No tuve tiempo para reaccionar, todo había resultado rápido e inesperado, pero cuando la tela descendió hasta uno de sus muslos, noté que su mirada se concentraba en mis labios, esbozando una prudente sonrisa con los suyos.
—Eso está genial. Aquí no encontrarás a nadie con esa perforación —comentó llevando un par de dedos a su propio labio inferior—. ¿Cuántos años tienes?
Aquel comentario, provocó que me avergonzara un poco, entonces mis ojos vacilaron entre los suyos y sus labios; abrí la boca torpemente, intentando formar las palabras para contestar, tardando un poco más de lo que me hubiese gustado a diferencia de todo lo que salía de la suya, lo cual me parecía dicho con demasiada confianza.
—Tengo veintidós, ¿y tú?
—Veinticuatro —respondió ralentizando el ritmo de su voz.
Me limité a asentir, percatando que mis manos comenzaban a sudar y mis ganas de bajar de la camioneta, parecían incrementar. Él pareció notar mi nerviosismo, reaccionando con una sonrisa más pronunciada, robándose mi atención con la manera en la que se expandía su boca, la redondez e inclinación de sus pómulos y la pesadez que simulaban sus párpados..., entonces, justifiqué mi observación. Debía ser natural en un Fotógrafo, el hecho de llevar la atención a detalles de ese tipo, sobre todo, en las sombras que generaba la luz dura que recibía una parte de su rostro, producto del atardecer; sin duda, no era fácil evitarlo. Aclaré mi garganta, tratando de retomar la compostura para hacer desaparecer cualquier rastro de intimidación y, sin más, agité un par de dedos contra mi bolso y le extendí una mano.
—Gracias por traerme hasta aquí, Gerard. Estaba siendo complicado llegar...
—Lo sé, y es bueno saber que pude ayudarte —comentó con una sonrisa cerrada, luego frunció su nariz y señaló hacia mi pecho con el dedo índice de su otra mano—. Hey, y no lo vayas a tomar como una deuda, ¿bien?
Negué y reí con suavidad, mientras terminábamos de estrechar nuestras manos, bastante inseguro de atreverme a decirle que, de todas formas, me habría gustado devolverle el favor. Gerard, volteó el rostro hacia el parabrisas, agachando un poco la cabeza y, mientras observaba la fachada del hostal, daba la impresión de que estaba esperando ver a alguien conocido por alguna de las ventanas.
—Bueno, todo se ve como siempre... —murmuró después de empujar la lengua contra el interior de su mejilla—. Espero que tengas una buena estadía aquí.
—También lo espero y hmm..., gracias, otra vez —comenté sonriendo de forma casi imperceptible.
Aferré el bolso de la cámara contra mi pecho y bajé de la camioneta para sacar el resto de las cosas de la batea, mientras Gerard, volvía a encender el motor. Después de haberme alejado un par de pasos del vehículo, se dispuso a conducir, pero no quise continuar con la vista en el camino que ahora él tomaba, al contrario, volteé e inhalé profundamente, sintiendo la mezcla de aromas en el aire que olían a finales del verano, siendo predominante el de hierba y tierra mojada; pude escuchar risas lejanas de niños que jugaban en una gran plaza, la brisa tocaba mi rostro de manera agradable, ya que la temperatura había disminuido, entonces, alcé la vista hacia el cielo, observando las tonalidades violeta que nubes dispersas pintaban sobre este.
Quise observar bien el lugar en el que me encontraba para hacerme una idea de qué cosas podría experimentar en ese pueblo. Miré la estructura de las casas, la mayoría construidas de adobe y madera, las calles eran curvas, mientras que el suelo de estas se conformaba de pequeños adoquines, asimismo, luces amarillas de los faroles comenzaban a encenderse; me parecía algo fascinante con respecto a donde vivía.
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ᴜɴᴋɴᴏᴡɴ
General FictionAl momento de comenzar a cuestionar quién eres, es cuando comienzas a conocerte, pero ¿qué se siente cuando crees conocer a alguien que, inesperadamente, se convierte en un desconocido? Es el año 1989, y, Frank, comienza un profundo e importante aut...