Capítulo 11: "Una amarga suposición"

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     La fría temperatura del ambiente me despertó, inhalé hondo segundos antes de reconocer el lugar en donde estaba, mientras sentía mi cuerpo helado y tembloroso; abrí con lentitud uno de mis ojos y noté que ninguna cobija me cubría, ¿la razón? Alguien se encontraba a mi lado, envuelto con todas ellas. Volteé despacio para averiguar cómo lograr cubrirme y obtener calor sin moverme demasiado, observando que, Gerard, dormía boca arriba, envuelto como si fuese una mariposa dentro de su capullo, lo que me provocó la primera sonrisa de la mañana. Quise observar sus facciones una vez más, como la rectitud de su nariz y la amabilidad con la que se repartía la carne en sus labios; continuando por sus párpados brillantes y suaves junto a las pestañas onduladas, cejas simétricas y oscuras que contrastaban con los mechones coloridos que caían sobre su frente. Mis ojos finalizaron el recorrido hacia parte de sus mejillas y barbilla, notando que poseía algo de barba crecida, muy poca, pero la suficiente como para raspar la piel al tacto.

     Mordí la esquina de mi labio, desviando mi vista hacia la ventana para formarme alguna idea de la hora que podría ser. Los primeros rayos de luz comenzaban a entrar, por lo que deduje que quizá aún era muy temprano; aunque el amanecer se veía distinto, ya que podía percibir los cambios en la luz cuando el otoño se avecinaba. Volví a mirar a Gerard, y a las cobijas que le envolvían, pero era muy difícil intentar tomar una sin que interrumpiera su sueño, así que opté por apegarme de espalda a su cuerpo para poder sentir la calidez que necesitaba.

     Hice el intento de retomar mi dormir, pero los pensamientos me distraían. Recordé mis últimas palabras de anoche, estas me hacían sentir ansioso porque reconocía que mis sentimientos estaban tornándose intensos y genuinos, aterrándome por la posibilidad de llegar a sentir algo mucho más fuerte por él. Por otra parte, existía Eric, quien había llegado a su vida mucho antes que yo, y le conocía mejor, incluyendo las facetas que todavía no me mostraba de su personalidad, entonces... ¿Quién era yo? Probablemente, continuaba siendo un desconocido, al que le gustaba besarse con otro desconocido.

     De pronto, recibí el roce provocado por un leve movimiento contra mi espalda, seguido por el sonido que emitió al aclarar su garganta.

     —Oh, no, Frankie...

     Pronunció el diminutivo de mi nombre con debilidad y aspereza, al ser sus primeras palabras del día. Me mantuve quieto fingiendo estar dormido, mientras el movimiento de su cuerpo hacía crujir las tablas del somier; también oí el sonido suave del roce entre las telas, por lo que pronto vi una de sus manos subiendo hacia mi hombro, la cual sostenía un extremo de la cobija, cubriéndome con esta para protegerme del frío. Mordí mi labio, regocijado con su gentil gesto, entonces me surgieron enormes ganas de abrazarle, pero no pude hacerlo al notar que abandonaba la cama y, al parecer, caminaba hacia la puerta. Luego de un par de minutos, me volteé esperando ver su regreso, pero la ausencia de ruidos me llevó a levantarme; caminé hacia el marco de la puerta y desde allí pude escuchar su voz. Hablaba con alguien por teléfono, aquel aparato se encontraba en la sala principal, pero pese a la lejanía, pude distinguir la mayoría de lo que decía.

     —Mira, voy solo... No, no es por eso, ¿entiendes? Oh, vaya, pensé que un día sin vernos, te haría pensar mejor las cosas.

     Mi cuerpo se tensó al enlazar sus palabras con los hechos anteriores, comprobando que hablaba con Eric.

     —¿Sigues molesto? Eric, es temprano y pareciera que no hubieses dormido. ¿No? ¿Por qué? Trabajar en esas condiciones es imposible... Iré solo. Y no, no quiero comenzar el día de esta forma.

     Percibí la irritación en su tono de voz. Quizá, Eric, estaba comportándose de manera insistente con respecto a ir a trabajar con él, pese a que Gerard, se lo negaba. Comencé a sentir demasiado frío, y la musculatura de mis hombros y piernas se sentía rígida, pero no le daría importancia, necesitaba escuchar lo que más pudiera. Luego de un largo silencio, soltó un prolongado suspiro que pareció ser de resignación.

ᴜɴᴋɴᴏᴡɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora