba cada vez más en esa neblina, cada cierto tiempo podía divisar cerca de él figuras tambaleándose que caían rendidas al suelo. Aquella sinfonía resonaba en su cabeza desde que entró al bosque hace ya unos minutos y dificultaba su concentración a la hora de pensar.
Sus compañeros habían caído y él era el único que aún no había respirado aquella niebla, contenia el aire en sus pulmones dando leves pasos haciendo el menor ruido posible.
Aquella sinfonía cada vez se hacía más fuerte dando señal a la cercanía hacia esta, poco a poco lograba visualizar una gran figura a centímetros de sus pies, era una choza con un agujero en la parte superior por dónde podía adentrarse.
Una vez dentro se podía escuchar al compositor de aquella melodía, su ritmo cardíaco era disparejo y sus latidos muy bruscos para ser humano. Un demonio tocando una pequeña flauta se encontraba arrodillado de espaldas al cazador.
La concentración dada a esa sinfonía fue interrumpida por el leve sonido del desenvainar de una espada.
— ¡¿Cómo llegaste aquí?!, ¡Por mí técnica de sangre debiste.... — antes de que pudiera terminar de hablar sintió el filo de la espada en su cuello.
— Tu técnica entra por los orificios nasales así que no respiré — con aquellas palabras tranquilas termino de decapitar al demonio.
— ¿Como es posible? — la cabeza había caído al suelo rodando hasta poder mirar al joven cazador.
— esa melodía que tocabas era realmente encantadora, debiste ser un buen compositor cuando eras humano — esa mirada tan tranquila con una leve sonrisa sorprendió enormemente al demonio.
— a mí...me gustaba mucho tocar, no era muy bueno — recordaba sus épocas humanas dónde tocaba aquella pequeña flauta.
— pudiste tomar otro rumbo en vez de este — guardaba la espada en su funda azul a un costado de su cintura.
— ya es tarde pero...¿Puedo pedirte una cosa? ¿Puedes entregarle la flauta a una chica llamada Naioko? Vive en un pueblo cerca de aquí — esas fueron sus últimas palabras antes de que su cuerpo desaparezca.
— Naioko, tranquilo lo haré — tomaba la pequeña flauta entre sus manos, estaba algo desgastada y vieja por el tiempo pero parecía haber sido de buena calidad.
Al salir de la choza quedó atónito al ver la cantidad de cazadores inconcientes en el suelo, por aquella niebla no había podido notar todas las personas que cayeron profundamente abatidos por su efecto. Entre las oscuras nubes el sol ya estaba saliendo así que podía dejarlos ahí en el suelo hasta que despierten, carecian de heridas o de cualquier tipo de dolor más que la incomodidad.
— ¡Debes ir al próximo pueblo! — un cuervo repentinamente hablo desde su hombro.
— pasaré a ver a alguien antes de eso — comenzó su caminata hacia el pueblo más cercano.
— ¡Intenta no tardar mucho, tu deber es exterminar demonios! — su aleteo a las orejas del chico eran incesantes.
— será rápido, lo prometo — su intento de calmar al cuervo dio resultado bastante fácil, como si ya fuera costumbre.
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Relámpago Azul [Kimetsu no Yaiba]
FanfictionLa historia de un cazador de demonios puede ser tan larga como corta