21. Resaca

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"Arde en mi corazón el anhelo

Si te abrazo... ¿Podríamos bailar?

Por favor dime que puedo darte un beso

Tal vez nunca volveremos a ver la puesta de sol"

Buck-Tick – Coyote


La primera cosa que Polnareff fue capaz de notar en el momento de abrir sus ojos fue la terrible resaca que tenía, arrepintiéndose de haber pensado que beber era una buena idea. Se sentó en la cama, llevando sus manos a la cabeza esperando que no fuera a explotar de lo mucho que le dolía. Unas nauseas lo invadieron al instante, tenía que levantarse o sería todo un desastre, pero el temor a perder el equilibrio le ganaba, haciendo que tragara saliva y respirara hondo.

—Nunca más vuelvo a hacerlo...

Se quedó así un buen rato, dándose cuenta de una segunda cosa, Avdol no estaba por ningún lado y no parecía haberlo estado nunca en la habitación. Quiso llorar, pero con lo deshidratado que estaba no creía poder derramar lágrimas por más que lo intentara.

Para su desgracia había sido tal su borrachera que soñó con la noche más perfecta de su vida. Se le había confesado a un compañero imaginario y había besado el aire, haciéndolo sentirse tonto por creer que todo eso era verdad y preocupándose más por el egipcio. Decidiéndose que en cuanto pudiera ponerse de pie llamaría al hospital para saber de él.

—¿Cómo te sientes?

—Como una mierda—respondió.

Quiso agradecerle a la persona que le había preguntado eso, pero pronto se dio cuenta de que ninguna de las voces de los residentes de esa casa tenía ese tono de voz. Suspiró, sin levantar la mirada en ningún momento, odiando como podía notar una tercera cosa, su resaca era peor de lo que imaginaba, pues esta lo estaba haciendo escuchar cosas.

Se lamentó para sus adentros y en su idioma natal, mirando sus piernas, aún temblorosas por el mareo, preguntándose si lograría ponerse de pie en algún momento. Una mano se posó en su cabello desordenado, deslizándose por este, bajando hasta su espalda con suavidad. Era un toque algo tosco pero agradable al mismo tiempo, moviendo ligeramente su vista hacia arriba.

—Te traje algo que te hará sentir mejor.

¿Acaso su mente insistía en hacerle ver cosas que no estaban allí en realidad?

Otra vez veía esa sonrisa indulgente y unos ojos que parecían saber todo de él. Afirmó su cabeza contra el respaldo de la cama, llorando amargamente mientras la mano que acariciaba su espalda cambiaba de posición, acercándose esta vez a su rostro, limpiándolo con cariño.

Sus visiones se sentían tan reales que dolían...

—Avdol...

Lo escuchó reír.

—¿Sigues pensando que es un sueño? —dijo— anoche no dejabas de insistir en ello.

—Anoche...

Cerró los ojos, sintiendo como esa mano intentaba calmarlo.

—¿Recuerdas algo?

—Estaba bebiendo y de la nada apareciste...

Sus recuerdos se cortaban abruptamente después de caer en la cama, así que no podía relatar más que eso. Preguntándose si había hecho algo más con la ilusión de Avdol. Escuchó algo pero no entendió o quizás simplemente no quiso tomar peso en sus palabras. Sintiendo un pinchazo en el brazo izquierdo. Aguantó el dolor, el cual parecía ser potenciado por su resaca.

Mientras el mundo cae (Jotakak)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora