Segunda Parte [Capítulo Uno]

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Mike se movía en círculos, dando finalmente la décima vuelta sin siquiera notar que lo había hecho, mordía sus uñas con nerviosismo y sentía una extraña sensación de que en cualquier momento podría vomitar claro que sabía que aquello sucedía por el hecho de que Eso había vuelto nuevamente, pero también el pensar de que había probabilidades de que vería a todos nuevamente le causaba una extraña sensación en su estómago que deseaba que terminará, su corazón latía rápidamente y la duda insistía en su cabeza ¿Qué sucedía si en verdad nadie venía?, ¿En verdad tendrían en valor para escucharlo?, ¿Lograrían poder volver a tener aquella conexión que alguna vez tuvieron?, ¿Cómo podían borrar aquellos 27 años en los que no se vieron ni una sola vez? Hanlon sacudió su cabeza, tratando de poder apartar aquellas inquietantes preguntas que solamente lo hacían temer aún más, ya había dado el primer paso, ya no había marcha atrás para lo que había hecho. Ellos siete eran los únicos que podían derrotar a Eso, eran la única esperanza para aquel podrido lugar. 27 años vivió en aquel lugar, esperando el momento sabiendo muy dentro de él que tarde o temprano aquello volvería a suceder, que Eso regresaría. Mike golpeó una pared cercana, sintiendo como el miedo y la ira crecían dentro de él, recordando las palabras escritas en aquella pared con la sangre de Adrian Mellon y las náuseas volvieron.

Aquella maldita escena regresó a su cabeza.

Las palabras que marcarían quizás el inicio o final de su locura, estaba demente por no largarse de aquel sitio, Mike muy en el fondo era consienten de aquel hecho, pero también comprendía de que principalmente había sido por aquel monstruo de pesadilla, pero en aquel momento caminando cerca de aquel rio con aquellos miles de globos que probablemente solo él podía ver y esas horribles palabras escritas con la sangre de aquel pobre chico deseo haberse ido lejos.

–Vuelvan a casa...– susurró, sin disimular el veneno en aquellas palabras, Eso los quería ahí, aquel maldito payaso deseaba que estuvieran todos juntos en aquel maldito lugar, sabía que aquel payaso deseaba más que matarlos. Después de tantos años de estudio e investigación de aquel lugar, sabía cómo derrotarlo, sabía que sí podía hacerlos volver a creer podrían derrotar a aquel maldito payaso era su única oportunidad, la única esperanza que tenían para lograrlo. Aquella maldita cosa ya no jugaría más con él, con ellos ni con nadie más de aquel pueblo, estaba decidido a hacer que aquel sea el final de todo.

Pero a pesar de estar decidido, aún temia lo que pudiera suceder. Stan había sido el único en recordar el porqué de aquella promesa, había sido el único en recordar más haya que los demás, quizás incluso debió de haberles dicho totalmente la verdad, pero ¿Cómo? "Hola soy Mike Hanlon de Derry y Pennywise ha regresado para probablemente querer cobrar venganza y devorar más niños" Mike suspiró y solamente negó ante aquellos pensamientos, quizás y sólo quizás en aquel momento se encontraba exagerando las cosas, pero aunque hubiese dicho la verdad de la llamada ¿Ellos hubieran aceptado? Nadie en su sano juicio lo hubiera hecho, ni siquiera él.

–Stan...– suspiró, sabiendo que había una gran probabilidad de que el judío no se presentara, los recuerdos llegaron a él y sólo en su mente mantuvo presente aquel momento donde logró consolarlo, donde por un momento logró hacerle ver que era alguien en aquel grupo. El rizado había vivido tanto tiempo creyendo que no era nada en el club de los perdedores, pensando que realmente jamás lograría encajar con ellos, pero en un simple verano pese a quizás no verlo había hecho bastante por ellos, junto a Bev logró herir a aquel maldito payaso cuando estaba a punto de querer hacerles algo a Richie y Bill, estuvo y ayudado a Richie cuando lo necesito e incluso sufrió las consecuencias de haber herido a Bowers para que Rich escapará. Stan logró mostrar fuerza, determinación y valentía cuando se trataba de ellos, pero quizás con el tiempo había olvidado aquello, dejándose llevar por una emoción totalmente incorrecta y una que solamente el creía que estaba, llevándose por el veneno que Eso había dejado en ellos. –Por favor regresa...– suplicó, más de una vez se convirtió en el héroe en aquel terrible verano, pero fue el único que quizás nunca llegó a notarlo el bibliotecario observó hipnotizado aquella pecera, observando aquellas burbujas salir y a aquellos peces nadar con tranquilidad en el agua, ¿Qué tanto sería lo que recordarian?, ¿Stan sería el único que recordó todo? Suspiró por milésima vez durante el día y finalmente solo se decidió en dejar de pensar y concentrarse en algo más que no fuera lo horrible que era aquella maldita situación.

Hubiera deseado que aquella reunión en verdad fuera por alguna otra situación, que simplemente se hubiera tratado de una reunión de amigos y no una reunión para hablar y asesinar a un maldito payaso devora niños. Giro su mirada al escuchar como alguien entraba al lugar que había reservado, sonriendo sin poder lograr ocultar su emoción al reconocer a la persona que había llegado finalmente.

–Hola– expresó con alivio y una evidente alegría.

–Oh mierda, Mike te vez...– sin poder evitarlo se encaminó con rapidez y lo abrazo.

–Bill, Bill, Bill...– susurraba con alivio, sintiéndose reconfortante ante las palmadas que el escritor le daba sin ocultar la confusión ante sus acciones.

–Oh, hola ¿Cómo estás?– expresó el de mirada esmeralda, esperando a que el contrario se separara primero de aquel abrazo.

–No sabría si vendrían después de tanto tiempo, pero claro ¡Tú veniste!– comentó con rapidez, dejando su mano en el hombro del escritor.

–Fue un juramento...– respondió con confusión. –Los perdedores deben estar unidos, ¿no?– agregó.

–Exacto, lo recuerdas– expresó con alivio y felicidad. –Excelente, ¿Recuerdas algo más?– susurró con seriedad, pero la atención de ambos se desvío hacia atrás, al observar como alguien se acercaba junto a la mesera mientras le decía una y mil cosas sobre quien sabe que. Ambos quedaron en silencio al reconocer al pequeño hipocondríaco que ahora era un adulto, pero como podían notar quizás lo único que sucedió fue que creció.

–Adiós mundo cruel– se interrumpió, observandolos a ambos con incredulidad, provocando en Mike que este sacara una sonrisa. –Santo Dios– Bill solamente sonrió levemente y la emoción no se pudo ocultar en las miradas de los mayores.

–Oh por Dios, Eddie– expresó el castaño con emoción, acercándose con rapidez al menor y rodeandolo en un cálido abrazo. –Cuánto me alegra verte amigo– agregó con una suave sonrisa.

–Mierda, mierda, mierda– susurraba con nerviosismo el asmático, correspondiendo aquel abrazo con lentidud y sonriendo tímidamente mientras lo hacía. –Bill– expresó finalmente con una inevitable emoción.

–Eddie– lo llamó el de tez oscura, mientras se acercaba a él con una sonrisa.

–¿Qué tal Mike?– susurró y finalmente Bill se separó de él y simplemente Mike y Eddie estrecharon sus manos con una sonrisa en su rostro. –Tanto tiempo sin vernos– agregó nerviosamente.

–27 años– respondió el oji-esmeralda con una sonrisa entre incomoda y nerviosa.

–Sí, 27 años...– aseguró Mike. –Hay tanto de lo que hablar, los demás no tardan en llegar– aseguró Hanlon colocando su mano en el hombro del menor. Al finalizar con aquellas palabras una platica entre ellos comenzó, en la cual en ocasiones reían y hablaban como si el tiempo jamás los hubiera separado, pero había algo que se sentía diferente en aquella ocasion. Una extraña sensación que Eddie ni Bill podían describir por completo, pero que quizás Mike podría reconocer si tan sólo alguno lo hubiera mencionado, las cosas habían cambiado, todo había cambiado, pero de una forma extraña solo parecían ignorarlo, hasta que se sobresaltaron ante el sonido del gong siendo tocado, volteando atrás de ellos con curiosidad y cierta alerta.

–La reunión del club de perdedores ha empezado– interrumpió el de gafas con la voz más monótona que pudo dar, mientras al mismo tiempo entraban Bev y Ben ante las miradas atónitas de los otros tres.

–Wow ¿Ya los vieron?– comentó el asmático con nerviosismo ante la atenta mirada de todos, el silencio los inundó durante unos momentos, pero ¡Richie Tozier estaba para el rescate! Y ¿Qué mejor que una broma para revivir los viejos tiempos? El de gafas sonrió y solamente comenzó a hacer señas hacía Eddie, quien rodó sus ojos y simplemente sonrió al igual que los demás al entender lo que quería decir con esas señas.

R+E [Reddie] (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora