Capítulo Treintaidos

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–Ve a dejar la bicicleta de Eddie, Richie– expresó con debilidad y con algo de dolor el judío, ganándose una mirada sorpresa y de total negación por parte del contrario.

–¡No te dejaré!– negó el azabache. –Y menos cuando estás así– agregó con su ceño fruncido, el judío solamente suspiró al darse cuenta que estaba tratando de ahorrarse sus típicos comentarios y malos chistes.

–¿Vas a dejar de que todo esto me haya  pasado en vano?– dijo mientras alzaba su ceja. –Desde un principio fuimos a esta  maldita casa para llevar la bicicleta de Eddie a su casa– agregó sonriendo  levemente, el rizado tuvo que morderse la lengua para no decir una de sus típicas estupideces.

–Pero...–

–Estara con-migo, yo puedo curar las heri-das– interrumpió el tartaja tratando de evitar observar fijamente al azabache. –Yo lo cuidare– agregó con una ligera sonrisa mientras observaba al judío, quien le devolvió la sonrisa con cierta lentidud, pues incluso con aquel simple acto sentía un ligero dolor en su mandíbula, Richie guardo silencio durante unos segundos y suspiró finalmente, Mike podía sentir la tensión entre aquellos dos, pero no podía evitar apretar sus labios sabiendo que en cualquier momento ellos deberían de arreglar las cosas. Hanlon suspiró y observó al judío con una ligera mueca de tensión, tenía muchas heridas además de aquellas quemaduras, después desvío su mirada al tartaja quien a kilómetros se le podía notar aquella evasión hacía cualquier tipo de contacto con el de anteojos y finalmente observó al bocazas quien parecía resignarse ante la idea mientras se hundía en sus pensamientos, no debería de ir solo.

–Iré contigo Richie– expresó con tranquilidad y una ligera sonrisa, Richie lo observó durante unos segundos y finalmente asintió, mientras mantenía sostenida con fuerza su bicicleta, Mike sostenía la de Stan, quien por obvias razones no podía o más bien no dejaron que tomará y Bill sostenía la suya, pero ¿Cómo es que el había llegado? ¿Qué estaba haciendo ahí en primer lugar? Mike solamente negó con rapidez, realmente ¿Aquello importaba? Si Bill no hubiera llegado probablemente Stan tendría un problema aún más grave, por el momento Hanlon decidio tratar de ignorar aquellas dudas, primero debían de dejar a Bill y Stan en la casa del primero y finalmente dejarían la bicicleta del menor en su casa, quizás incluso finalmente podría lograr hablar con el bocazas. Los minutos pasaron y ninguno de los tres podía evitar dejar de observar las heridas que el judío tenía en su cuerpo, ¿Cómo alguien podría estar tan loco para hacer algo así? Suspiraron con resignación y no pudieron evitar recordar lo que Henry le había hecho a Ben, parecía que estaba dispuesto asesinar a Stan en cualquier momento y si no hubieran llegado a tiempo probablemente no se hubiera detenido en el momento que comenzó a ahorcar a Bill, los minutos pasaron en un extraño silencio, cada uno se enfocaba en sus propios pensamientos y recuerdos, se enfocaban en aquellas dudas que los atormentaban y aquellos recuerdos que hacían que la culpa o el miedo apareciera, finalmente habían llegado a la casa del tartaja y con cierta inseguridad por parte de Richie se despidió del judío e ignoro a Bill con orgullo y cierta incomodidad, por otra parte Mike se despidió de ambos y le dio la camisa a Stan, quien soltó un ligero gracias por todo lo que habían hecho, finalmente se alejaron con lentidud cuando Mike dejó la bicicleta del judío aún lado de la del  oji-esmeralda, Bill y Stan los observaron en silencio hasta que finalmente se perdieron de sus vistas.

–Hay que en-trar– susurró tratando de mantener la calma, el rizado solamente asintió y entraron en silencio y con cautela a la casa del tartaja, quien observaba su alrededor con preocupación esperando no tomarse con su mamá, aunque era prácticamente imposible que le prestará atención. –Ve a mi ha-bitación, buscaré el bo-botiquín– susurró el tartaja, Stan solamente lo miró durante unos segundos y entró con rapidez a la habitación de Bill, observó su alrededor con lentitud y se acercó a la cama de este último y se sento en la orilla de esta en un silencio que parecía eterno, no era la primera vez que entraba, pero había algo en el ambiente que hacía sentir las cosas diferente, había algo que lo hacía sentir como si fuera la primera vez que entraba en aquella habitación, se sentía como si estuviera en la habitación de un completo desconocido y aquello lo desconcertaba, había desaparecido aquel brillo y aquella esencia que caracterizaba al tartaja, pero no podía culparlo por ello, había perdido a su hermano y desde la desaparición de este la dulce familia que habían sido los Denbrough se había ido.

R+E [Reddie] (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora