Capítulo 29: Cerca del final

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Gastón padre olvidó algo muy importante sobre su hijo, y es que subestimar su inteligencia sólo porque la mayoría del tiempo parece estar en otro mundo es un grave error. Gil era un sobreviviente, y como tal, encontró la manera de salir de la celda en la que su novio y su mejor amigo estaban recluidos.

—¡Eres un genio!— Harry besa su cabeza por la emoción cuando la chapa de la celda cede, y sin más sale corriendo de ese lugar.

Se topa con varios guardias a los que debe evitar para poder salir del nivel inferior. La única motivación que tiene es encontrar a Uma. Sólo eso. Necesita verla con urgencia para calmar el malestar que le provoca el estar lejos de su lado.

Sin tener la más remota idea de adónde ir localiza las cocinas, que al estar en la sección más recóndita, se encuentra casi vacía en su totalidad. Aunque no es así. Sólo le toma unos segundos ver a un Jay cabizbajo tomando lo que a simple vista parece jugó de manzana.

Sus ojos rojizos lo enfocan, y una sonrisita aparece en sus labios.

—Vaya, vaya, ¿qué hace Harry Hook aquí?— masculla con diversión—. Estás muy lejos de donde perteneces. El basurero está en la parte de atrás.

El pirata ignora aquel comentario al notar el estado en el que está.

—¿Has visto a Uma?

—No— responde, eliminando la sonrisa—. ¿Has visto a Lonnie?

—No.

Jay asiente, dándole un largo trago a su bebida.

—Entonces sigue tu camino, pirata. Huye, que tú sí puedes.

Jay se queda silencio y señala una puerta. Harry no agradece en voz alta, con una mirada lo hace, y se va. El hijo de Jafar se queda en el mismo lugar, la vista perdida en una pared.

No sabe cuánto tiempo pasa. No le importa tampoco.

Es consciente de que Evie ingresa mucho después de que Harry se fue, pero no la mira, se niega a hacerlo.

—Jay— lo llama Evie—. Jay— repite.

—Lárgate, Evie. Ve a lamer los pies de Maléfica o de la tal Morgause— sonríe con sorna, sin dejar de ver la nada.

Evie suspira. Al parecer está reacio a hablar con ella, pensando que es la otra, y no sabe cómo llamar su atención. Se acerca, y con una de sus manos lo obliga a que alce los ojos.

Los ojos cristalinos del chico es una visión dura, pues él nunca reflejaba sus sentimientos. Está afectado, y lo está en serio. Por todo lo que pasa, por su asunto pendiente con Lonnie.

No hay reacción violenta. Jay parece reconocer algo en sus ojos castaños pues suelta el aire que retiene.

—Eres tú— suena incluso aliviado.

—Vámonos de aquí— pide Evie suavemente. Jay asiente, y torpemente se pone de pie—. ¿Qué te sucede?

—Esto es una mierda— es lo único que atina a decir.

Evie le da razón.

—Pronto acabará—promete la chica—. Lonnie te está esperando, así que más te vale no hacer una tontería.

—¿De verdad?

—Sí, tonto. Te ama, ¿qué esperabas?

Eso es suficiente para calmar un poco el ardor en el pecho del chico de cabello largo.

Ambos se dirigen por Carlos, y luego por Mal, sin saber, en absoluto, del suceso que cambiaría el rumbo de su historia para siempre.

(...)

A N A R C H Y ¦ Descendientes (CHAOS #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora