16. Ataque

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"Si dices 'corre', correré contigo

Si dices 'escóndete', nos esconderemos

Pues mi amor por ti

Rompería mi corazón en dos

Si caes

En mis brazos

Y tiemblas como una flor"

David Bowie – Let's dance


—El problema es el siguiente...

La voz de Mohammed Avdol bailó con suavidad por los oídos de Jotaro y Kakyoin, quienes oían con suma atención lo que este tenía que decir. Para él, contarle a los chicos sobre el tema de Polnareff era extraordinariamente problemático, pero tras una noche de pensarlo, decidió que ellos debían estar al tanto de la situación. Había aprovechado el retraso del francés para conversar con ellos durante el desayuno, así evitaría herir sus sentimientos en caso de que todo se saliera de control.

Podía ver en sus rostros, en especial en el del más bajo cierto resentimiento, y pues, era de esperarse, había servido más de medio año como soldado en medio de una guerra que había comenzado la mala elección de uno de sus amigos. Debían elegir qué hacer antes de cruzar la frontera, y si elegían apartarlo del grupo para protegerse lo aceptaría sin objetar, ya que estaban en su derecho de hacerlo.

—Por mi parte he decidido acompañarlo—dijo—. Si bien es riesgoso no me veo en posición de juzgar sus actos.

Ambos asintieron.

—Buenos días, chicos.

Se levantó de la mesa al oír su llegada, mirándolo con severidad. La sonrisa en su rostro se desvaneció por completo y su boca pasó de forma repentina de un amistoso saludo a preguntar qué estaba sucediendo.

—Tenemos que hablar—murmuró en su oído—. Chicos, pueden decidir qué hacer mientras nos ausentamos.

Lo tomó del hombro y comenzó a guiarlo hasta un salón vacío cercano. Esperaba que los jóvenes tomaran la decisión más conveniente para ellos y no se dejaran llevar por su ira o por el sentido del deber. Se detuvo tras cerrar las puertas, mirándolo a los ojos.

—Llegas una hora tarde.

—Perdón, perdón—rió—. Es solo que este pelo no se arregla solo, ¿sabes?

Sacudió la cabeza. Se sentía feliz de saber que su ánimo era el mismo de siempre, no obstante, la preocupación que le producía estar al tanto de la constante amenaza de verlo morir le impedía poder seguirle la corriente. Cerró los ojos al ver que se acercaba, no era momento para algo como un beso, pero no iba a resistirse en absoluto. Lo acercó a su cintura, preguntándose si había sido correcto intentar transmitirle sus sentimientos tan rápido.

—Me desperté y no estabas...

—Lo lamento. Tenía que hablar con los chicos.

Vio que intentaba besarlo una vez más, apartándolo con delicadeza mientras arreglaba su abrigo en silencio. No estaba acostumbrado a ir con tanta prisa. Abrió la puerta, llevándolo de regreso hacia la mesa donde ellos estaban. Su corazón latía con rapidez, preguntándose si ellos podrían con la responsabilidad que conllevaba esa decisión.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora