Capítulo 7: Charlas y más charlas

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Mal despertó aquel día con la noticia de que Kheaden se había convertido en un desertor.

Él prometió ayudarla con lo de Maléfica, él prometió eso, y se fue, como todos en su vida últimamente.

—Yo lo vi reunirse con una mujer al amanecer— les informa Leka—. Luego se fue con ella.

Merlín pasa una mano por su cabello, frustrado, sin entender los motivos que llevarían a su hijo querer irse de ahí. Está enojado consigo mismo por no prestarle atención en los últimos días.

—¿Y no se te ocurrió detenerlo?— recrimina Mal.

—¿Por qué razón lo haría?— lima sus uñas con cuidado, sin prestarle demasiada atención a su media hermana—. Aquello no era mi problema.

—¡Pudiste detenerlo!

Alecto y Hadie miran a ambas, con la boca un poco abierta. Ambas tenían mucho en común aunque lo negaran. Hijas de Hades tenían que ser.

—¡No me grites, bastarda!— su cabello se incendia con llamas azules. Los ojos de Mal se iluminan en verde.

—¡Suficiente!— gruñe Hades—. ¡Ambas!

El Dios aparece entre ambas en ese momento. Las mira con seriedad, Mal bufa y sus ojos vuelven a ser los mismo de siempre. Leka apaga su cabello, aunque sigue mirando con odio a la hija de Maléfica.

Merlín se acerca a la hija del Dios que se crió en el Inframundo, en busca de respuestas.

—¿Pudiste ver a la mujer? Necesito detalles. Necesito saber con quien se fue mi hijo.

—Sí. La vi. Era rubia, vestía como una bruja y tenía expresión de una persona demasiada trastornada— explica, más calmada, regresando a sus uñas—. Kheaden llevaba una pequeña valija. Ese chico súper apuesto que con sola una mirada hace que te... —se detiene ante la mirada extrañada de Hadie—. Lástima que se fue...

Mal presiona el puente de su nariz para calmarse. Aquella forma en la que se expresaba de él la hacían enojar más que cualquier insulto proveniente de aquella chica.

Kheaden es suyo. De nadie más.

Ese pensamiento la confunde. ¿Él lo era? No, claro que no.

—Morgause— masculla Merlín.

No dice nada más. Sale de ahí con rapidez.

De pronto solo quedan reunida la hermosa familia disfuncional que solo tenían en común al padre.

Mal rueda los ojos y se deja caer en el sofá al lado de su hermanito menor y le pide que le dé la manzana que él trataba de cortar en gajos y también la navaja.

—Yo lo hago por ti.

—Gracias.

Mal sonríe un poco. Al menos él no la odiaba, a diferencia de los otros dos.

Hades observa a sus cuatro hijos. Cada uno tan diferente del otro. Se pregunta a sí mismo si algún día podrán llevarse bien todos, aunque lo duda. Los hijos que tuvo con Persefone son demasiado celosos, jamás considerarían a Mal y a Hadie como parte de su familia. No por completo.

—Escuchen, hijos...

—Otra charla sobre la importancia del lazo entre hermanos no, por favor— masculla Alecto—. Tenemos demasiado en qué pensar.

—Concuerdo con el niño bonito— dice Mal.

—¿Ves, padre? No nos llevamos tan mal.

Hadie asiente, sonriente, llevándose un trozo de manzana a la boca. Mal despeina su cabello y corta otro pedazo.

A N A R C H Y ¦ Descendientes (CHAOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora