2. Confusión

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"A medida que el dolor se extiende,

Nada tiene sentido para ti

Cada sensación se ha ido

No fue para nada divertido,

Pero estaré ahí para ti

Mientras el mundo cae"

David Bowie – As the world falls down

Kakyoin miró a Jotaro desde la puerta, admirando en silencio como fumaba, como sus labios apretaban la colilla y como exhalaban el humo con una gracia que solo podía quedarle a alguien como él. Sus mejillas se enrojecieron a la vez que una sonrisa se torcía de forma discreta.

Tocó la mejilla de su Hierophant green con suavidad, que solía tener la mala costumbre de aparecerse cada vez que su corazón comenzaba a latir con fuerza, indicando que estaba ahí para él, cuidándolo de todo.

Tal vez por eso se habían vuelto mejores amigos con tanta facilidad. Porque siempre lo acompañaba, sin importar cuán miserable fuera, de alguna forma se entendían, como si fueran un solo ser colaborando por salir adelante, aunque no lo entendía del todo en realidad. Crecer junto a él había sido la razón de muchos de sus pesares, pero estaba bien con ello, de alguna forma, sentía que todo cobraría sentido en el momento adecuado.

Jotaro trataba de una forma diferente a su Star platinum, lo más probable debido al poco tiempo que había pasado desde la primera vez que fue capaz de invocarlo, el cual no sobrepasaba los tres meses. Él no sabía nada de su Stand más que el hecho de que era fuerte y absurdamente violento. Aunque pensaba que su imponente imagen le quedaba, haciéndolo parecer un guerrero de eras pasadas.

—¿Crees que sea él? —suspiró.

Se preguntaba lo mismo cada vez que lo veía, por eso decidió atacarlo la primera vez, para asegurarse de que no era otro sueño, para asegurarse de tener un motivo para conocerlo y tener alguna clase de relación amistosa con él. Avanzó, sentándose a su lado. Tomando su cigarro y lanzándolo hacia un lado, encontrándose con sus filosos ojos verdes amenazándolo.

Le sonrió, sabía que no le haría nada, llevaba casi dos meses haciendo lo mismo y nunca había pasado de esa mirada. Se acercó un poco a su rostro, creyendo que esa expresión le pedía algo con desesperación, pero no estaba seguro. Jotaro era muy bueno ocultando sus sentimientos.

—Creo que ya has fumado demasiado—mencionó Kakyoin—. Además, no has comido nada.

—¿Acaso eres mi mamá?

Rió, de alguna forma, verlo así lo calmaba. Se sentía incluso familiar.

—Me preocupo por tu salud, somos amigos después de todo.

—Amigos...—susurró con un claro tono de decepción.

No pudo evitar oírlo, sintiéndose raro. Se forzó a no pensar cosas confusas, no quería ninguna clase de malentendidos con el primer y único amigo "real" que tenía. No quería perderlo. Sacudió su cabeza y le ofreció la mitad de su comida. No iba a satisfacer su hambre, pero por lo menos ninguno tendría el estómago vacío.

—Tu madre cocina bien...—dijo llevando los palillos a sus labios.

—Gracias, pero lo hice yo.

—¿De verdad?

Asintió, sus ojos se posaron en su boca, sintiéndose hipnotizado por sus labios. Se preguntó cómo se sentirían.

—Mis padres se la pasan de viaje, por lo que tuve que aprender a cocinar para poder manejar mejor el dinero que me dejaban—cerró los ojos, conteniendo la rabia que le producía decir eso—. Por lo general, solo los veo en vacaciones.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora