Capítulo Treintaitres

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Después de lo sucedido regresaron en silenció a la habitación del tartaja, Bill tiernamente había secó las lágrimas del judío mientras trataba de darle la mejor sonrisa que podía darle, pero Stan solamente lo observó, sin dar alguna palabra o alguna de aquellas delicadas y tranquilas sonrisas que en ocasiones podía apreciar en el judío. Al momento en que regresaron a la habitación Bill guió al rizado hasta su cama y lo sentó en la orilla de esta, el judío se entristeció cuando el tartaja tuvo que separar sus mano de la suya y aquella suave calidez que le había dado fue desapareciendo en una muy lenta y trágica lentitud para el rizado, por otra parte el oji-esmeralda tomó la silla que estaba en su escritorio y la colocó frente al judío, aún lado de él se encontraba el botiquín y aquella bolsa que contenía una que otra cosa que necesitaría para poder curar un poco las heridas que el rizado tenía en todo su cuerpo, trago en secó y suspiró.

–Esto po-dría dolerte– susurró hacía Stan, quien sólo asintió y apretó sus labios. –Espera aquí– agregó mientras de la bolsa sacaba un trapo, para finalmente salir de la habitación, pasaron unos largos minutos para el judío quien solamente se enfocaba en tratar de evitar recordar lo sucedido con Henry, pero era prácticamente imposible no hacerlo cuando estabas esperando a que te ayudarán a curar tus heridas y quemaduras, solamente pudo jugar con sus manos en la espera del tartaja.

–Quisiera poder sostener tú mano una vez más...– expresó en el aire, sabiendo que el tartaja ni siquiera lo escucharía, pero aquella sensación que le brindó, aquella seguridad le hizo creer que podía hacer cualquier cosa que era capaz de hacer mucho más de lo que ya había hecho, su corazón después de lo que sucedió volvió a latir con rapidez, pero aquello ya no era por el temor y la desesperación que había sentido, era por aquel sentimiento que crecía cada vez más al estar junto al oji-esmeralda, al poder verle aquellos ojos verdosos que brillaban como un par de esmeraldas, se sobresaltó al escuchar como cerraban la puerta y nuevamente ahí se encontraba Bill, pero aquel trapo que había llevado consigo ahora se encontraba mojado, además de que sostenía una cubeta llena de agua. El tartaja se acercó y se sento nuevamente en aquella silla que había puesto enfrente del judío y mordió su labio levemente mientras observaba las heridas del rizado, quien trataba de ignorar aquella atenta mirada llena de preocupación por parte del oji-esmeralda.

–Lo siento...– susurró el tartaja con suavidad, llamando la atención del judío quien había alzado una ceja ante aquellas palabras. –Si yo me hu-hubiera calmado proba-blemente esto no te hubiera pa-pa-pasado– finalizó, acercando aquel trapo con agua fría en las quemaduras del judío, quien se sobresalto al tacto con ellas, aquello estaba doliendo demasiado, una mueca de dolor se formó en el rostro del rizado y apretó la cobija del tartaja entre sus manos en un débil intento de tratar de soportar el dolor, el tartaja tenía que enfriar la quemadura y limpiar las cenizas que habían quedado de los cigarros, pasaron los minutos en un silencio doloroso por parte de Stan, quien solamente esperaba que el dolor terminara de una buena vez.

–No fue la culpa de nadie...– expresó tratando de no demostrar el dolor que estaba sintiendo. –Es algo que simplemente sucedió– agregó tratando de no tomarle importancia a lo que le había sucedido, Bill lo observó durante unos segundos y solamente suspiró, regresando a su labor de limpiar aquellas malditas quemaduras que el idiota de Bowers le había hecho, trataba de mantener la calma, pero no podía soportar la idea de que si no hubieran discutido lo más probable es que aquello jamás hubiera pasado, si tan solo se hubiera tratado de calmar, si tan sólo hubiera pensado con claridad las cosas nada de aquello hubiera sucedido, al finalizar de limpiar todos las quemaduras colocó un ungüento sobre estas con suavidad y cuidado, en ocasiones de reojo miraba las expresiones del judío y sólo podía apretar sus labios y sentir como su corazón comenzaba a acelerarse con rapidez ¿Por cuánto tiempo más seguiría negando aquel sentimiento? Se detuvo por unos segundos y mordió el interior de su mejilla, quizás ya era el momento de simplemente dejar que sucediera, quizás ya era tiempo de que dejara que aquel sentimiento creciera cada vez más, negó con rapidez y solamente suspiró, no era momento de pensar en aquello, debía de concentrarse en curar cada una de las quemaduras y heridas que tenía el rizado, después de aquello colocó un vendaje antiadherente en la zona de las quemaduras y colocó con suavidad un vendaje sobre las quemaduras que se encontraban en sus brazos, tratando de que está no fuera demasiado apretada, pero que si se encontrara ajustada correctamente.

R+E [Reddie] (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora