Capítulo 18: Conexiones

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Kheaden siempre fue discreto con sus relaciones pasadas. En la isla, no había chica que no estuviera dispuesta a pasar un rato con él, pero al chico pelinegro eso jamás le importó ni aprovechó eso a su favor.

Morgana siempre le advirtió que el amor volvía débil a las personas. Y de alguna u otra forma aquello siempre lo tuvo presente.

Mira con aire ausente a la hija de Hades y Perséfone. Es hermosa. Su rostro es perfecto, atractivo, y sin duda debería sentirse afortunado de poder compartir con ella su tiempo.

Aunque algo le falta. Ese algo que siente tiene nombre y unos enigmáticos ojos verdes.

Leka lo atrapa con sus ojos oscuros. Desliza una mano por su rostro y enreda los dedos en su cabello azabache, provocando un escalofrío en Kheaden. Él acepta de buena gana sus labios, entreabriendo la boca, atrayendo a la chica hacia su cuerpo para tenerla más cerca.

Un suave sonido escapa de los labios rojo carmesí de la mujer, y no le desagrada, pues caso contrario, lo hace desear continuar.

Si Mal es feliz con Ben, si ella ama a alguien más, ¿por qué no puede serlo él también?

—Besas muy bien— murmura Leka, sonriendo—. Ningún mortal antes había logrado llamar mi atención, pero tú...

Kheaden también sonríe un poco. Desliza su mano por el costado de la chica, hasta posarla en su cadera, con la clara intención de seguir bajando. Ella ríe, retrocediendo un poco y aparta su toque, negando.

—¿Qué?— pregunta Kheaden, confundido—. Creí que tú...

Leka lo silencia con un beso, tan profundo y largo que le roba el aliento al hijo de Morgana.

—Aún no, campeón— enlaza sus brazos, apoyando la cabeza en su hombro—. Ahora, ¿vamos adentro?

Él accede. No la piensa presionar.

Leka aprovecha, y enlaza sus dedos de igual forma. La noche es estrellada, y mientras caminan, decide contarle un poco de su vida en el inframundo, recibiendo total atención de su compañero.

Llegan al recibidor, riendo.

—¿En serio es tan fácil sobornar a Caronte?— pregunta incrédulo.

—Sí. Créeme, antes padre tenía que estar vigilando sus movientos, o el inframundo se volvía un caos.

Se detiene bajo el umbral de la puerta que divide el área de las habitaciones. Él descubre con cierto desconcierto que estar al lado de la chica no es malo, y por el contrario, es divertido.

—Gracias por la información, supongo. Si un día muero me servirá de mucho.

Kheaden le guiña un ojo, y sin ser consciente de que son observados, baja a depositar un beso casto de despedida.

Un carraspeo lo hace girarse hacia la izquierda, donde está Mal, con sus amigos, por supuesto. Leka le sonríe con presunción a su hermanita, y besa la mejilla del chico antes de separarse por completo.

—Nos vemos luego.

Kheaden la ve desaparecer mientras ella se adentra en el lugar, y quiere seguirla, únicamente para ya no estar más ahí.  Se siente culpable, incómodo, sabiendo que Mal presenció aquello. Sin embargo no da ni dos pasos antes de ser detenido.

—Oye, espera— lo detiene Jay—. Llegó el momento de que nos des explicaciones.

Ha evadido con éxito a los VK's desde que llegó a ese lugar. Al parecer, su suerte se ha acabado. Tiene demasiado cansancio mental como para seguir así. Además, siendo justo, ya era el momento.

A N A R C H Y ¦ Descendientes (CHAOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora