Capítulo 47: "Horas previas"

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     Me mantuve inmerso en pensamientos esperanzadores o, quizá, sueños que deseaba convertirlos en realidad hasta el regreso de Gerard y Dingo, a la celda. Ambos mantenían un semblante calculador, mientras hablaban con un tono de voz precavido sobre los detalles necesarios para la noche de mañana; nos mantendríamos juntos, los tres, caminando hacia el muro que nos impedía nuestra propia libertad, al menos, la física. El lugar donde nos encontrábamos, estaba rodeado de vigilantes por la mayoría de los kilómetros que se extendía la propiedad de Bellamy.

     Se trataba de un muro de ladrillos, el cual aún no había visto, que medía aproximadamente tres metros de altura y, según lo que había escuchado por parte del rubio, debíamos saltarlo por el Este, en donde un bosque tupido de pinos, nos daría la bienvenida. Tendríamos que correr a través de los árboles en donde al final del camino, siempre hacia el frente, nos encontraríamos con una carretera de doble vía. No me pareció tan sencillo como ellos lo hacían parecer, no contábamos con ningún elemento que diera, al menos, una señal de iluminación para quienquiera que sea que estuviese conduciendo algún vehículo en ese momento, nos pudiera distinguir a medianoche. Nos aseguramos que nada quedara fuera del plan, pero necesitábamos descansar, ya que agotábamos nuestra mente al mantener la energía puesta en razones, pensamientos y emociones totalmente personales; cada uno de nosotros, veía las oportunidades y los riesgos que se nos presentarían mañana de una manera diferente. Probablemente, yo sería el más soñador, Gerard, parecía ser el más concentrado y aferrado a la realidad, mientras que, Dingo, era quien estaba dispuesto a arriesgarlo todo, sin arrepentimientos. Finalmente, nos despedimos del rubio, cuando el sol se había ocultado y escuchamos algo de alboroto en el exterior, lo que indicaba el regreso de Eric y los demás.

     Cuando nos encontramos de vuelta en nuestro pequeño mundo, sin nadie más alrededor, Gerard, suspiró y se acomodó en el suelo, cubriéndose con la manta de lana. Fue allí, cuando noté su fragilidad de vuelta; su cuerpo descansaba boca arriba hacia el techo, parpadeaba lento, hasta que giró levemente su rostro para encontrarme con sus ojos. No dijo ninguna palabra, yo tampoco. Estábamos a punto de acabar con todo esto, los barrotes pronto dejarían de dividirnos, pero, ciertamente, existían asuntos delicados y difíciles de resolver, y, debido a las circunstancias y el tiempo limitado que teníamos, lo mejor era intentar profundizar en ellos, cuando esta situación acabara.

     —Lo siento —musitó tomándome por sorpresa.

     —¿Por qué? —pregunté frunciendo el ceño y le vi morder su labio.

     —Por todo, Frank. Por causar tu encierro, por no haber podido estar aquí en el momento que fuiste forzado a casi matar a un hombre para mantenerte con vida —explicó y sentí como si su voz fuera lo suficiente para desatar una avalancha—, por ver su muerte, por provocar un desastre en tu mente...

     Continuó nombrando cada acontecimiento dentro de su lista de culpa. Dejé de escucharle, la impresión que me provocaron sus frases hasta el punto en donde no quise prestarle atención, me llevó a negar profundamente todas sus disculpas; no las necesitaba, porque no me parecían apropiadas. Sus labios se movían articulando cada palabra, pero sólo entraban murmullos por mis oídos; el dolor se abría paso en el centro de mi pecho, quemándome, despertando recuerdos que había preferido esconder en las profundidades de mi cabeza. Gerard, sonaba afectado, entristecido y arrepentido, pero no era su maldita culpa y parecía no aceptarlo de esa manera.

     —¿Te puedes callar?

     Sus ojos se perdieron en la oscuridad del lugar, al igual que sus palabras dejaron de rebotar en cada una de las paredes. Respiré profundamente, sabiendo que era demasiado tarde para compensar el daño, que sería inútil querer terminar esa conversación con dulces promesas. Gerard, no estaba entendiendo con frases suaves y comprensivas, su mente parecía descartar de inmediato cualquier cosa que yo utilizara para persuadirle con respecto a su inocencia por lo que yo había vivido en el último tiempo, allí.

ᴜɴᴋɴᴏᴡɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora