18. Nervios

1K 139 83
                                    

"Mira hacia el cielo
y olvida ese lánguido temor
que fue permanente emoción."

Los Jaivas – Mira niñita

Siempre pensó que la seguridad que le transmitía la voz de Jotaro podría mantenerlo tranquilo en situaciones estresantes sin excepción alguna. No obstante, su corazón comenzó a latir como loco una vez que pudo contemplar el imponente avión con el logo de la fundación Speedwagon frente a él.

—¿Estás listo?

No entendía por qué una voz en su cabeza le pedía que se arrepintiera, que aquello que los esperaba en Egipto era mucho más peligroso que la guerra misma. Que podría morir allí.

Miró a Jotaro, transmitiéndole todo su miedo con la mirada. Tal vez, los recuerdos que el stand le había otorgado tenían que ver con aquello, pues estos estaban situados en ese país y había muerto peleando contra un hombre cuyo poder era aterrador.

—Todo estará bien...

Vio una tímida sonrisa asomarse en sus labios, a la vez, los dedos de Star platinum se aferraban a los de su mano izquierda. Tomó aire, forzándose a ser valiente. Dio un paso hacia el avión, intentando convencerse que esos recuerdos eran meras ilusiones que se negaban a desaparecer de su mente. Su miedo no era la prioridad en ese momento, que Jotaro se reencontrara con su familia después de casi medio año, sí lo era. Además debía mantenerse fuerte para contener a Polnareff, que seguía afectado por lo de Avdol, pues continuaba insistiendo que todo era su culpa.

Cada paso que daba hacía que su corazón fuera más rápido, y a la vez, sus pies se hacían más torpes. Subió la escalera con lentitud, sintiendo como el stand de su compañero sostenía su espalda, como si intentara decirle que siempre estaría cuidándolo. Deseaba besarlo, pero debía guardarse todo su cariño hasta más tarde, cuando nadie los viera, pues así no se sentiría juzgado.

Una vez dentro del avión fue abrazado con fuerza, recibiendo un suave beso y una invitación a beber mientras esperaban que Polnareff y el resto de la tripulación abordaran. Sonrió, aferrándose más a su cuerpo. Incluso si esos recuerdos raros eran reales como Avdol le había dicho, mientras Jotaro estuviera con él no tenía nada que temer...

*************

No importaba que Egipto fuera tierra desconocida para Jotaro, todo a su alrededor le parecía extrañamente familiar, incluso el aroma del mercado que pisó por primera vez en su vida durante el trayecto al hotel le era conocido. Nunca creyó que la nostalgia que lo perseguía desde hace un par de años se sintiera tan aterradora, pues cada segundo que pasaba le hacía pensar que se estaban acercando a un peligro inimaginable sin siquiera ser realmente conscientes de ello.

Encendió un cigarrillo intentando calmarse. Vería a su madre en la mañana y eso le era en cierta medida bastante reconfortante. La extrañaba, como nunca antes lo había hecho. Pero eso no le era ni remotamente suficiente cuando cada vez que cerraba los ojos veía a cada uno de sus amigos siendo herido de gravedad frente a sus ojos.

No sirvió al ejército tanto tiempo como para decir que aquello era una secuela de la guerra. De hecho, el momento de su captura había sido durante su primera misión, tras apenas dos semanas de entrenamiento exprés antes de ser embarcado hacia Japón. Durante ese breve periodo que transcurrió desde su llegada hasta su encarcelamiento no había visto morir a nadie, no había matado a nadie, mucho menos disparó su arma contra un enemigo porque pensaba que era estúpido pelear.

—¿Te sientes bien? No deberías fumar en la cama.

Miró a Kakyoin en silencio, preguntándose cómo sobrevivió tanto tiempo en medio de la guerra. Cómo podía mantenerse en pie a pesar de haber visto cosas horribles. Aunque, si se ponía a rememorar los minutos previos a su reencuentro, recordaba haber escuchado vagamente al superior del chico diciendo algo respecto a un supuesto intento de suicido de su parte.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora