Capítulo Treinta

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Diez minutos.

Solamente habían pasado diez minutos desde que Stan fue arrastrado por Henry hasta la parte trasera de aquella maldita casa, muchas veces uno suele pensar que las situaciones en donde te pones en riesgo o en donde estas en peligro duran horas, pero la relidad es que solamente son pocos minutos en donde las cosas llegan a suceder tan rápido, a pesar de que Richie y Mike corrían a la velocidad que más podían dar, no era suficiente ¿Quién diría que el bocazas llegaría a alejarse tanto de la casa Neibolt? Los recuerdos los invadían, la sensaciones de ahogamiento crecían, el miedo, la desesperación.

¿Acaso algún día podrían respirar en paz? ¿Algun día podrían vivir sin temor a ser dañados o lastimados?

Mientras Henry quemaba los brazos, estómago y pecho del judío, mientras que Richie y Mike corrían lo más rápido que podían hacía donde se encontraba Stan, Bill y Bev estaban totalmente ajenos a lo que estaba sucediendo. El tartaja acompañaba a la pelirroja hacía su casa mientras un silencio tenso y angustiante los invadía, Bill caminaba con su mirada fija en cualquier punto que no fuera en la contraria, caminaba pensativo y en su mirada esmeralda se podía apreciar el miedo, al final de cuentas lo más probable es que Richie tuviera la razón ¿Porqué buscar a alguien que probablemente ya estría muerto? Apretó sus labios con la esperanza de que las lágrimas no recorrían su rostro ante los pensamientos que lo estaban atormentando, pero en alguna parte de el no podía dejar de sentir esperanza, no podía dejar de pensar de qué quizás, sólo tal vez aún podría estar vivo su pequeño hermano.

–Ve a buscarlo– expresó la pelirroja de la nada, ganándose la atención del tartaja que por un momento había creído que se encontraba hablando de Georgie.

–¿Eh?– expresó con cierta sorpresa y confusión, mientras observaba la expresión tranquila y neutra de la pelirroja.

–A Richie– aclaró después de unos segundos en silencio, finalmente posando su mirada celeste en el contrario, quien sólo apretó levemente sus labios ante la mención del bocazas.

–Fue culpa su-ya– respondió el tartaja con frialdad. –Él debería buscarme y discul-parse por lo que di-jo– agregó, tratando de ignorar aquella mirada de decepción que la contraria le estaba dedicando. –Fue un idiota– finalizó con su ceño fruncido, Bev solamente suspiró y negó decepcionada ante la respuesta del contrario.

–Los dos fueron unos idiotas– corrigió la oji-celeste. –¿Era necesario que lo golpearas, Bill?– cuestionó la pelirroja con su ceja levemente alzada. –Quizás tengas razón de que debe de disculparse por lo que dijo, pero ¡Lo golpeaste Bill!– sentenció mientras resaltaba lo último. –Somos tus amigos, Bill– finalizó con un simple suspiró.

–Si lo fueran hu-bieran estado de acuerdo conmi-go...– respondió con cierta irritación el oji-esmeralda.

–Estas bromeando, ¿no?– expresó con cierta incredulidad. –Bill estaban asustados, lo que debimos de hacer antes de abrir la boca era tratar de primero tranquilizarlos, debimos de darles tiempo– la pelirroja observaba al contrario con paciencia y compresión, pero entre más lo pensaba el tartaja, más rápido crecía aquel sentimiento de culpa e ira dentro de él. –Ve a buscarlo Bill– finalizó la pelirroja, subió a su bicicleta y pedaleo dejando atrás al tartaja, quien observaba como la contraria se alejaba cada vez más hasta que finalmente desapareció de su vista, suspiro y cambió su rumbo hacía el lado contrario donde anteriormente se había ido la pelirroja, al final de cuentas quizás Bev tenía la razón, quizás había sido un idiota al golpear al bocazas, quizás incluso había comenzando a serlo desde que decidió comenzar toda esa tonta investigación, negó con rapidez y sonrió con amargura.

Siempre fue un idiota.

Desde que todo aquello comenzó lo fue, desde que decidió dejar ir que su hermano saliera aquel día de lluvia en Derry, si tan solo el hubiera decidió acompañarlo, si el hubiera tratado de tomar consiencia ¿Porqué dejó que se fuera? ¿Porqué no simplemente lo acompañó? ¿Qué tan difícil era que saliera durante unos minutos a jugar con su hermano? En aquellos momentos Bill se creía la peor persona de la existencia, el peor amigo y el peor hermano mayor que pudo tener Georgie, cuando Bill logró salir de sus pensamientos se encontraba ya en su casa, en aquel lugar donde alguna vez fue su hogar, su mirada esmeralda se fijo en la ventana de su habitación, aquella en la cual había visto por última vez como se alejaba Georgie con aquel barquito de papel que el mismo había hecho, suspiró y simplemente dejó caer su bicicleta en frente de la casa.

R+E [Reddie] (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora