Capítulo Trece

1.3K 165 32
                                    

Richie apretó sus labios levemente, se miraba en el espejo de aquel baño observando cada moretón que se encontraba en su rostro. Pequeñas gotas caían del cabello mojado del bocazas, sus lentes se encontraban aún lado de él, pero de alguna forma el en aquel momento, no deseaba mirarse por completo, solamente podía ver levemente lo que se encontraba en su rostro, claramente algo borroso, pero aquello en aquel momento no importaba. Richie miró sus brazos y observó aquellas pequeñas cicatrices que se encontraban en este mismo, ¿Quién diría que hace tan solo una semana había sucedido aquello con su madre? Cada día que miraba sus brazos, recordaba aquella noche en la cual había ido al hogar de los Denbrough.

"-Eres un idiota, pero no de la forma en que tu madre lo dice. No de la forma en que tú te hiciste creer-"

Richie sonrió ante aquel recuerdo, aquellas palabras era lo que él necesitaba en aquellos momentos. Se miró nuevamente en aquel espejo colocándose finalmente sus gafas, logrando ver con claridad su rostro, ¿Tendría que contarle toda la historia a su querido Eddie espagueti? Suspiró ante aquello, ¿Porqué le preocupaba más como reaccionaria aquel hipocondríaco en vez del hecho de que había sido golpeado? El amor es tan extraño, un sentimiento sin sentido alguno para aquel bocazas, pero que logra llenarte de la forma más hermosa y en ocasiones de la forma más dolorosa posible. Él no sabría decir cuando, ni como comenzó a sentir aquello por aquel hipocondríaco solamente sabe que simplemente sucedió de un tiempo para otro, ahí estaba él. Teniendo pensamientos extraños, pero lindos de aquel pequeño hipocondríaco, teniendo sueños que se ven inalcanzables de tomar su mano, de besar aquellos delgados labios que cada noche sonañaba con algún día lograr probar.

El amor era tonto, estúpido, extraño, pero realmente hermoso si uno llegaba a verle el lado bueno de todo aquello.

Richie podía entenderlo, podía sentir aquella hermosa calidez, podía añorar y anhelar aquella dulzura que aquel sentimiento le brindaba. Aquel azabache ya sabía que estaba condenado a estar enamorado de aquel asmático, lo había aceptado desde hace ya tanto tiempo, pues ¿De qué le serviría tratar de negar algo que ya era bastante obvio? Solamente provocaría que terminará odiandose así mismo. Se miraba atentamente en aquel espejo, viendo el reflejo de lo que él era en aquel momento, un simple chico de 13 años que tenía varios golpes en su rostro ocasionados por un idiota. Richie suspiró una vez antes, antes de que le diera un paro al corazón por el repentino ruido del teléfono de su hogar sonando. Se cambió lo más rápido que pudo y salió corriendo como si su vida dependiera de ello hacía la sala, en donde se encontraba aquel teléfono que le daría finalmente una buena noticia, Richie había estado esperando aquella llamada desde que literalmente despertó. Al momento de tomar aquel artefacto entre sus manos, sintió como si su corazón fuerza una bomba apunto de explotar, jamás había pensado que extrañaría tanto escuchar la dulce voz que solamente Eddie, aquel pequeño y lindo asmático, poseía. Richie sin poder evitarlo sonrió, alegrandose de que de alguna forma Eddie era su condena, una dulce y linda condena que Richie estaba dispuesto a aceptar ¿Qué otra cosa podía hacer más que aquello? Nada, solamente podía aceptarlo y hacerlo ver de la mejor manera posible en un dulce y tierno secreto que trataría jamás revelar.

[...]

Eddie no podía sacarse aquellas palabras de la cabeza, hace tan solo unas horas el se encontraba hablando con Mike hasta hizo aquella pregunta, aquella estúpida y maldita pregunta que lo estaba matando y no solamente era aquello, era también el porqué Mike había preguntado. El castaño no podía dejar de sentir aquella inquietud invadiendole, ¿Porqué Richie iría al puente de los besos? Eddie mordió su labio ante aquello, la respuesta era más que obvia, pues ¿Porqué otra cosa una persona iría a aquel estúpido puente? Eddie no sabía que sentir en aquel momento, no sabía si tenía que ilusionarse o comenzar a sentir decepción, celos o tristeza, en primer lugar, ¿Porqué el amor tenía que ser tan difícil? Aquello era una simple tortura para el menor, una la cual a veces amaba y otras veces detestaba.

-Esto es una mierda...- susurró para sí mismo, era tan obvio aquello. Richie estaba enamorado, aquel idiota le gustaba alguien y aquello estaba matando a Eddie de la curiosidad, quería saberlo, pero él no tenía el derecho de preguntar. Al menos, en primer lugar ¿Porqué le preguntaría algo así a alguien como él? Eddie suspiró ante aquello, era claro que aunque intentará preguntarle lo más seguro sería que el azabache le respondiera con alguna estupidez que muy en el fondo le agradaría escuchar al asmático. Miró aquel pequeño reloj que tenía en su habitación, mordió su labio al saber que era momento de volver a ver aquel rizado que tanto le gustaba.

[...]

–¡Mi lindo Edds!– exclamó el de gafas después de unos minutos en los cuales Eddie se había quedo apartado observando a Richie, precisamente todas aquellas heridas, golpes y moretones que se encontraban en su rostro, fueron unos minutos de silencio y tensión par el club, aunque  menos para aquel rizado. Él cual aprovecho aquello para mirar el rostro de aquel castaño, sus labios, pestañas, mejillas, cabello, ojos ¿Cómo algo tan perfecto podía vivir en ese pueblo de mierda? Richie no podía comprenderlo, pero en el fondo agradecía que así fuera, que en aquel momento estuviera aquel pequeño castaño, no se sentía mal por estar enamorado de alguien como él. Se sentía feliz en realidad de que Eddie fuera su primer amor, si aquel pueblo no fuera un lugar donde solamente el mal se encontraba no sentiría temor de decir a los cuatro vientos que estaba enamorado de aquel hipocondríaco, pero lamentablemente aquello era la maldita realidad, vivían en un pueblo en donde la gente no podía ser más que homofobica, racista, corrupta y cerrada de mente. Así que ahí se encontraba Richie guardado aquel secreto no solamente por el bien de él, también por el bien de su pequeño Eddie espagueti.

–¿Qué mierda te pasó?– exclamó finalmente antes de que el rizado saltará hacía él para abrazarlo. El de gafas solamente pudo sonreír y encogerse de hombros ante la pregunta de aquel pequeño hipocondríaco.

–Algunos problemas con Bowers– exclamó sin tomarle mucha importancia aquello, el castaño solamente pudo fruncir su ceño y apretar sus labios ante la mención de aquel idiota –No te preocupes Edds– agregó con rapidez y rodeo con su brazo los hombros del castaño que seguía mirándolo con aquellos ojos castaños acusadores y curiosos, aunque en realidad se enocntraba totalmente preocupado por lo que sea que haya sucedido. El castaño sintio como el aire se le iba al ver como se encontraba el azabache, ¿Cómo era posible que algo así pasara en solamemte unos días? –Stan el galán y el gran Bill llegaron para nuestro rescate– exclamó con una sonrisa mientras miraba aquel dúo, quienes se miraron entre ellos durante unos segundos y después observaron al hipocondríaco quienes los miraba con cierto reproche y de forma acusadora por no haber llegado a tiempo para detener a aquel maldito de Bowers.

–¿Nuestro?– exclamó mirando al azabache, quien solamente asintió.

–Se encontraban también Ben y Bev– aclaró, Eddie apretó sus labios ante aquello no podía culpar a alguien del hecho de que Richie había sido golpeado por Bowers, él no tenía el derecho porque simplemente no se encontraba ahí, suspiro ante el pensamientos de ¿Qué hubiera hecho él de todas formas para evitar aquello? Miró a Richie durante unos segundos, a aquel bocazas que le gustaba desde hace un tiempo, su corazón palpito con fuerza al notar la cercanía en la cual se encontraban, pero aquello no importaba, solo aquella silenciosa promesa que aquel castaño se había hecho.

Él haría lo que sea para proteger a Richie.

R+E [Reddie] (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora