11. Nuevo comienzo

1.3K 182 270
                                    

"Alegremente me muestras amabilidad, cuidando más de mí que de ti...
Debe ser duro verme así
Sólo tienes que decir que estás cansado
Nunca pusiste una mala cara, siempre fuiste amable"

The GazettE- Zakurogata no Yuutsu

Se había equivocado respecto a Jotaro.

De verdad había cambiado mucho. Casi no quedaba nada del joven rebelde del que se enamoró. Lo único que quedaba en él era su silencio, el cual se volvía desgarrador si estaba mucho tiempo a su lado. Era casi como ver a un hombre amargado por la soledad, una que nadie debía experimentar a lo largo de su vida.

Después del último arrebato romántico experimentado hace ya tres días, había comenzado a evitarlo de forma obvia. Algo malo le sucedía y debía descubrirlo cuanto antes o terminarían incluso más heridos y estancados de lo que ya estaban.

Habían llegado a Tokio a media noche tras un día y medio de caminata. Conseguir dinero fue imposible, a pesar de tener algunos cientos de dólares de parte del señor Joestar a su favor. Nadie quiso cambiar este a yenes. Pues debido a la guerra, negociar con dinero americano se había vuelto la tarea más complicada del mundo. Se rehusaron a robar un auto por todas las desventajas que les traía hacer algo así, como lo era ser atrapados por la policía y exponer sus identidades. Al final, decidieron que era más seguro esconderse dentro del vagón de carga del último tren diurno que partía hacia la capital.

Jotaro no dudó en ofrecerles su casa para descansar una vez que salieron de la estación. Por la mañana debían presentarse en la fundación para poder arreglar lo de su escape. Estaba nervioso, no lo negaría, pero debía esforzarse en seguir adelante y aceptar que debía comenzar una vida totalmente nueva en el extranjero.

Lo vio quitarse su camiseta con lentitud. Notando parte de los moretones que aún se negaban a desaparecer completamente, también había uno que otro corte a lo largo de su pecho, recordándole la paliza que recibió de los soldados.

No le quedaba tiempo, pues deseaba poder resolver todas sus dudas respecto a los sentimientos de Jotaro antes de dejar el país. Ya que una parte suya sentía que una vez en Egipto todo podría terminar incluso peor de lo que estaba.

—Jotaro.

—Lo siento—respondió sin mirarlo—. Te dejaré tranquilo apenas termine de cambiarme.

Suspiró. Hasta en este momento seguía evitando pasar mucho tiempo a solas con él. Apretó sus puños, intentando sacar fuerzas de alguna parte para poder insistir.

—¿Dónde dormirás?

—En la habitación de mis padres.

—Pero esta es tu cama...

—No has descansado apropiadamente en días. No te preocupes por mí.

—Jotaro...

Guardó silencio, aun así, la forma en la que él entreabría sus labios indicaba que quería decir algo, pero al mismo tiempo dudaba de hacerlo. Sus ojos brillaban inusualmente, evitando a toda costa encontrarse con los de Kakyoin. Dejó a un lado la camiseta que colgaba de sus dedos, caminó, sin siquiera mirarlo, apagando la luz, escurriéndose bajo las sábanas a un lado suyo.

—Yare yare daze—suspiró— Si tanto quieres dormir conmigo, solo dilo.

Poco a poco comenzó a acercarse a él, escondiéndose en su pecho con timidez. Seguía sin entender por qué estaba siendo así de impredecible. Deseaba preguntarle, pero tenía miedo de volver a encontrarse con su silencio.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora