Capítulo 6: La promesa que deberá cumplir

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Antes de irse, Kheaden quiere hablar con su padre una vez más. Interiormente desea que lo detenga.

Aún sin poder creer que hubiese besado a esa temperamental chica, su corazón no estaba del todo tranquilo.

Al llegar a la biblioteca no pidió permiso y entró. Nunca lo había hecho y no comenzaría a hacerlo estando a punto de traicionar a esa gente.

—¿Papá?

No escucha respuesta, por lo que se interna en esa biblioteca atestada de libros y pergaminos viejos. El lugar es enorme. Lo que más llama su atención es una foto familiar que se encuentra recargada sobre un escritorio. Imagina que anteriormente debió estar colgada de la pared.

Es grande, llamativa, y aunque un poco maltratada, le permite distinguir a cada uno de los integrantes de la familia de Mulán. La reconoce a ella y a Lonnie. El hombre de sonrisa amable y ese joven lleno de vida que sonríe también a la cámara son aquellos integrantes que la voluntad de su madre asesinó.

Kheaden recuerda lo que escuchó antes de estar a solas con Mal, lo que la joven guerrera dijo sobre su hermano, sobre la posibilidad de regresarlo a la vida. Él fue una víctima más de su madre.

¿Morgana merece regresar a la vida?

Si Morgana regresa, lo justo sería que enmiede todo el daño que causó. O a al menos el que estuviera a su alcance.

Termina de ver la foto y se dirige a donde hay una luz de vela iluminando el rincón del lugar.

Merlín está ahí, sí. Kheaden sonríe un poco al verlo dormido sobre el sofá a un costado de una mesa con montón de hojas repletas de su letra. Aunque eso no es lo que Merlín sostiene tan celosamente contra su pecho.

Al acercarse, Kheaden distingue el rostro joven de su madre, semejante a una fotografía (aunque era imposible ya que en Camelot jamás existió esas fotografías), siendo una pintura en óleo bastante exacta de Morgana Pendragon.

Algo en su corazón se quebró al verlo así. Merlín sufre también por la muerte de Morgana.

—No te preocupes, padre. Yo traeré a mamá de regreso.

Chasquea los dedos, invocando una manta, y la coloca sobre él. Merlín se remueve, su gesto tornándose atormentado, más no se despierta.

—Regresaré pronto. Lo prometo. Cuando lo haga seremos la familia que siempre desee.

Lo decidió. Se irá con Morgause. Mal no es suficiente motivo como para querer quedarse.

(...)

Nimueh mira el lago frente a ella. Ha pasado mucho desde que se atrevió a ir a ese lugar, y sin duda, sigue sintiendo la misma melancolía. Nada ha cambiado.

—Creo que nunca te di las gracias por salvarnos— dice una voz tras ella. Es la hija de la Bruja del Mar.

—No acostumbro a que lo hagan. Está bien.

Uma se pone a la par de la mujer. El lago es muy hermoso con los rayos del amanecer reflejándose en la superficie.

—Aún así, tú me has salvado en más de una ocasión— hace notar Uma—. Acudiste a mi llamado, nos salvaste a todos. Gracias.

Nimueh le resta importancia. Salvó a toda esa familia, salvó a los piratas, sí, pero lo hizo con sus fines egoístas como siempre desde que todo comenzó a ponerse realmente mal. Aún así, Uma no lo sabe, pero tampoco piensa decírselo.

—Lo mismo habrías hecho tú.

Uma asiente. Aquello era mentira. Ella jamás se arriesgaría por nadie que no fuera ella, o su novio, o Gil. Ya lo comprobó en una ocasión.

A N A R C H Y ¦ Descendientes (CHAOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora