Capítulo 1: La anarquía en Auradon

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Kheaden en multimedia.

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Diaval, el fiel sirviente de Maléfica, la ve sentarse en el trono sosteniendo su tan querido cetro en su mano derecha. Hay admiración al verla así, llena de poder, con todo lo que siempre quiso al alcance de sus manos.

—¡Traigan a los traidores!— exige alzando la voz.

Luego de derrocar a Adam y Bella, Maléfica descubrió con cierta satisfacción que el rey Benjamin había muerto tiempo atrás en ciscustancias que nadie pudo explicar. Fue fácil. Demasiado. Casi le quitó el sentido a utilizar su magia para apoderarse al fin del trono.

Su leal y fiel sirviente acudió a ella. Las personas –las pocas que no pudieron escapar–, fueron convocadas para jurar lealtad a la Emperatriz del Mal. Y donde antes hubo paz, ahora está lleno de miedo infundado por esa mujer.

El primer traidor se deja ver. Es un hombre. Lo reconoce de inmediato.

—Hans— pronuncia el nombre con lentitud. El hombre cae de rodillas y manos.

—M-mi señora— tartamudea.

Maléfica dirige la mirada a las otras dos invitadas.

—Lady Tramaine e hija. ¿Dónde está Anastacia? A ella nunca la conocí— dice, pensativa, pero le resta importancia cuando ve a los otros dos asquerosos hombres—. También están aquí, Hook, Gastón. Siguen con vida.

Cruella y Jafar entran entonces, pero a diferencia de los otros, ellos se colocan a los costados de Maléfica y no a sus pies. Miran con superioridad los rostros atemorizados de los que jugaron con el bando contrario.

—Son todos los que encontramos. Gothel huyó— murmura Cruella.

—¿Y Facilier?

—Murió. O algo así— contesta Jafar.

—Ya veo. Sus planes no funcionaron— ríe un poco.

Estar a mereced de la Emperatriz del Mal es una pesadilla. Si tan sólo Morgana siguiera con vida...

—¿Se enteraron de lo que le pasó a Grimhilde cuando descubrí que era una traidora?— le pregunta Maléfica, chasqueando la lengua.

—N-no— responde uno de ellos.

—Esa estúpida tuvo la osadía de conspirar a mis espaldas contra mí— si sea con enojo—. Fue una buena comida para los perro de Cruella De Vil, ¿verdad?

La mujer de blanco y negro asiente, sonriendo, acariciando la cabeza de una de sus mascotas. Todos traigan saliva con miedo. Incluso Hook, que no puede evitar ver los ojos vacíos de los perros, siente una gota de sudor escurrir de su frente.

“¿Ese sería su castigo? ¿Terminar como alimento para perros?”, piensa Diaval, haciendo una mueca.

—¡Traidores!— los acusa nuevamente Maléfica.

—¡Lo sentimos, Emperatriz, pero Morgana nos controló para que estuviéramos de su lado! — miente Hans. Es la única salida.

—¿De verdad?

—¡Sí!— concuerda Drizella.

Maléfica lleva una mano a su barbilla. No les cree en absoluto.

—Entonces debo suponer que de ahora en adelante solo serán fieles a mí.

—Así será, Emperatriz.

Los ojos verdes de la mujer se achican. Desliza una sonrisa macabra, pensando que quizás, esa bola de idiotas puedan servirle más estando vivos que muertos.

A N A R C H Y ¦ Descendientes (CHAOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora