Extra: Un nuevo mundo

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"Es un mundo tan pequeño

Y este es tu mundo

Es un mundo tan trágico

Eres una lágrima que cae

Es un mundo soñado

Y este es tu mundo

Es un mundo tan divertido

Y te veo reír"

Buck-Tick– New World


—"...A continuación... con las noticias internacionales..." —resonó con suavidad.

—Entiendo.

Apretó el teléfono suavemente con su mano derecha, intentando no temblar de los nervios y mantener la calma lo mejor que podía. Con su mano libre anotaba cada palabra que el hombre al otro lado de la línea le dictaba.

La televisión transmitía a un volumen bajo, deteniéndose de vez en cuando a ver las imágenes de las noticias solo para no sentirse solo en la habitación mientras se comunicaba con el abogado que la fundación Speedwagon y el señor Joestar le habían conseguido con el propósito de ayudarlo con su citación por sus órdenes de detención pendientes.

Ya habían transcurrido un par de semanas desde la pelea en contra de Dio y sus secuaces. Avdol lo había invitado a quedarse en su tienda pocos días después de haber sido dado de alta del hospital, la cual estaba ubicada en el laberíntico bazar Jan el-Jalili en el corazón comercial del Cairo, manteniéndolo oculto y protegido de la policía mientras se recuperaba.

En un principio estuvo de acuerdo con esconderse allí, no obstante, no podía incriminarlo a él también, era demasiado egoísta hacerlo. La culpa de volverlo un cómplice de sus tonterías era mayor a la que sintió el día que se enteró de las consecuencias que le trajo asesinar al embajador de Estados Unidos en Japón por orden de Dio.

Al final, después de tanto pensarlo, decidió que lo más justo era entregarse a la justicia y esperar por su condena. Eso lo hizo descubrir que el apoyo de esos amigos que había hecho en esos últimos meses eran mucho más valiosos que cualquier otra compañía que pudo tener en el pasado.

—¿E-está seguro de eso?

El repentino cambio de tema le hizo preguntar aquello sin detenerse a pensarlo dos veces. Su corazón comenzó a latir con fuerza, a la vez una sonrisa llena de júbilo se dibujó en el rostro de Jean Pierre Polnareff. Detuvo su escritura, concentrándose únicamente en lo que su abogado le estaba diciendo, pues esto era mucho más importante que las instrucciones para dirigirse ante un juez.

—Gracias por todo.

Tomó aire, colgando tras decir eso. Se acomodó en la cama, cerrando la libreta un tanto atontado. Miró la televisión, observando las imágenes de unas protestas nacidas a raíz de una revuelta de mafiosos en Italia, buscando calmarse un poco.

Golpeó sus piernas con los dedos. Mirando el reloj de la televisión atentamente, esperando que la hora que aparecía allí cambiara a las dos en punto rápidamente. Dentro de cinco minutos, Avdol cerraría la tienda momentáneamente para almorzar.

Debía esperar hasta entonces para darle la noticia...

Apretó los puños, poniéndose más y más nervioso al ver que el tiempo no parecía querer avanzar. Se levantó de la cama, estirándose, haciendo que cada una de sus vertebras y otros huesos de tu torso crujieran sonoramente. Sus costillas se tensaron un poco, quitándole el aliento un instante.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora