Capítulo Veintisiete

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–¡Richie!– lo llamó el judío mientras pedaleaba a unos metros atrás de él, el nombrado solo rodó sus ojos y siguió adelante, ignorando por completo el llamado de Stan. –¡Espera!– grito nuevamente, esperanzado en qué el rizado hiciera caso y se detuviera, el de gafas solamente suspiró y después de todo Stan había sido desde un principio el que trató de calmarlo, el no tenía la culpa de lo que había sucedido con Bill y Bev. Stan solamente pudo agradecer en silencio y pedaleo más deprisa hacía el azabache, era obvio de que necesitaban hablar sobre lo que había sucedido.

–Se lo que vas a decir Stan– expresó el bocazas con seriedad. –No necesitó que me digas que fue mi culpa que esto sucediera...– agregó y se bajó de su bicicleta dejando que esta cayera en el pavimento, el judío solamente imitó aquel acto y siguió al azabache, el cual se encontraba en aquellos momentos sentado en la banqueta con su mirada fija al suelo.

–No fue culpa de nadie Richie– respondió el rizado con suavidad, observando el paisaje que los estaba rodeando en aquellos momentos, el nombrado rio amargamente ante aquel comentario ¿Cómo no podría ser su culpa? Si él tan solo se hubiera controlado, probablemente todos aún estarían juntos e incluso hubieran logrado llegar a un acuerdo, pero solamente se dejó guiar por las emociones que lo estaban atormentando y consumiendo en aquel momento, era un idiota. –Bev quizás tenga razón en el hecho de que eso es esto lo que quería hacer con nosotros– suspiró al recordar las palabras de la pelirroja. –Pero incluso si no es así, no es culpa de ninguno de nosotros– aclaró con tranquilidad, tratando de lograr ser la fuerza que necesitaba el bocazas, aunque en realidad también quisiera romperse. –Solo nos tenemos los unos a los otros, Richie y en cualquier momento, sea como sea volveremos a estar juntos, porque somos una familia, ¿no?– expresó lo último con cierta inseguridad y sin poder evitar dejarse guiar por la duda comenzando a jugar nerviosamente con sus manos. –Somos el club de los perdedores– agregó con una ligera sonrisa, ante aquel comentario Richie levantó ligeramente su rostro para observar al judío. –Aunque estemos separados, aunque incluso algunos puedan pensar que algo en nuestra amistad comenzó a romperse y aunque ese maldito payaso piense que logró separamos finalmente, se que no es así– el azabache no podía evitar observar la determinación con la cual el rizado decía aquellas palabras, no podía evitar pensar que algo había cambiado en el judío, aquellos ojos avellana que poseía brillaban con esperanza y seguridad, incluso si el no notaba aquellas emociones, Richie lo hacía y no podía evitar sentir orgullo por su amigo. –Estamos unidos, todos nosotros lo estamos, Richie– exclamó con decisión y confianza en aquellas palabras.

–Haz cambiado– respondió el azabache antes de que el judío pudiera abrir su boca para seguir con aquel discurso de motivación, frunció su ceño y observó al de gafas ante aquel repentino comentario. –Sabía que en cualquier momento saldrías de ese caparazón– sonrió el bocazas al observar la confusión del contrario. –Todos aportan algo en nuestro grupo...– comenzó el rizado sin separar la mirada del judío, el cual escuchaba atentamente aquellas palabras. –Bev es la que trata de animarnos a hacer lo que aparenta ser imposible, Ben es nuestro querido arquitecto, Mike es nuestro detective personal y hasta cierto punto conpirador, Eddie es nuestra brujula y nos cuidá, mientras que Bill es nuestro guía y líder– expresó con tranquilidad. –Tú nos proteges, pero la diferencia entre tú y Eddie es que tu parecés tener un sexto sentido para saber cuando algo malo va a ocurrir– el judío ni pudo evitar recordar las palabras de Mike y juntarlas con las que ahora el azabache le estaba dando, frunció ligeramente su ceño y suspiró al darse cuenta que faltaba alguien el cual Richie no había mencionado.

–Y tú eres la mano derecha de Bill– finalizó el rizado, ganándose una mirada llena de sorpresa por parte del bocazas. –¿No te habías dado cuenta?– cuestionó con una sonrisa, el contrario solamente desvío su mirada nuevamente al pavimento. –Eres más de lo que crees Richie– le susurró al contrario. –Mucho más...– repitió, finalizando con aquella conversación que les había hecho pensar a ambos, había cosas que aún no notaban y que tarde o temprano se revelaría, entre esos cosas que hubieran deseado nunca recordar.

–Dejamos la bici de Eddie espagueti abandonada– interrumpió aquel silencio el bocazas. –Aunque ahora mismo quisiera estar lo más alejado de aquella maldita casa, creó que sería mejor dejarla en su casa antes de que lleguen del hospital– suspiró el bocazas al finalizar sus palabras. –¿Vamos?– se levantó mientras observaba al judío quien solamente pudo suspirar con resignación y sonreír de esta misma forma.

–No sería una idea inteligente que fueras sólo– expresó el judío mientras se levantaba.

–¿Eso es un sí?– bufo mientras tomaba su bicicleta y se manta a en esta.

–¿Tú que crees Rich?– respondió el judío.

–¿No te enseñaron que responder una pregunta con otra es de mala educación, Stanny?– expresó con inocencia el bocazas, observando de esta misma forma al judío, el cual rodó sus ojos y se monto en su bicicleta y tras aquel comentario comenzaron a pedalear con tranquilidad nuevamente hacía aquella casa, durante el camino Richie no pudo evitar pensar que Stan quizás podría tener razón después de todo.

Los perdedores siempre estarían unidos de una forma u otra.

Por un momento se le pasó en la cabeza al bocazas decirle lo que sentía por el menor y llegarle a cuestionar aquellas rápidas miradas que le dedicaba al tartaja. El azabache no era tan ciego para no notar aquella química que desde hace un tiempo había comenzado a surgir en aquellos dos, pero ¿Stan estaría consiente de lo que siente por el tartaja? Aunque aquella pregunta podría sonar algo ridícula desde el punto de vista del bocazas, no podía evitar pensar en aquella duda, pues era más que evidente que el oji-esmeralda no estaba consiente de aquel sentimiento e incluso era más que evidente que se encontraba más que confundido por las sensaciones que están teniendo, pero no lo culparia de ello, era más que obvio que estaría pensando más en la pérdida de su hermano que en los sentimientos que tiene por el judío o por la pelirroja, el azabache solamente negó con rapidez, no era momento para pensar en aquello y mucho menos de preguntar sobre ello.

Desde ese momento todo hubiera sido tranquilo para aquel dúo que se dirigían a aquella casa nuevamente, simplemente hubieran ido por la bicicleta del menor e  irse tranquilamente al hogar de este mismo  para dejarla ahí antes de que la mamá de Eddie se diera cuenta de que ellos estaban ahí, era bastante sencillo, pero una de las únicas cosas que todos están seguros sobre la vida es que esta simplemente es impredecible.

R+E [Reddie] (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora