Encendieron la luz de la habitación y mis ojos se lastimaron por costumbre en la oscuridad. Miré el cuerpo sobre mí, aquel tipo tenía gran contextura, su rostro estaba cubierto con un género negro, menos sus ojos, y su mirada amenazante no me abandonaba en ningún momento. Quise mirar hacia mi lado, pero no me lo permitía, luego oí a Eric, moviendo algunas cosas, era el único que caminaba por la habitación con total libertad, ya que otro sujeto permanecía encima de Gerard.
—Levántate —ordenó Eric—. Mantenle contra la pared.
Gerard, se levantó, al mismo tiempo que su opresor. Luego, oí pasos hasta el otro extremo de la cama; los ojos de Eric, poseían una mirada distinta, ya no era el chico nervioso y simpático que conocí, esta versión parecía ser aterradoramente fría y calculadora.
—Tú también, de pie —espetó hacia mí.
La rigidez de un revólver contra el centro de mi espalda, me obligó a avanzar hasta la puerta; no entendía por qué estaba ocurriendo esto, y era demasiada presión como para pensar detenidamente. Gerard, estaba frente a la pared al lado de la puerta, posicionándome de la misma manera y quedando a un metro de distancia de él. Los tres tipos comenzaron a murmurar rápidamente, pero el sonido de la lluvia a través de la ventana rota, no me permitía oír lo que decían, mientras que mis manos no dejaban de temblar, al igual que mi mandíbula. Ladeé, levemente, el rostro hacia Gerard, intentando que no lo notaran. Él, tenía puesta una mordaza al igual que yo, su torso se agitaba por la respiración y su mirada era indescriptible. Nuestras manos estaban libres, quizá por la seguridad que les brindaban sus armas. Ambos vestíamos camisetas de algodón y calzoncillos, sintiendo el frío recorriendo nuestras piernas desnudas y pies descalzos.
De pronto, la voz demandante del tatuado, volvió a golpear mis oídos.
—Saldrán de aquí, ahora. Hay una camioneta que los espera al otro lado del portón —dijo sin vacilación—. ¡Ahora!
Mi cuerpo se tensó aún más, y Gerard, frunció el ceño cuando uno de los sujetos le forzó a caminar, tirándole del cabello. La mano fría y fuerte que me tomó desde la nuca, erizó dolorosamente mi piel, y me llevó a dar erráticos pasos hacia la puerta principal de la casa. ¿Hacia dónde pretendían llevarnos? ¿Quién era, Bellamy? Eran demasiadas preguntas que llegaban a mi cabeza, una tras otra, confundiéndome e impidiendo que me calmara por algunos minutos para pensar o entender que sí, aquello era real.
Gerard, abrió la puerta y los siberianos se acercaron agitando sus colas para olfatearnos; me di cuenta que ellos no les ladraban a los demás, porque reconocían a Eric. Al salir, temblé de nuevo, esta vez, por la humedad de la lluvia y el frío que envolvía con más poder a mi cuerpo, sintiendo la presencia de los tres sujetos detrás de nosotros, seguramente, apuntándonos con las armas.
—¡¿Qué esperan?! La camioneta está al otro lado del portón, ¡muévanse!
Sin embargo, ninguno de los dos nos movimos. Los ojos de Gerard, se encontraban fijos en el suelo, y mi estado de nerviosismo y ansiedad me llevaban a pensar en sólo una cosa: escapar. Con nerviosismo, dirigí mi vista hacia el bosque, sabiendo que solamente tenía algunos segundos para intentar comunicarle, a través de mis ojos que, correr hacia ese lugar, era la única oportunidad de perderles, para así, encontrar alguna forma de retornar en busca de ayuda, pero mi cuerpo dio un salto al oír el estruendo de un disparo, haciendo eco en el aire.
Arqueé mi torso y cerré los ojos con fuerza. Los siberianos comenzaron a ladrar y el grito de Eric, apareció nuevamente obligándonos a avanzar, lo cual provocó que, finalmente, Gerard, me mirara. Di un vistazo desesperado hacia el bosque y regresé a sus ojos, entonces, mis latidos parecieron detenerse, para comenzar a recibir una gran dosis de adrenalina, al ver cómo sus piernas desnudas le llevaban, velozmente, hacia el interior del bosque. Mi cuello fue rodeado por un brazo que sostenía un revólver, al mismo tiempo que, Eric y uno de los sujetos, corrieron detrás de Gerard, sin disparar, sólo desgarrando su garganta a gritos; sentí tanto temor, angustia y desesperación por él, que perdí el control a los pocos segundos de su escape y, con un movimiento impulsivo, logré arrebatarle el arma al sujeto que me sostenía, tomando distancia para quedar frente a él.
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ᴜɴᴋɴᴏᴡɴ
General FictionAl momento de comenzar a cuestionar quién eres, es cuando comienzas a conocerte, pero ¿qué se siente cuando crees conocer a alguien que, inesperadamente, se convierte en un desconocido? Es el año 1989, y, Frank, comienza un profundo e importante aut...