Capítulo 2: La familia es lo más importante

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La anarquía comienza cuando no hay un sistema de gobierno establecido correctamente, y por lo tanto, la gente sigue al líder que más le agrade o atemorice. Algunos pensarían que nadie querría hacerle frente a la Emperatriz del Mal, sin embargo, hay unos cuantos villanos que aún sin Morgana se seguían negando a estar bajo su régimen impuesto por la fuerza.

Evie la quiere fuera del poder. A Maléfica no le corresponde ser la que gobierne lo que a ella le pertenece.

Luego de ser encontrada por Morgause, fue llevada a un castillo más o igual de imponente que el de Camelot, pero mucho más sombrío y turbio.

Según sabe, aquel territorio le pertenece a uno de los enemigos más antiguos del fallecido rey Arturo: el rey sanguinario Cenred.

—Evie, te traje tu comida— dijo una delicada voz detrás de la puerta.

Evie sonríe de manera automática, dejando de jugar con su magia, para ponerse de pie e ir a abrir. Su sonrisa solo crece cuando ve a la joven rubia de sonrisa bondadosa y se abstiene de abrazarla únicamente por la bandeja que se interpone entre las dos.

—Morgaine—susurra, haciéndose a un lado—, te esperaba más tarde.

La chica deposita con gracia la bandeja con comida en la mesa de la habitación, y se encoge de hombros. Evie observa el delicioso platillo que le ha llevado y se sienta, haciéndole un gesto para que la acompañe. Es una comida para dos.

—El otro día mencionaste que te gustaba la pasta, y ahora que mamá me consiguió los ingredientes, pensé en consentirte un poco— murmura con timidez. Evie, enternecida, toma su mano por sobre la mesa e inclina la cabeza—. La hice especialmente para ti.

Morgaine Le Fay es una pálida y enfermiza chica rubia de diecisiete años que apenas y conoce más allá del límite de aquel basto reino. Morgause y Cenred se habían unido de todas las formas existentes, casándose, formando una familia.

Evie rápidamente congenió con la chica. Fue como si se conocieran de toda la vida, quizás la peliazul viendo en ella a alguien necesitada de protección.

La hija de Grimhilde se pregunta vagamente se pregunta como es que Morgana jamás las mencionó a ninguna de las dos.

—Eres muy amable.

—Buen provecho, princesa— Evie ríe. Le gusta ser llamada así por ella.

Comienzan a comer en silencio, mirándose mutuamente en muchas ocasiones que dejan de ser accidentales, compartiendo sonrisas y algunos comentarios al azar sobre lo que han hecho ese día.

Al terminar, Evie acaba de limpiar la comisura de su boca y hace a un lado los platos, preocupándose cuando los ojos de la chica se cierran y tiene un ataque de tos.

—Estoy bien— dice con rapidez. Evie no le cree—. Hay días peores que otros.

—Morgaine...

—Estoy bien— repite. Sonríe un poco—. Por cierto, madre pidió que fueras a las catacumbas en cuánto estés lista.

De nuevo a ese lugar. No le gusta. Su nueva amiga sabe eso, a juzgar por su expresión que dejó de ser amable.

—Le puedo decir que te sientes indispuesta— ofrece la rubia con rapidez.

Evie niega. Se levanta y va directo a su tocador donde comienza a maquillarse. Aplica el lápiz labial, viendo a través del espejo la mirada atenta de Morgaine. Parece absorta. Se aclara la garganta y sólo entonces ella parece reaccionar.

—¿Me llevas?— le pregunta. Rápido recibe un sí—. Bien, vamos.

Al salir Evie enlaza sus brazos, como siempre desde que descubrió que era fácil confiar en la hija Morgause. Era fácil porque quizás aquella chica le recordaba una parte de su pasado.

A N A R C H Y ¦ Descendientes (CHAOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora