Capítulo 01: "La tela cubría un ocaso tangible"

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     Había comenzado a reconocer dos características en mí. La primera, era la detallista percepción hacia los momentos y experiencias de mi vida, que se figuraban como una proyección de imágenes estáticas dentro de mi memoria, lo cual se podía asimilar a un montón de álbumes fotográficos. La segunda, se trataba de mi comportamiento ante la presión social, aquella que me empujaba a cumplir con los patrones de conducta, sin embargo, esta última, había logrado despertar muchos cuestionamientos que, hasta el día de hoy, eran personificados como una firme y gruesa cuerda, formando un círculo cada vez más estrecho a mi alrededor. ¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Cómo me percibía a mí mismo? Eran preguntas complejas de responder, sobre todo, si lo único que podía destacar como un acto de elección propia, era la carrera universitaria de la cual, pronto egresaría.

     Pasado el tiempo esperado, me afligía el hecho de que aún restaba un buen tramo de camino para poder llegar a mi estadía temporal. Mientras observaba a mi alrededor, bajo el sol que irritaba mis mejillas, asimilaba que me encontraba en un mundo totalmente opuesto al que conocía, ya que nunca había salido de mi ciudad, pero para lograr convertirme en Fotógrafo, debía pasar la última prueba de fuego: cuatro meses fuera de la ciudad, siendo enviado a un pueblo que quedaba a ocho horas de distancia, para realizar mi práctica profesional y el proyecto final. Para ello, durante cuatro años, estuve experimentando con mis capacidades visuales, analíticas, perceptivas y artísticas, siempre obteniendo altas calificaciones y recibiendo los mejores comentarios por parte de mis profesores, aún así, en el ámbito social, las cosas eran diferentes. Jamás me fue fácil formar lazos honestos de amistad durante todos esos años, pero quizá lo único positivo de aquello, fue que funcionó como una válida y personal excusa, para mi intrínseca inseguridad.

     Todo estudiante, incluyéndome, presentaba al menos, un leve nivel de nerviosismo ante las etapas finales. Sin los requerimientos más importantes superados, no se nos presentarían oportunidades laborales, algo que nuestros profesores se encargaron de recalcar durante los últimos meses. En cuanto al lugar en donde realizaríamos la práctica y el proyecto, de manera individual, la universidad era la encargada de escoger lo más apropiado para sus estudiantes, todo esto según capacidades y falencias que encontraron en nosotros. Muchos de mis futuros colegas, se vieron enfrentados a realizar su práctica en Agencias Publicitarias o Periódicos en general, recibiendo la noticia vía telefónica; esto provocó que me sintiera ansioso durante ese tiempo, debido a la incertidumbre de no saber por qué aún no recibía ningún llamado. Luego de algunos días de tortuosa espera, el teléfono sonó durante una tarde, mientras me encontraba viendo televisión en la sala de estar, junto a mi pequeña y senil canina. Durante el llamado, el Director, me comunicó la noticia que me causó satisfacción, debido a que mi práctica se llevaría a cabo en un pueblo donde tendría libertad absoluta para la temática de mi proyecto final. Pese a los comentarios de mis docentes, existía algo que no sabían acerca de mis intenciones profesionales, como que no era parte de mi objetivo, involucrarme en lugares similares a los que se incorporaron los demás estudiantes. La idea de desarrollarme como Fotógrafo, en establecimientos que buscaban crear imágenes con un fin netamente comercial, no me era atractivo, todo lo contrario; mi personalidad insegura y silenciosa, contrastaba de una forma brusca ante aquellos escenarios laborales; solo quería escapar de las cuatro paredes en las que siempre mis deseos e ideas chocaban. Muchas veces pensé en que, probablemente, mi interés se ligaba a lo artístico, pero con una inclinación poco convencional: fotografiar finales, aquellos menos publicados de todo ser viviente, el término de su existencia.

     Ubicándome varios años atrás en mi línea de tiempo y, mientras me mantenía quieto en medio de la nada, comencé a recordar mi ingreso a la universidad, siendo en ese entonces, un chico de dieciocho años con pocas aspiraciones. Durante la primaria y secundaria, no había logrado familiarizarme con los números ni las letras, complicándome al escoger una carrera que se convertiría en mi profesión por el resto de mi vida, sin embargo, mi madre disfrutaba yendo a obras teatrales, presentaciones musicales y diversas actividades sociales, llevándome con ella desde pequeño; quizá las luces o explosiones de flashes, fueron las primeras señales que recibí para encantarme con las cámaras, pero cuando supe que podía expresar aún más a través de una fotografía, comprendí que mi futuro se trataba de eso. Cuando mamá supo que tomé la decisión de estudiar Fotografía, su expresión me transmitió un alivio que parecía haber estado esperando sentir, hace mucho tiempo. En el momento que vi la enorme ilusión en sus ojos, siendo guiada al saber que sería el primer miembro profesional de nuestra pequeña familia (ya que ninguno de mis padres lo era), mis ganas de dar ese paso hacia mi futuro, incrementaron. De ellos dos, mamá fue quien mantuvo expectativas con respecto a mi inclinación profesional, ya que a mi padre le parecía un desperdicio de inteligencia, pero, sinceramente, no quería sepultar mis sueños a causa de su punto de vista.

ᴜɴᴋɴᴏᴡɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora