4. Despedida

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"Mira, ahora es mi momento de bailar un vals

Bailar un vals de despedida

Es tal y como lo soñé

Todo

Como un sueño"

The Mortal- Sayonara Waltz

Tal vez el tiempo pasa demasiado rápido, en especial cuando te diviertes.

Marzo ya estaba por terminar y eso traía más de un problema. El año académico finalizaba, ambos se graduaban a principios de abril, debían comenzar a postular a universidades, pensar en su futuro como adultos, cumplir con las expectativas del resto y por su puesto hacerte responsable de tus malas decisiones.

Transcurrido ya un año y medio desde que su primer encuentro, el par de amigos con apenas dieciocho años habían comenzado a luchar por sus sueños. Jotaro por su parte deseaba ser un biólogo marino, vivir descubriendo y estudiando aquello que el mar ocultaba era algo que le llamaba la atención más que cualquier otra cosa. Para ello, logró calificar en la mejor universidad que Tokio le ofrecía.

Kakyoin era otra historia, pues a pesar de haber mantenido las mejores notas de su generación, ser considerado como una persona con un futuro brillante por sus profesores, la presión de no decepcionar al resto del mundo lo había hecho darse cuenta de algo terrible. No sabía a qué iba a dedicarse una vez que dejara la escuela. Nada parecía atraerle, ni las sugerencias de su familia le eran lo suficientemente atractivas como para tomar una decisión.

La relación de ambos se había estancado de forma dramática con el paso de los meses. Para ambos era incómodo llegar al lado del otro y fingir que eran amigos. Era doloroso, pero algún motivo, eran incapaces de cortar con su relación. Algo los obligaba a seguir juntos y eso los confundía. La excusa de que todo era producto de la adolescencia ya no les convencía, en cambio los hacía enojar.

—¿Por qué vienes a esta hora? —murmuró Jotaro sosteniéndose del marco de la puerta— son las dos de la mañana.

—Lo siento...

Miró a su amigo, sus ojos rojos e hinchados le preocupaban, se preguntaba qué había pasado, pues lucía como si fuera a morir de la angustia que su rostro expresaba.

—Yo solo...—balbuceó— quería despedirme.

—¿Qué?

Pronto las lágrimas comenzaron a caer por el rostro de Kakyoin.

—Mis padres descubrieron que no me presenté al examen de ingreso...

No entendía nada, levantó una ceja. ¿Qué tenía que ver eso y aquello?

—Me enlistaron en el ejército.

—¿Es eso legal?

Negó con la cabeza.

—Los ayudó un amigo suyo que trabaja allá adentro.

Cerró los ojos, pensando en una forma de sacarlo de ese problema.

—¿Cuándo vendrán por ti?

—En la mañana...

Esa respuesta puso su mente en blanco, dejando solo una idea que se repetía una y otra vez, exigiéndole que actuara cuanto antes.

Lo oía hablar, oía las excusas que le daba para explicarle por no haberle dicho antes, pero no las entendía, eran solo ruido incomprensible que deseaba callar a toda costa. Una parte suya le pedía huir, desaparecer cuanto antes, otra mucho más desesperada, se inclinaba por hacer lo que siempre pensó y pero que nunca tuvo valor para hacer.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora