15. Verdad

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"Anoche me pediste, mientras aparentabas ser inteligente

Por favor abrázame, ámame, bésame

No pares, me estoy enamorando"

Buck-Tick – Moon Light

—¡Eso duele, Avdol!

La voz de Polnareff fue lo suficientemente fuerte como para resonar en toda la cabina, apretó su cuerpo contra la silla en la que reposaba su pecho mientras que el egipcio atendía sus heridas. A un par de metros, Kakyoin le hacía lo mismo a Jotaro, aunque con la delicadeza suficiente como para que el más grande mantuviera su calmada imagen de siempre.

—Por favor, ten piedad—dijo—. Me acaban de apuñalar.

Aunque intentó transmitir la suficiente lástima como para que su súplica fuera escuchada, en Avdol tuvo un efecto contrario. Pues no dudó en hacer incluso más fuerza que antes. Apretando las heridas contra el algodón y gasas estériles antes de frotarlas lo más bruscamente que sus manos le permitían.

—Emm...—balbuceó Kakyoin— ¿Podrías decirnos por qué te atacaron, Polnareff?

Hubo silencio por unos instantes, y la tortura también se había detenido con aquello, haciendo que Polnareff le agradeciera al muchacho por plantear la pregunta, a pesar de no querer responderla, mucho menos ser sincero sobre esta. Llevó su mirada hacia él, viendo como jugaba con su mechón, luciendo un poco inquieto.

Notó que tanto el egipcio como Jotaro también parecían curiosos por la pregunta, sintiendo como los nervios recorrían su cuerpo a medida que los segundos pasaban. Debía pensar en alguna mentira rápido para calmar un poco más los ánimos.

—Pues...—murmuró— No tengo la menor idea, ese idiota solo nos atacó.

Volvió a sentir las manos de Avdol sobre su espalda, aunque esta vez estaba siendo más delicado y cuidadoso que antes. No podía negar que el antiséptico que estaba usando ardía demasiado al tocar su cuerpo, pero no era nada en comparación. Le preocupaba su silencio, preguntándose si había creído en su mentira o estaba dudando.

Jotaro lentamente se volvía a poner su chaqueta y la gorra, siendo asistido en cada acción por Kakyoin. Pensó que esos dos debían de tener algo entre ellos, pues solían pasar demasiado tiempo a solas y su comportamiento era demasiado amistoso como para ser simples compañeros.

Suspiró, envidiándolos. Pues incluso cuando tenía bastante suerte en el romance, estos no solían durar demasiado al ser muy impaciente con sus parejas, además, de que el último año no había tenido la oportunidad de coquetear tanto como estaba acostumbrado.

—Terminé de limpiar la sangre, pero todavía tengo que coser algunas de tus heridas—dijo con tranquilidad—. Kakyoin, tú y Jotaro pueden adelantarse y cenar. Yo me tardaré aquí un rato.

El joven tembló al oír eso, mirándolo como si sintiera pena por la situación en la que se encontraba. Aceptó, tomando al más grande del brazo y guiándolo hacia la puerta. Los diez segundos que transcurrieron en ese par de acciones eso pasaron más lentos que de costumbre, pensando que su fin estaba por llegar.

—Polnareff—murmuró Avdol dando una palmada en su espalda—. ¿Me dirás la verdad?

Tragó saliva, odiando que él fuera más insistente que los demás.

—Vamos, ya sabes qué pasó—respondió—. Estaba junto a Jotaro fumando en la cubierta cuando ese tipo comenzó a atacarme.

—No te creo.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora