Inhalé profundo, retomando el control de mi respiración para intentar ocultar mis pensamientos en la profundidad del bosque que pronto dejaríamos atrás, pero el ruido cercano de la lata de la batea me alertó para girar mi rostro hacia mi lado. Gerard, estaba sentándose allí, mientras despejaba su rostro de algunos cabellos, y le miré directamente, esperando retomar algo de confianza en mí mismo, mientras pasaba la yema de mis dedos sobre los botones de la cámara.
—Cumplimos un año estando... juntos, la semana pasada —comentó limpiando un poco de tierra en sus manos—. El lugar que te mostramos, es donde podemos ser nosotros mismos, sin ser juzgados por nadie.
—Gerard —murmuré—, no quiero que pienses que voy a hacer eso, yo... Hmm... Lo siento, soy torpe con este tipo de cosas —expresé y miré rápidamente hacia el cielo anaranjado.
Oí que soltó una pequeña risa, le miré y noté que buscaba algo dentro de su bolsillo, encontrando un coletero delgado. Recogió en un par de agarres todo el cabello posible y lo enrolló sobre sí mismo hasta formar una pequeña coleta, luego elevó ambas cejas mirándome con liviandad.
—¿Qué hay de ti?
—¿Sobre qué? —pregunté desviando la mirada hacia mis tenis.
La calidez de su cuerpo invadió la pequeña distancia entre nosotros. Gerard, inclinó su torso hacia mí, acercándose hasta sentir el cosquilleo provocado por la tibieza de su voz tocando mi oreja.
—¿Cuál es tu tipo de amor?
Una leve punzada en mi estómago volvió a aparecer. Giré un poco mi rostro hacia el suyo, mirándole sin saber cómo interpretar su repentino acercamiento, mientras sus ojos se encontraban con los míos y expresaban diversión. Me sentí nervioso, y el oxígeno parecía no lograr avanzar hacia mis pulmones, pese a la gran cantidad de viento fresco que nos envolvía debido a la velocidad, la misma que comenzó a disminuir. Iba a contestar su pregunta, aunque no hubiese formulado correctamente mi respuesta, pero Eric, mostró su cabeza por la ventanilla para avisarle que estábamos a punto de entrar a la zona urbanizada; entonces, comenzó a desatar la tela de género negra amarrada a su pantalón, llevándola hacia su rostro para cubrirlo, otra vez. No me pareció algo casual, sino, todo lo contrario.
—Es por protección —explicó atando la tela en su nuca.
—¿Contra qué? —inquirí curioso—. Creí que era por la tierra elevada, pero no se cubrieron en todo lo que llevamos de camino... ¿Lo hacen siempre?
Lo más cercano a una respuesta de su parte, fue asentir, mientras la camioneta doblaba hacia la ruta del pueblo. Necesitaba conocer más detalles, pero me distraje al tener que cubrir mi nariz con el cuello de mi camiseta y cerrar los ojos por toda la tierra que se elevaba, lo cual me hizo relacionar, nuevamente, al hecho de cubrirse con aquel factor. De pronto, la camioneta se detuvo cuando restaba un poco menos de la mitad de camino para llegar; el tatuado bajó del vehículo y subió a la batea, tomando de las manos a Gerard, impulsándole a ponerse de pie.
—¡Tómanos una foto, Frank! Así como estamos, ¡cubiertos! —pidió Eric con entusiasmo.
Gerard, comenzó a reír como si estuviera un poco avergonzado y divertido, al mismo tiempo que se dejaba llevar por el agarre del otro chico. Ambos subieron al techo de la camioneta, sentándose en este y dejando sus pies colgando hacia la batea. Mis dedos comenzaban a posicionarse sobre la cámara de manera automática, entonces, encuadré observándoles por el visor, notando que el tatuado se acercaba cada vez más a Gerard. La imagen que formaban delante de mí, me pareció conocida; fue allí cuando supe qué era lo que querían imitar.

ESTÁS LEYENDO
ᴜɴᴋɴᴏᴡɴ
Genel KurguAl momento de comenzar a cuestionar quién eres, es cuando comienzas a conocerte, pero ¿qué se siente cuando crees conocer a alguien que, inesperadamente, se convierte en un desconocido? Es el año 1989, y, Frank, comienza un profundo e importante aut...