Capítulo 19: Orgullo

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Merlín se había despedido de Morgana hacía apenas un par de horas.

Últimamente las cosas no habían salido bien para nadie, pero volver a estar con ella le causa una sensación que había olvidado por completo que podía sentir. Es como si volviera a ser el joven Merlín de veinte años atrás.

Apenas entra al lugar la sonrisa en su rostro se desvanece. La escena de su propio hizo trenzado con el joven asiático de cabello largo lo sacó completamente de su burbuja de felicidad.

—¡Jay, basta!— ruega Lonnie, siendo detenida por su hermano para no intervenir.

El espectáculo que ambos adolescentes han formado ha llamado la atención de la mayoría de los habitantes temporales del palacio.

Kheaden conecta un golpe preciso en el rostro de Jay, y éste, cegado por la ira, se lo regresa. Pará ese punto ambos están lo suficientemente golpeados para estar sangrando, pero no para detenerse.

—¡Kheaden!— el grito de Merlín hacen a su único hijo detenerse.

Mal y Carlos corren para ayudar a Jay, al igual que Lonnie, pero éste sale del lugar más furioso que al principio, tratando de detener la sangre que escurre por su labio inferior. El hijo de Morgana sale en dirección contraria.

Mal duda, solo un poco, antes de seguir a Jay. Merlín sí va tras Kheaden. Llegan a la afueras y el pelinegro no parece estar menos alterado.

—¿Qué demonios se supone qué hacías?

—Ahora no, padre.

—¡Mírame, Kheaden!— exige el hombre mayor deteniendolo por el hombro—. La violencia jamás es la solución a nada. Tú no eres...

—¿No soy qué? ¿Malo?

Una risa seca brota del pecho del menor, y quita la mano que lo toca. Sus ojos, inyectados de sangre, lo miran como jamás lo habían visto.

Merlín nota que él trata de cubrir algo en su muñeca con la palma de su otra mano, y frunce el ceño, ignorando sus palabras.

—¡Ni siquiera me conoces!— exclama con enojo Kheaden—. Es un poco tarde para darme consejos de moral, ¿no crees?

—Cálmate y dime qué te sucede— pide con calma Merlín.

Kheaden está a punto de gritarle que lo deje tranquilo, pero el ardor de la marca se intensifica a tal punto que lo hacen doblarse y caer de rodilla al suelo.

—E-Evie— balbucea, cerrando los ojos con fuerza—. E-Ella...

Merlín se inclina, preocupado, tratando de averiguar que era aquello que le producía tanto malestar. Los quejidos de Kheaden se detienen, justo al tiempo que una nube de humo hace a ambos toser.

Dos figuras han aparecido no muy lejos de su lugar.

La mente de Kheaden se dispersa. El odio y la rabia que sentía se esfuman de su sistema como si nunca hubiera estado ahí. Sacude la cabeza.

—¡Merlín!

Es Morgana y... ¿Evie?

Padre e hijo comparten una mirada, antes de que, sin pensarlo, se dirijan hacia dónde están ambas mujeres.

Mientras que Merlín toma en brazos a Morgana, Kheaden sostiene a una casi inconsciente Evie, notando que la marca que comparten pierde intensidad conforme los segundos pasan estando a su lado.

El sabor amargo en su boca aumenta cuando nota que su piel tiene un tono apagado, sus labios normalmente llenos de vida, de un color azul enfermo.

Se asusta aún más al no notar presencia mágica alguna. No está su aura, y eso significaría que ella perdió... No. No podía ser.

A N A R C H Y ¦ Descendientes (CHAOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora