No comprendía el estado de ánimo del tatuado, tampoco que el hecho de no cubrirse el rostro fuese tan importante como para generar una discusión, debía existir una razón mayor que la de su uso para protegerse ante la tierra elevada, algo más profundo que aún no conocía. Dubitativo y casi ensimismado en mis pensamientos, comencé a plantearme la idea de que debía escoger un lugar para pasar esa noche, uno en donde pudiese protegerme de la helada intemperie. Estiré las piernas para que fluyera normalmente la sangre en ellas, luego me levanté y comencé a mirar mi entorno. ¿Podría dormir en la batea de la camioneta? No estaba seguro porque me expondría de todas maneras y, al idear una estructura techada, recordé la existencia del establo. Me agaché y avancé hacia mi guarida en aquella posición, esperando que nadie me viera a través de las ventanas. Tenía absoluto desconocimiento de la hora que era, pero cada vez sentía más cansancio, tanto que, al entrar al establo, no me importó el olor a excremento de caballo. Sólo podía sentir agradecimiento después de haber encontrado un fardo de heno desparramado, finalmente, recostándome sobre este, mientras los caballos resoplaban despacio a mi alrededor.
*
Desperté debido a un golpeteo metálico y el crujir que emitían un par de pasos. Maldije mentalmente, inclinándome rápidamente, mientras abría los ojos para recibir la claridad del día; observé en qué parte del establo había dormido, notando que me ubicaba prácticamente al fondo de la estructura. Luego, sacudí algunos restos de heno que tenía sobre mi ropa, mientras intentaba visualizar por entremedio de un par de tablas que se encontraban delante de mí, al origen de los ruidos que me habían despertado. Gerard, se movía de un lado a otro, sosteniendo dos baldes metálicos con agua que vertía para los caballos, aproximándose cada vez más hacia el animal que estaba al otro lado de las tablas, muy cerca de mí. Tragué lentamente, pensando en qué explicación podría darle cuando finalmente me viera, porque no existía otra opción, pero no pude pensar en ninguna que tuviera una mínima cantidad de sentido para encontrar a un sujeto escondido en su establo. La tierra que crujía debajo de sus pies, resonaba en mis oídos, desatando ansiedad y vergüenza; entonces tomé una bocanada de aire y cerré mis ojos con fuerza, manteniéndome sentado en el mismo lugar, hasta que oí su voz.
—¿Pero qué...? ¡¿Frank?! —exclamó y abrí los ojos sintiendo mi rostro arder.
—Juro que puedo explicar esto, o... eso creo. Déjame hacerlo, ¿sí?
Mis manos se aferraban y apretaban el heno debajo de mí. Creí que reaccionaría como si se hubiese topado con un demente e, incluso, con un ladrón, ¿por qué no? Pero, por el contrario, me sorprendí cuando comenzó a liberar carcajadas luego de haber hecho un sonido explosivo con su boca.
—Oh, no, no, no... —repitió mientras reía—. Me han ocurrido cosas extrañas, sí, pero esto... nunca —continuó y colgó los baldes en la punta de una gruesa estaca manteniendo la sonrisa en sus labios y apoyó ambos antebrazos sobre las tablas inclinándose levemente hacia abajo—. Esto es hermoso.
Gerard, sonreía provocando que cada segundo que avanzaba, fuese menos tortuoso, hasta el momento en el cual no tuve más remedio que hacer lo mismo. Al ver que le devolví la sonrisa con algo de timidez, se alejó de las tablas, avanzando por un espacio lateral hasta descender a mi lado.
—¿Hace cuánto tiempo te mudaste a mi establo? —preguntó con diversión.
—Hm... Por favor, no lo digas así —murmuré cubriendo parte de mi rostro con una mano y comenzando a reír—. Me siento muy estúpido, pero la verdad es que anoche ocurrieron un montón de cosas... Sé que nada justifica que esté aquí, porque, hmm, prácticamente, invadí tu propiedad.
ESTÁS LEYENDO
ᴜɴᴋɴᴏᴡɴ
Fiction généraleAl momento de comenzar a cuestionar quién eres, es cuando comienzas a conocerte, pero ¿qué se siente cuando crees conocer a alguien que, inesperadamente, se convierte en un desconocido? Es el año 1989, y, Frank, comienza un profundo e importante aut...