Capítulo 25: "Colores después de la lluvia"

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     La amenazante convicción en sus palabras, aceleró los latidos de mi confundido corazón. Eric, esbozaba una enorme sonrisa, mientras su mirada expresaba una molesta apariencia de compasión; fue en ese instante en el que recordé que su arma debía seguir debajo del colchón, y una leve sensación de pánico comenzó a traicionarme. ¿De qué mierda hablaba? Gerard, era increíble con su piano. Quizá, mi paranoia era la culpable de pensar cosas que jamás imaginé, cosas llamadas conexiones.

     —¿Son cazadores? —me atreví a preguntar confiado en mi teoría.

     —Sí, Frankie, cazadores.

     Retrocedió, con su rostro volviendo a la seriedad, descansando su espalda sobre la cama y cruzando ambas manos sobre su abdomen.

     —¿Así de simple? No tiene sentido, quiero decir, no tiene sentido haberlo ocultado tanto... Gerard...

     —¿Gerard, qué? —cuestionó tajante y me examinó con su mirada.

     Quedé en silencio, había estado a punto de cometer un grave error.

     —Sé que, muy pocas veces, has cruzado palabras con él —comentó y sentí alivio—, su apariencia puede engañar, pero sí, nos dedicamos a eso, pero como ves..., él, ya no.

     Mis labios se abrieron en un intento para hablar, pero me detuve, Eric, descendió sus párpados, pareciendo querer dormir; entonces, ahora que tenía toda la información, no existía razón para continuar allí. Me despedí, excusándome producto del agotamiento, él me agradeció por las fotografías, y abandoné la habitación.

     Cuando me recosté sobre mi cama, aquella que cada vez me parecía más desconocida, fue inevitable imaginar un sinfín de escenarios en donde Gerard y Eric, cazaban animales dentro del bosque. Sentía mis iris rozando la piel de mis párpados a gran velocidad, viéndoles de la siguiente manera: el tatuado, sostenía un rifle y apuntaba hacia una liebre, zorro o ciervo, y, sin dejar pasar ningún segundo más, disparaba, provocando una herida casi mortal. ¿Qué haría, Gerard? Se acercaba al animal herido, acuclillándose frente a este, luego empuñaría y deslizaría el filo del arma blanca sobre el cogote, torso o costilla, para acabar con la agonía, tal cual le había visto hacer la vez que me ayudó con la primera fotografía. Pero, algo no tenía sentido en todo eso; minutos después, me sorprendí a mí mismo frunciendo el ceño y apretando la mandíbula.

     Finalmente, giré hacia la puerta, acomodé la almohada e intenté dormir, ya que, todo lo que necesitaba, era que mi mente dejara de trabajar en teorías.

*

     Mi cámara estaba cargada con otro rollo nuevo. Durante la mañana, conté cuántos me quedaban, sintiendo nervios al percatarme que, en total, sumaban veinte. ¿En qué momento había ocupado casi todo el material? Al menos, mi proyecto parecía finalizar pronto, conformándome con que las fotografías eran buenas. Salí del hostal cuando aún nadie había bajado a desayunar, las únicas personas presentes en la plaza, eran algunos tipos que revisaban el equipo sonoro, el escenario continuaba en el centro, así que supuse que habría otra presentación esa noche. Doblé hacia la calle de siempre y, al ver que la camioneta estaba allí, con la figura de Gerard, dentro de esta, mi estómago sintió una burbujeante sensación; entré, cerré la puerta y de manera casi automática, nuestros rostros se encontraron para satisfacer el deseo de nuestros labios.

     —Extrañé dormir contigo.

     Su voz sonaba algo áspera, pero reconfortante, pronto encendió el motor y nos marchamos de ese lugar. Esperaba que no notara todas las veces que le miré por el espejo retrovisor, mientras pensaba en hablarle sobre mi conversación con Eric. Al cruzar el portón de su casa, una débil lluvia comenzó a desatar el dulce aroma a tierra mojada; era la primera vez que presenciaba llover allí. Salimos de la camioneta rápidamente, y nos resguardamos en su hogar.

ᴜɴᴋɴᴏᴡɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora