24. Rescate

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"Te amo, mamá, no tengo nada más que decir

Te amo, te amo, no hay nada más que decir"

Buck-Tick – Long distance call


La segunda casa estaba totalmente a oscuras en el momento en el que Jotaro y su grupo ingresó en ella. De inmediato notaron que los focos habían sido rotos de antemano para entorpecer su búsqueda, significando que era una trampa y que esperaban su llegada tarde o temprano.

El silencio superaba lo espeluznante con creces y un intenso aroma a sangre fresca impregnado en el ambiente fue suficiente como para hacerlo olvidarse por completo del dolor e incomodidad que su nariz rota le producía. La cual dejaba caer pequeñas gotas ligeramente rojas a pesar de que la hemorragia se había detenido durante el trayecto.

Miró a su abuelo, cuya expresión de angustia parecía contagiarse con el resto poco a poco. Llamó a su madre, gritando lo más fuerte que su garganta le permitía, esperando poder llegar a ella antes de que el tiempo se les agotara, pues solo sentía vagamente su presencia esperando en algún punto desconocido de la vivienda.

Sabía que alzar la voz atraería también la atención del enemigo, no obstante no le importaba, solo quería asegurarse de que ella y el resto de su familia estuviera a salvo.

—¡Holly! —Gritó Joseph— ¡Suzie, Tomoko!

Respiró profundamente, llamando a Josuke.

Mas no recibieron mayor respuesta que el eco de sus propias voces recorriendo los pasillos.

—¿No creen que ellos ya...?—balbuceó Polnareff.

—¡De ninguna manera! —exclamaron ambos Joestar al mismo tiempo.

La desesperación y el miedo comenzaba a invadir su corazón también, por lo que se apresuró a caminar en medio de la oscuridad, limpiándose el rostro con un pañuelo. Encendió un cigarrillo lentamente, viéndose entorpecido con lo temblorosas que estaban sus manos, deseando que inhalar algo de tabaco le fuera suficiente para no hiperventilarse y mostrar cuánto le afectaba la situación la situación en realidad. Alguien tenía que mantenerse tranquilo o perderían la batalla.

Avdol hizo aparecer una pequeña llama que se mantuvo flotando por sobre sus cabezas, iluminando levemente el camino. Agradeció el detalle, dándose cuenta de los violentos rastros de pelea que parecían arañar la pintura y el papel tapiz de algunas paredes. Forzó la puerta de la cocina con los puños de Star platinum, intentando explicar por qué estaba trabada.

Notó cierta similitud con los videojuegos de terror que solía jugar junto a Kakyoin en el pasado, cuando escapaban de sus responsabilidades escondiéndose en la casa de alguno de los dos. Deseando poder volver a esos tiempos en el futuro.

Una pequeña figura se dejó ver en el fondo, junto a los restos de un refrigerador, envuelta por nada más que penumbras y algunos escombros filosos repartidos al azar en el piso. Lo único que podía decirse de la mujer que estaba allí, además de que no dejaba de temblar y sollozar, era que sostenía fuertemente un cuchillo con ambas manos. Suspiró, sabiendo de inmediato que no era su madre ni su abuela, ya que era demasiado joven para ser alguna de las dos.

—¿Tomoko?

Su abuelo entró con prisa en la habitación tras decir eso, retirando el arma con lentitud de sus dedos y dejando que cayera muy lejos de donde estaba. Acarició su cabello lentamente, haciéndola entrar en razón con cuidado. Recibiendo un fuerte abrazo de vuelta.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora