35. Paliza

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"De noche, en las calles, nada parece real

Las sombras juegan con tu mente

Victimas por todos lados, el miedo aquí es real

Sin saber nunca lo que encontrarás"

Tokyo Blade – Night of the blade


Jotaro suspiró con desgano, observando en silencio como ponían una pesada férula en el brazo derecho de Kakyoin para inmovilizar su factura de manera provisoria. Necesitaba una radiografía que descartara una posible cirugía. Con Polnareff ocurría algo similar por sus costillas, los dos debían ser llevado a un hospital cuanto antes, pero se negaba rotundamente a abandonar la lucha.

Al parecer Avdol y el pelirrojo habían tomado la misma decisión del francés de no querer irse y eso lo ponía nervioso. Miró a su abuelo, notando que ninguno de los dos deseaba perder a sus amigos en esa pelea, y no solo eso, también se dio cuenta de que ambos habían llegado a la misma conclusión y urdido el mismo plan para salvarlos.

Susurró algo al oído de un funcionario de la fundación Speedwagon que estaba sentado junto al chofer, aprovechándose de la influencia que ejercían los Joestar, pidiéndole que enviaran a sus compañeros a un hospital cuanto antes. No tardó en recibir una respuesta afirmativa a su petición, sintiéndose más calmado por ese logro.

Le hizo una señal discreta con los dedos al viejo, invitándolo a dejar la ambulancia junto a él. Murmuró algo parecido a un "iré a fumar". Sin embargo no estaba seguro si aquellas habían sido las palabras exactas, pues todos los sentimientos agolpados lo tenían demasiado aturdido como para prestarle atención a algo así.

Las puertas del vehículo se cerraron en cuanto se bajó de este. Acelerando al poco tiempo. Le dio una última mirada a sus compañeros, encontrándose con los ojos de Kakyoin clavándose con fuerza en su cuerpo. Agradeció la velocidad con la que se alejaban pues la culpa había comenzado a consumirlo en tan solo dos segundos, tiempo que duró el contacto visual entre ambos.

—No te sientas mal por alejarlo—suspiró su abuelo—. Antes de que te des cuenta estarás abrazándolo de nuevo.

No dijo nada, simplemente posó una de sus manos en la espalda del viejo a modo de agradecimiento por ese burdo intento de subirle el ánimo. A continuación, ambos comenzaron a vagar por las calles en busca de Dio. Sintiendo como su sed de sangre los acechaba desde algún punto cercano pero indetectable.

Eso hizo que la ansiedad poco a poco retomara su avance por el cuerpo de Jotaro. Veía la sombra del vampiro seguirlo a todos lados desde lo alto de un edificio. Eso lo hizo totalmente consciente del nuevo miedo que comenzaba a instaurarse, el de morir sin importar lo que hicieran, obligándolo a pensar en una forma de evitar su inminente realización.

—Lo siento, viejo...

—¿Por qué te disculpas?

Miró hacia un lado, huyendo del rostro confundido de su abuelo. Fue incapaz de decir algo para responderle, prefiriendo mantenerse callado para así no entrar en pánico producto de la culpa. De seguro el viejo creía que se estaba acobardando de la decisión que habían tomado y deseaba retirarse, pero no era así, estaba más que dispuesto a hacerlo, solo necesitaba cambiar un detalle.

Tomó aire, invocando discretamente a Star platinum, ignorando completamente cada una de sus preguntas. No dejó de avanzar, golpeándolo en la nuca para hacerlo perder el conocimiento, acomodándolo en una banca cercana para luego hacer una señal en el aire.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora