6.Exhausto (2)

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"Me arrastro en la lluvia

Un laberinto de plata mojada

A través del laberinto de lluvia, te busco"

Buck-Tick – Nocturne -Rain song-


Despertó en una cama de la enfermería.

Estaba desorientado, a la vez, un fuerte dolor de cabeza, una vía con suero y algunos parches ensangrentados en su pierna izquierda y pecho le dieron la bienvenida. Se cuestionó por un instante si estaba durmiendo, pero pronto se dio cuenta de que no era así, de verdad estaba convaleciente en la enfermería de su base.

Pasaron más de tres horas para que alguien notara que su condición había cambiado a consciente. La enfermera, que para su fortuna se dio cuenta, además de servirle algo de comer le dijo que había estado inconsciente una semana y que habían necesitado una transfusión de urgencia para poder retirarle una bala incrustada en su pecho mediante cirugía.

No entendía por qué se habían tomado la molestia de salvarle la vida, por lo general, los soldados que llegaban en condición crítica como él, se les dejaba morir para no tener que gastar valiosos suministros médicos en su recuperación. Los soldados heridos de gravedad no servían, eso lo oyó más de una vez de la boca de sus superiores.

Pasó varios días ahí, viendo en silencio como sus compañeros entraban y salían sin cesar. Unos con dirección a guerra, algunos, a descansar un par de días para que sus heridas cerraran bien, otros, mucho más afortunados, o quizás no, a la morgue de junto, esperando a que sus cuerpos fueran cremados y entregados a sus familiares.

Durante su estancia, escuchó que no podían dejarlo ir hasta que el sargento a cargo del pelotón diera la orden. Sintiéndose impotente al estar recluido a una camilla dura todo el día.

Se entretuvo con la ayuda de su Hierophant green, que lo ayudó a recorrer el pequeño pero laberíntico edificio donde se alojaba, intentando satisfacer la infantil curiosidad que comenzó a asaltarlo de forma repentina. No entendía del todo las razones para hacer eso, solo que una parte en su corazón tenía la esperanza de encontrar a algo muy preciado para él que calmara su tormento. Tal vez, todo el tiempo libre que tenía, lo estaba haciendo pensar demasiado, destruyendo incluso más su debilitada salud mental.

Durante las noches en vela, las que fueron más comunes durante esos días, solía mirar a su stand hasta quedarse dormido, ya fuera del aburrimiento o del cansancio. No le molestaba, pensando que por lo menos así aminoraba las posibilidades de tener pesadillas, así sus sueños eran tan vacíos como lo era su alma.

Cuando por fin tuvo el alta, todas sus cosas esperaban tal y como las había dejado. Y con todo, también se refería a los recuerdos. Estos despertaron al oír como una bomba estallaba por accidente en los entrenamientos matutinos de sus compañeros, recordándole que incluso cuando no quería aceptarlo, seguía en medio de un campo de batalla en algún sector rural que desconocía, aislado del resto de Japón y la civilización.

Cerró los ojos y apretó los dientes un momento, intentando que el sonido de las balas dejara de sonar en su cabeza. Caminó hacia su dormitorio un poco mareado por la ansiedad que le producía su propia cabeza. Quería cambiarse el uniforme, lo anhelaba de corazón, pues todavía estaba manchado de sangre, tierra y quizá qué cosas más, volviéndolo insoportable.

Quería darse una ducha fría y echarse en su litera para dormir, pero aún faltaban varias horas para que se diera la orden, ahora, era el momento de comer y atender a los heridos tan pronto como llegaran a la base.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora